“San Roquito me agarró del manto” (II)
Segunda parte de esta nota especial en la que Pura Cepa cuenta la historia del antropólogo Daniel “Vaco” Vacaflores y su amistad con San Roque.



En 2014, Daniel formó parte de un Congreso de Antropología, Arqueología y Etno-Historia en el que el tema central fueron las culturas del norte argentino y chileno, y el sur boliviano. “Saqué mi primer trabajo sobre la relación entre chunchos tarijeños y andinos. Mi primera entrada, muy tímida, pero ahí empecé a ser hereje para mucha gente en Tarija”.
Y es que, gracias a su investigación, Daniel había identificado tres incógnitas que hacían temblar los cimientos de la tradición: conocer la verdadera historia del santo, develar la relación entre chunchos tarijeños y andinos, y, quizá la más polémica, nombrar la existencia de mujeres promesantes de una fiesta supuestamente exclusiva de los hombres.
Aún con líneas de investigación claras, fue nuevamente una premura económica la que lo acercó a la sombra del santo. Comenzaba un doctorado en la Universidad de Bonn, Alemania, con la construcción de la identidad local como tema. Postuló a muchas becas, pero ninguna le salió. “Estaba sin plata. No tenía ni para alimentar bien a mis wawas, peor para pensar que me iba a ir al Chaco a charlar. Materialmente, no me era posible hacerlo”.
“Cuando tomé la decisión de hacerlo, las puertas se iban abriendo, y daba un paso y se abrían más, y era como un chiquito que avanzaba y encontraba cosas y las iba cargando en la mochila”
El “Vaco” le propuso a su tutora cambiar de tema, algo que fuera viable sin tener que morir en el intento. Planteó abordar esas “tres hilachas sueltas” que había encontrado en el manto de San Roque en lugar de irse por lo tradicional. Y el tabú añadió importancia a la necesidad de trabajarlos. “Cuando tomé la decisión de hacerlo, las puertas se iban abriendo, y daba un paso y se abrían más, y era como un chiquito que avanzaba y encontraba cosas y las iba cargando en la mochila”.
De 2015 a 2017, Daniel se la pasó cruzando umbrales y atando cabos sueltos. “Yo siempre tenía miedo que los chunchos me agarren a palos por mis ideas locas, inseguro de si les parecía bien o mal. Pero en cada lugar que iba les decía que venía a investigar y me abrían las puertas de par en par. Me adoptaron, me llevaron a todo lado. También las mujeres chunchas me han dado entrevistas largas”.
Con el envión, el “Vaco” pronto se vio diciendo que se iba “a cazar chunchos” a las fiestas, que “levanto una piedra y encuentro un chuncho”, o simplemente que era San Roque quien lo había mandado a investigar. “Esas cosas han despertado reacciones muy positivas de la gente. Cuando lo empecé a expresar así, le daba consistencia a algo que era verdad. San Roquito me agarró del manto y no me deja parar. Saco mi libro, me siento a descansar y no pasan ni dos días y ya estoy con la siguiente cosa. Es como un amigo que te dice ‘¡vení!, qué te estás sentando, ¡vení!’”.