Vacaflores presentó “Pene y Vagina”
Sucedió el 9 de mayo en el Auditorio del Patio del Cabildo, en el contexto de la Feria del Libro, y asistieron cerca de 50 personas.
Flores y piedras
“Tarija necesita por fin hablar de su sexualidad. La idea de la sexualidad en Tarija está podrida. Pasan tantas cosas, negamos tantas cosas, hacemos lío con cosas que no tienen nada que ver. A Tarija le va a servir sacudirse”, dijo el antropólogo Daniel Vacaflores, el Vaco, en la presentación de “Pene y Vagina: Reflexiones masculinas sobre sexualidad, identidad de género y feminismo”, su más reciente libro en el que reúne 9 artículos publicados entre febrero y abril de este año en Los Sueños del Guadalquivir, su columna en el diario El País.
Pero el Vaco va más allá de las opiniones ya vertidas, pues acompaña cada artículo con una adenda teórica que convierte la publicación en una introducción ligera pero bien dirigida hacia lo que es la teoría de género y la perspectiva feminista latinoamericana. Lo hace desde su especificidad de macho, es decir, su determinación de sexo, y de hombre hetero cis, es decir, su denominación de género. Y eso, para Tarija, constituye un hito en el campo de la producción académica de la intelectualidad contemporánea.
Aunque fue concebido con demasiada rapidez, el libro ha servido para que el Vaco pueda por fin vencer el miedo a hablar abiertamente de temas que para una gran parte de los hombres parecen haber sido secuestrados por el feminismo. Que el Vaco haya sentido miedo y lo exprese es un buen síntoma, aunque no se compare con el miedo vivencial expresado por las mujeres de Tarija, Bolivia y el resto del mundo.
Con “Pene y Vagina”, el Vaco además se coloca en un rol protagónico, visibilizando la voz de los hombres tarijeños y bolivianos que desean cambiar las cosas. A la vez, adquiere conscientemente el rol de chivo expiatorio, motivando la risa, cual bufón del patriarcado, y el lanzamiento de varias piedras dirigidas a los pasajes donde el libro hiede a machismo, aunque finalmente exprese que la intención de tal sacrificio es amainar tensiones y abrir diálogos.
Y funciona, pues, aunque nadie había leído el libro, pero sí la columna, en la presentación se desembucharon opiniones y posturas contundentes que demuestran lo mucho que hay por hablar, y más aún por hacer. “Pene y Vagina” es una lectura muy recomendable para toda la población, más allá de la vigencia y contextualización de sus propuestas. Personalmente, me ha hecho repensar cosas, gracias a la humildad con que el Vaco relata su propia experiencia de la dinámica cultural, social y sexual de los cuerpos. Por eso, intentaré aquí un comentario de algunas piedras con las que me encontré entre los pliegues de “Pene y Vagina”, quizá acudiendo también a las cosas dichas por otras personas en su presentación.
¿Cuál es el contexto?
“Es increíble que sigamos viviendo en una sociedad que le cuesta decir ‘pene y vagina’, y que el hecho de verse al espejo para reconocerse sexualmente siga siendo considerado síntoma de perversión”, dice el Vaco en la introducción a su libro. Pienso que tomará en cuenta la reciente polémica sobre la Reforma Educativa y la Educación Sexual Integral, pero nada.
Luego entiendo que todo es un tinchazo nomás, motivado por la publicación de “La Carretilla de Comadres”, que al parecer suscitó mucha polémica y el autor necesita explicarse, corregirse, defenderse, situarse teóricamente dentro de una corriente de la cual siente miedo y fascinación para validar sus opiniones.
El bidón de las comadres
La violencia no se resuelve con violencia. Pero si es chiste no pasa nada, cumpas.
