“San Roquito me agarró del manto” (III)
Tercera y última parte de este relato especial acerca del sentimiento místico y la amistad entre el antropólogo Daniel Vacaflores y San Roque.
“Una cosa que me acuerdo de cuando era chiqui es que mis hermanos hacían un truco de adivinar la carta que habías tocado. Uno ponía las cartas, se escondía, el otro tenía que elegir una, y sin ver, el que volvía decía cuál era la carta. ‘Yo quiero hacer la prueba’, me dejaron y me escondí. Volví, y les dije ‘esta es’. Mis hermanos se miraban, ‘si, esa es’. Repetí cinco veces, me preguntaron ‘¿cómo sabes?’. ‘Así pues, se siente, es magia’. ‘Pero nosotros no estamos haciendo magia, es un truco’. Una vez que me han dicho, hice una prueba más y no me ha salido”.
Daniel siempre tuvo “sensaciones espirituales”. Su capacidad matemática no alcanzó para retener a San Roque, que se encapricha y lo encamina en investigaciones más profundas, agotando con cada suceso el dominio de lo racional para atravesar un último umbral tras el cual las explicaciones se confunden con locura. “Cuando saqué ‘La Historia Perdida de San Roque’, estaba yendo a entregar libros. He pasado frente a San Roque y me vino la idea clara de que les falta chicha a los chunchos. ¡Qué churo sería conseguir un cántaro gigante de chicha y que vengan a tomar y bailar!”. Esa misma tarde, Daniel comenzó a decir que San Roque le había pedido su chicha.
“¡Qué churo sería conseguir un cántaro gigante de chicha y que vengan a tomar y bailar!”
La sensación espiritual es un fuerte remolino, algo que necesita conversar con quien entiende. Pero tarda meses en encontrarse con Don Félix Rivera, curandero y presidente de los chunchos. “Estaba con Don Félix y yo sentía que San Roque estaba detrás de mí, y crecía y su manto llenaba todo el cielo. Le he dicho a Don Félix de la chicha. Se para, se va y vuelve con un balde y una tutuma, y me dice ‘toma’”. El gesto disipó el miedo a que le digan loco. Finalmente, siempre hay gente que presta atención y actúa en consecuencia.
Historias como esta no tienen sitio en sus libros, que son verdaderas obras de investigación realizadas con cuidado, rigor académico, y desde la autogestión. “Toda mi vida he vivido fuera de esto y quería descubrir mi raíz social, quería aprender a ser chapaco. Lo he descubierto con mi hermano, luego lo aprendí profesionalmente. He terminado prestándome plata de mis amigos para hacerlo. Cero gobierno o instituciones públicas. Si yo hubiera esperado que me apoyen, no hubiera llegado ni a la esquina”.
Ahora tiene 5 libros en puerta, listos para publicar, además de los 5 que ya ha editado. Según Daniel, “estamos en una fase de ebullición con San Roque”. Se investiga, se publica, se declara patrimonio humano. “Pero no va a durar por siempre. Tenemos unos 5 años más. Después ya, listo, cositas chiquitas. Hay que hacerle el aguante a San Roque, ya habrá tiempo de olvidarse y disfrutar la vida. Pero ahora no tengo tiempo ni para respirar. No me da el caito”.