Poemas de Myra Castrillo, ilustrados por Dianela Marinaro
A través de su imaginario personal, la joven artista tarijeña, Dianela Marinaro, rescata la poesía de Myra Castrillo Colodro.
Reproducimos a continuación algunos poemas de Myra Castrillo, acompañados de las ilustraciones que Dianela Marinaro hizo para la exposición en homenaje a su figura. Comenzamos con "El Volador", poema que la autora dedicó a su padre, y cuya ilustración aparece en la portada de esta nota.
El Volador
A don Carlos Castrillo Lema, mi padre
Con seda de mil matices
he inventado una estrella
para que vuele hasta el cielo
sobre las alas del viento
Un hilo le abrió el camino
quebrando el talle del aire
y la canción de colores
trepa cantando mensajes
Prendiendo todas sus luces
hace cabriolas, jugando
y llamándome, despacito
quiere llevarme a las nubes
De su cabellera encrespada
saltan corceles de fuego
que galopan por el cielo
sacándole chispas al viento
Hasta que en un cabeceo
hendido, ya, de cansancio
yo lo bajo del cielo
para arrullarlo en mis brazos.
Canción tímida
Homenaje a Óscar Alfaro
Queremos trepar al peral
queremos sus dulces frutos
Desde el vientre de la tierra
niños, yo vengo a jugar
Peras suaves de piel verde
peras verdes de alba carne
Si ustedes juegan conmigo
mi trompo les puedo prestar
Queremos trepar al peral
queremos sus dulces frutos
Mi trompo inventa colores
mi trompo canta alegrías
Peras suaves de piel verde
peras verdes de alba carne
Tomad las peras jugosas
cantemos todos los cantos
Queremos jugar con el trompo
que canta y baila en tu mano.
El columpio
Trenzando la cabellera
de un verde sauce que ríe
de un sauce verde que llora
hemos construido un columpio
para mecer nuestros sueños
domingueros del verano
Escuchando las voces
de las sirenitas de plata
que me llaman, impacientes
desde el fondo de las aguas
yo les propongo mecerse
en el columpio del aire
Ellas me dicen que ¡no!
yo les digo ¡tampoco!
y en mi alegría transportado
levanto las manos y toco
la cara de cobre del Sol
y el Sol me insulta, furioso
No sé si reír, divertido
o lanzar un grito, aterrado
prefiero cerrar los ojos
en mi embriaguez de juegos
y mecerme en el columpio
invisible de los sueños.
Ronda con palomas
Para Balú-Deby-Daya
El bajel de la noche se ha estrellado
contra una roca de constelaciones
su velamen al aire desplegado
se hizo trizas en canciones
Mil luceros descendieron a la tierra
–son palomas mensajeras de las hadas–
los niños de las vegas tarijeñas
corren a tomarlas de las alas
Ya formaron su ronda de ilusiones
ya danzan la danza de la infancia
A la ronda ronda, hermanito indio
a la ronda ronda, rusito lejano
a la ronda ronda, amable chinito
la ronda ronda, zambito africano
Palomas y niños de todas las razas
se abrazan danzando en ronda fraterna
y sus locos trinos de avecillas tiernas
despiertan raros ecos en las almas de las piedras.
(Achocalla, 1973)
El chiste de la golondrina
A Nilda C. De Varas. Mi hermana
Los chorros de Jurina
bajan riendo a carcajadas
del chiste que la golondrina
les susurró, encantada
De gota en gota rodando
desde los chorros al río
el chiste llegó a la nube
en un volátil navío
La nube, muriendo de risa
lo narró a la golondrina
y la golondrina, encantada
a los chorros de Jurina.
Volveré a San Jacinto
juro que volveré
bajo el ala de la garza real
–Myra Castrillo