“Yo sé que hay de todo en la viña del Señor y que Carnaval es la fiesta del desenfreno. Por eso no quiero juzgar (…) Mi amiga Alba Gareca (…) decía que ‘las comadres salimos juntas y regresamos a casa juntas’, como protección mutua. A mí me parece el mejor consejo que les puedan dar”, dice en el primer capítulo. Creo que no hay forma de condonar la deuda del patriarcado con la salud mental de las mujeres, ni siquiera con ese tipo de estrategias. En algunas tradiciones literarias, el Carnaval es una fiesta donde se subvierte el orden, donde el rey se vuelve pueblo y el pueblo reina desenfrenado. Pero en Tarija no existe subversión. La mujer debe cuidarse de la carretilla y reírse de su humor. ¿Qué tal si nos tiemblan un poco los testículos en carnaval ante la imagen de una tropa de mujeres armadas con bidones de gasolina que salen los jueves de compadres a bañar hombres borrachos y prenderles fuego, compitiendo por ver cuál de ellas cocina la mejor parrillada, el mejor lomo borracho? La violencia no se resuelve con violencia. Pero si es chiste no pasa nada, cumpas.
El tufo
“En ciencias sociales se habla del conocimiento situado. Esto quiere decir que solo puedo hablar desde mi propia posición: como tarijeño, como varón y como antropólogo. No puedes hablar por alguien que no eres”, dice Vaco en el segundo capítulo. En la presentación, Edgar Flores Tiravanti decía que un ideal sería “poder desprenderse, a medida que uno se va volviendo más sabio, de las determinaciones del sexo que uno recibió”. Sin embargo, seamos hombres sinceros, solo podríamos llegar a especulaciones. Por eso, “Pene y Vagina” es sobre todo un libro para machos de todo género, para situarse dentro del sistema y pensar qué hacemos por mantenerlo o derrumbarlo. Es cierto que, como estructura, el patriarcado debería ser mutable. Pero, ¿en qué se puede convertir? ¿Es posible un poder colectivo en el que los dividendos de tal empresa puedan repartirse en cantidades iguales entre quienes le conformamos?
Somos violadores
En la tercera parte, el Vaco escribe que “ningún hombre tiene el derecho de hablar de la violación femenina sin colocar el cuerpo en juego”, y en la adenda ofrece conceptos sobre el rol estructural de la violación. No solo es un hecho real que sucede entre cuerpos, es un fractal que estructura el sistema en que vivimos. Puedes tener pene, vagina, los dos, o ninguno, pero todo cuerpo participa de esta estructura que trastoca la voluntad y la libertad en uno u otro ámbito, en mayor o menor medida. Boris Rocabado, en la presentación, dijo que en la actualidad el rol reproductor de la mujer ya no es necesario, y que una mujer puede mantener a un hombre. “Yo me apunto, aprendo a lavar y cocinar, hasta me dejo pegar”, dijo. Está bien, jugamos a la violencia, vivimos en este mundo donde todos los seres persiguen a alguien para alimentarse. Depredadores y presas, pero como somos humanos y tenemos cultura, nos refinamos y les llamamos relaciones de poder. Evidentemente, no todos somos caníbales, pero de nada sirve querernos salvar del mote de violadores. Sirve buscar respuestas. Sirve preguntarnos qué o a quién estoy violando con mis actos diarios, en qué medida avalo y soy cómplice de otras violaciones, y trabajar, lavar y cocinar eso. Por supuesto que también sirve pensar quién me está violando.
Rent-A-Car
“Es la vida y su sentido común en estado de rebelión contra un sistema que no da más en todas sus fisuras”
“Cuando hablamos de las mujeres organizadas para la defensa de sus derechos como población afectada, los hombres no tenemos nada que hacer ahí, a menos que nos llamen”, dice Vaco en la cuarta parte, y eso, precisamente, es estar en piloto automático. No somos autos, podemos ir a las marchas sin que nos llamen, escuchar y, claro, estar a disposición. Claro, hay machos, machines y machirulos que tratamos de tener protagonismo en las esferas feministas, sobre todo cuando no vemos que esto se trata de la humanidad y sus derechos. En la presentación, el Vaco reconocía esta lucha por los derechos y la vida como argumento fundacional del feminismo, por eso sorprende leer esa piedra cuando el tema debería ser si nos seguimos identificando con un sistema que oprime y que tiene una larga tradición de ignorar los problemas fundamentales de la vida. Como dijo Elena Peña en la presentación, “es la vida y su sentido común en estado de rebelión contra un sistema que no da más en todas sus fisuras”. Y es así donde estemos, Tarija, el metaverso o la Estación Espacial Internacional.
