Myra y Dianela
La amistad después de la muerte es posible.
El pasado lunes 16 de septiembre, Pura Cepa conversó con Dianela Marinaro, artista plástica cultora del estilo art noveau y el simbolismo. Ella es la autora de la Exposición de poesía ilustrada en honor a Myra Castrillo Colodro, “que aparte de poeta fue defensora de los derechos humanos, maestra, dirigente sindical y una gran mujer”.
La muestra de poemas e ilustraciones estará disponible en Bio Cultural (Corrado, entre Sucre y Gral. Trigo) hasta el 6 de octubre. Es una visita muy recomendable para reconocer la poesía de Myra y apreciar el arte de Dianela, dos tarijeñas que encontraron una amistad que trasciende la frontera de lo que percibimos como vida y muerte.
Después de un año y medio de relación, Dianela quiso hacerle justicia a su amiga y no dejar que su memoria muera. En Pura Cepa nos sumamos a su causa, de la cual conversamos el día de la inauguración de la exposición-homenaje.
Pura Cepa (PC). ¿Cómo te encontraste con Myra Castrillo Colodro?
Dianela Marinaro (DM). Prácticamente, un día estaba caminando en el cementerio y descubrí su placa honorífica, entonces empecé a leer esas palabras y me di cuenta que era una persona que yo tenía que conocer. Vi que era poeta, empecé a investigar más de su vida. Fui a la biblioteca, hablé con personas. Se me hacía muy raro que, siendo poeta, no se la mencione. No es que tenga algo en contra de Óscar Alfaro y los otros, sino que me gustaría que también a ella se la conozca. Ha sido una mujer ejemplar y yo creo que sigue siendo, porque, si me ha inspirado a mí sigue viva. Yo quiero que su memoria siga latiendo, como me ha latido a mí cuando la conocí en el cementerio. ¿Quieres que te cuente todo?
PC. Por favor.
DM. Básicamente, ella fue una persona que sufrió mucho en su vida. Los que la conocieron en persona, me dijeron que en sus ojos se reflejaba una profunda tristeza. Pero ella transmutaba su dolor en poemas, lo convertía en arte. Fiel creyente, como Alfaro, de que los niños son importantes, que son la base de la sociedad, escribió la mayoría de sus poemas para ellos. Su libro de poemas, que se llama Mamá Luna, fue publicado mientras ella estaba en Francia, exiliada porque fue líder sindical de los movimientos revolucionarios en contra de la dictadura de Banzer. Fue apresada y torturada de todas las formas posibles, pero gracias a Dios logra escapar, se reconecta con la literatura y termina sus estudios. Cuando vuelve a Bolivia, la reconocen como directora de Derechos Humanos en Bolivia. Murió por los problemas de salud que tenía como secuela de la tortura. Pero nunca la han querido reconocer como víctima de la dictadura de Banzer, y la han querido tapar bajo la historia. Es la mayor injusticia con una persona muy justiciera, y creo que es la herida que se reflejaba también en sus ojos.
Yo quiero que su memoria siga latiendo, como me ha latido a mí cuando la conocí en el cementerio.
PC. ¿Qué te contaron las personas que la conocieron?
DM. Todas las personas con las que he hablado la tienen todavía en sus recuerdos. Hablan de una maestra de carácter fuerte, y a la vez súper creativa, amable, una buena profesora que enseñó con conciencia a los niños. Ella fundó el Colegio Eustaquio Méndez, y forma parte del magisterio jubilado en el cementerio.
PC. ¿Qué pasó en el cementerio?
DM. La verdad, estaba un poco estresada. Estaba caminando, no sé, quería hacer algo diferente a lo típico de salir al centro. Entonces leo y había algo diferente que me llamó la atención. Anoté su nombre, saqué una foto a su lápida. Dije, “necesito saber más”. Periódicamente, iba a hablar con ella. Se volvió mi amiga. He dicho, “si esta persona siguiera viva, yo iría a tomar café con ella, a charlar de la vida”. Sentía que me hablaba, porque nunca les había prestado atención a los maestros jubilados. Algo me decía en mí que necesitaba ver quién era. Pido las llaves en el directorio dejo mi carnet. Siento que estoy entrando aquí a, no sé. Entonces subo, algo me decía que estaba arriba. “Estoy aquí”, y yo, “Okay”. Y voy directamente hacia ella. No tenía flores. Las que tenía, estaban secas.
PC. ¿Le llevaste flores?
DM. Sí, le compré unas astromelias. Sentía que me conectaba con alguien que tal vez no está aquí. Sentía que ella me decía, “cuéntame cosas, no hay problema”. He ido canalizando un poco de información. Le ponía Edith Piaf desde mi celular. También Nilo Soruco, porque me pareció que se sentía identificada con él y su exilio. Le empiezo a poner cuecas, y poco a poco hemos afianzado esa relación. Iba a visitarle cada vez que me sentía abrumada, con mis cosas.
PC. ¿Desde cuándo son amigas?
DM. La conocí a principios del año pasado. Ella falleció el 26 de noviembre del año 2000. Un día fui mascando chicle, y siempre le pongo un cigarro por esta costumbre que tenemos de ponerle cigarro a las almas, ¿no? Y le estoy hablando, “mira, me pasa esto”, y sentí que venía como la típica profesora que te quita el chicle. Me dijo que lo botara.
PC. Te cuidó. ¿Cuándo te dejó la tarea de las ilustraciones?
DM. Yo soy una persona que le cuesta pedir ayuda, y cuando la recibo, sí o sí necesito dar algo a cambio. Sentía que quería hacerle un reconocimiento de alguna manera. Su obra lo merece. Entonces le prometí graficar sus poemas, así como ella canalizó la tristeza con el arte y la transmutó, y de cierta forma uní nuestro arte. Es una manera de juntarnos. Sé que ella está en otro plano, y yo estoy aquí. Pero es una manera de hacer esto juntas. Y hace un mes estaba pensando que se acerca su cumpleaños. Es hoy, 16 de septiembre. Así que siento que es más significativo inaugurar esto en su cumpleaños.
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- Y le estoy hablando, “mira, me pasa esto”, y sentí que venía como la típica profesora que te quita el chicle. Me dijo que lo botara.
PC. ¿Qué importancia tiene para las futuras generaciones cultivar disciplinas como el arte, la poesía, y la capacidad de filosofar, y cómo ves el panorama de la juventud actual?
DM. Qué buena pregunta. Es necesario hablar de todos estos temas que nos competen. En la sociedad actual, se hace poca filosofía, se habla poco de poesía y literatura. Básicamente, los jóvenes han reemplazado los libros con TikTok. Son pocos los jóvenes que tienen un sentido crítico. Yo veo a Myra, y fue una persona que supo darle al clavo. Creo que por eso fue maestra, porque sabe que la clave está en la mente de los niños. Son la semilla de los frutos que da la sociedad, y ella lo que hizo fue implantar ese conocimiento filosófico, para que sus alumnos puedan crear su propia crítica.