Déjame parir
“Si yo hubiera sido yo, de mujer, no hubiera caído muy lejos de donde caí como hombre”, juega Vaco en la quinta parte. Es difícil pensar cuántos libros habría parido y qué tal se habría sentido cada uno de esos puerperios intelectuales si Vaco hubiera sido Vaca. Yo mismo tengo el privilegio de tener una esposa que puede ir a la casa de sus padres para tener una mano cuidadora con el Inti mientras me siento a escribir estas cosas. Imaginarse mujer puede ser lícito para ejercitar la imaginación sexual, pero hace poco en la lucha feminista. Quienes tenemos un cuerpo, estamos en mayor o menor medida insatisfechos, buscamos una imagen ideal, un tipo de perfección personal en esa imagen que nos devuelve el espejo. A veces la imaginación no basta para entender la situación de otros cuerpos en el sistema patriarcal. Los verdaderos datos los aporta el desempeño y la duración, y en eso nuestros cuerpos de hombre están lejos de la experiencia que viven los cuerpos de mujer.
Tiresias
“Los juegos de rol de los que hablé en el primer párrafo tienen la característica que te dejan tener cualquier personaje que quieras: puedes ser humano, elfo, extraterrestre, robot, espíritu, bicho y sí, también mujer”, comenta el Vaco en la sexta entrega, de una manera que resulta graciosa, pero también señala como la diversidad pareciera florecer solo en los juegos. En la realidad de un pueblo que crece, aun conservador y reprimido sexualmente, es importante abrazar la diversidad. Como bien dijo Ximena Delgado en la presentación, con Inti durmiendo en el fular, “las estadísticas son binarias, y en Latinoamérica, Argentina ha sido el primer país que ha censado las diversidades, recién el año pasado”. Para que el feminismo deje de ser teoría o juego mental, necesitamos acciones básicas para asistir a la realidad, sea a través de los censos, o a través del doloroso esfuerzo de cambiar los hábitos que tenemos para realmente llegar a “feminizarnos” y comprender la compleja diversidad en la que vivimos. De otra manera, estaremos nomás jugando a ser Tiresias sin atrevernos a matar a la serpiente.
Tributo intelectual
En la séptima parte, Vaco dice: “Otra cosa que me deseo es que las feministas de Tarija empiecen a publicar su trabajo de manera que esté a nuestro alcance. Yo sé que los organismos feministas podrían organizar los recursos tanto financieros como logísticos para ello”. Sí, en Tarija hace falta que se escriba y el Vaco está comenzando a hacerlo. Pero también hay que aprender a leer los lenguajes de la acción, de las marchas, de los encuentros. En ese sentido, las mujeres y el movimiento feminista de Tarija han estado ocupadas desde hace años, produciendo discursos que se imprimen en otro tipo de papel. Podemos pedirles, sí, que hablen el lenguaje de escribir libros sobre la cuestión, y exigirles así un tributo intelectual.
Inti
“La economía del amor tiene que empezar a nombrarse acertadamente en espacios públicos y de una manera respetuosa”
“En ese entonces llegué a sentir envidia de mis compañeras mujeres por no poder llevar una vida dentro de mí, y me llegué a jurar de que si hubiera sido mujer hubiera sido madre soltera. Llevarlo en la tela, apegado a mí, fue lo más cercano que nunca pude sentir a mi wawa dentro de mí”, relata el Vaco en la octava parte. Despierta mucha ternura, pero yo prefiero mi especificidad. Para mí, el amor paterno despertó en la imaginación y recién pude empezar a hacerlo real cuando vi nacer al Inti. Pero su mamá me llevaba mucha ventaja en la relación. La paternidad tiene un esfuerzo diferente, es una desigualdad insalvable. Incluso tengo que esperar más tiempo para jugar con Inti como quisiera, como he concebido en esa imaginación. Pero en la realidad hay contundencia. Y el feminismo no se ocupa solo del sexo, del género, y de las relaciones de poder. O sí, pero intersecta otras cosas. Por ejemplo, ¿qué género tiene la ciudad de Tarija? ¿Será necesario “feminizarla” para que toda madre y padre puedan pasear por la ciudad con sus wawas sin sufrir ruido, aceras imposibles, excremento de perro, y demás? ¿Pueden los padres también disfrutar permisos de crianza en el trabajo, contemplados en el calendario laboral de, por lo menos, los primeros 10 años de vida de cada wawa? “La economía del amor tiene que empezar a nombrarse acertadamente en espacios públicos y de una manera respetuosa”, dijo tu mamá.
Matar al mensajero
Antes de concluir, Vaco dice que puede “resumir todas las críticas que me hicieron a dos argumentos básicos: 1) que no coloco el cuerpo en juego y 2) que me victimizo”. Sobre el primer punto, creo que cuando hizo todas las visitas, fotos y entrevistas que le llevaron a escribir sobre los chunchos, estaba poniendo el cuerpo en juego. Lo mismo aplica para temas que conciernen al movimiento feminista. Y esto va para todos nosotros. Hay que asistir, escuchar, pensar, observarse. Eres feminista, okey. El rato que se pueda, nos acercamos a las marchas y eventos, escuchamos. Vamos a círculos de masculinidades a sacudirnos el miedo y expresar nuestra totalidad. En alguno entramos:
- Hay el de “Masculinidades Disidentes”, que lo dirige Linder Zenteno Futuri (76185395). Hablan de la relación de la juventud, la adolescencia, y las diversidades con el poder y la violencia.
- El del ECAM con Hernán Poclaba (77871155), con un tinte más institucional, interesante porque trabaja con los hombres de La Colmena, por ejemplo.
- El programa “Hombres que sumen a restar la violencia”, de la Secretaría de la Mujer y la Familia, bajo la dirección de Bismarck Caballero, donde ofrecen servicios gratuitos de terapia individual, grupal y orientación para hombres que ejercen violencia, ubicado en el Mercado Villa Avaroa, primer piso, oficina 157, teléfono 78224111.
- Y el Grupo de Trabajo de Masculinidades Tarija, apoyado por el CISTAC y el Consorcio Boliviano Cuerpo y Ciudadanía, que frecuentemente realiza talleres, y al que se puede contactar en el teléfono 71192521.
Sobre el segundo, creo que, como ya dije, es un rol que quiso tomar para producir diálogo. Pero de ahí a que todas las hembras y machos de Tarija quieran matar al mensajero de la carretilla, creo que hay mucha distancia. Decimos gracias, Vaco, te leemos. Pero seguimos con la charla y con la pregunta interesante que dejas al final: “¿Por qué no podemos llegar al resto de una sociedad que nos desprecia?”
Ya acabé
Entonces, salvando las piedras, “Pene y Vagina” es una primera patada al balón en juego, una primera puntada a un tejido de la complejidad. Esto no va a destruir a su autor ni a su carrera, porque no se trata de él, ni de mí, ni de nadie, sino de la humanidad, donde quiera que se encuentre, tenga pene, vagina, ambos o ninguno. En el caso de Tarija, hay que extender el diálogo no solo a los amigos, también a los desconocidos, a los que saben nuestros nombres, pero ignoran nuestros excesos, así como también ignoramos lo que les excede.
Este libro es un gran aprendizaje para todos, sobre todo para ver en lo que nos podemos equivocar y así realmente aportar algo a una teoría local de la sexualidad y la construcción de género en Tarija que nos permita ser más, por decirlo así, más espirituales con la diversidad, que es una dimensión que poco se toca en los debates sobre sexo, género y feminismo.
No me voy sin hablar de la portada del Bad Drawer, que resulta interesante porque plantea el género como una programación. Es cierto, nuestra cultura nos lleva a esos bucles sin salida motivados por palabras y categorías. Es interesante porque representa a un ser sin rostro, enmascarado. ¿Es un chuncho del futuro? ¿No son los chunchos la forma simbólica lícita que tienen los hombres tarijeños, y de otros lugares, de ponerse falda y plumas, de subordinarse ante la voluntad de otro hombre elevado a categoría de santo, de feminizarse?