El estudio incluye a 17 hombres y dos mujeres
Creyentes, con empleo y no se perciben peligrosos, perfil de un feminicida
El Observatorio de Seguridad Ciudadana publicó un texto denominado “Investigación sobre feminicidio, una mirada desde los perpetradores del delito”, que estudia los perfiles de los agresores
Comprender un fenómeno delictivo y planificar políticas públicas de prevención son los principales objetivos del estudio denominado “Investigación sobre feminicidio, una mirada desde los perpetradores del delito”, que fue presentado esta semana y que incluye un análisis al perfil e historial de 19 privados de libertad que cometieron este delito.
El estudio elaborado por el Ministerio de Gobierno y el Observatorio Boliviano de Seguridad Ciudadana y Lucha Contra las Drogas aborda distintas variables y descarta algunos mitos. Se constató que la mayoría no proviene necesariamente de entornos violentos o de pobreza.
Elaboración
Para esta investigación se tomó una muestra de 19 feminicidas, 17 de ellos hombres y dos mujeres, distribuidos en centros penitenciarios de distintos departamentos. A lo largo del 2023 se realizaron estudios psicológicos y también entrevistas al personal policial a cargo de la investigación de este tipo de casos.
Mitos y el imaginario del feminicida
Una de las conclusiones establece que producto de la “exposición mediática y la estigmatización” de la difusión de la violencia, que envuelve a estos delitos, generan un estereotipo del feminicida como “individuos extremadamente violentos, psicópatas y machistas, sin embargo, la realidad es que cualquier persona, hombre o mujer, inmersa en una relación violenta podría convertirse en perpetrador”.
La investigación estudió en profundidad la historia de cada uno de los sujetos, no solamente sobre el contexto del crimen por el cual están sentenciados, sino sus historias de vida para buscar factores comunes.
Una de las creencias comunes es que los feminicidas replican patrones de violencia adquiridos durante su crianza, probablemente por abandono parental o agresiones recurrentes, contextos de pobreza o falta de educación formal, por ejemplo.
“Según los casos de estudio, la mayoría de los perpetradores, al momento de cometer el delito se encontraban en etapas de su vida donde tenían un empleo considerado estable y habían alcanzado niveles educativos formales significativos”, cita el documento.
Otro factor considerado común en los casos de feminicidio es la ingesta de alcohol. Pero 12 de los entrevistados no habían consumido ninguna bebida el día del crimen, seis sí dijeron haber tomado mucho y uno señaló que poco. O sea, la mayoría estaba sobrio, aunque sí reconocieron que tienen un consumo habitual o frecuente, algunos incluso desde la adolescencia.
Al igual que la mayoría de los casos de violencia de género, en los feminicidios predomina la variable de relación. Lo que se tipifica como feminicidio de pareja íntima suma 16 casos, es decir un 84,21%, dos fueron por no íntimos, perpetrados por conocidos y ambos por mujeres, y uno por parte de un desconocido.
Eso se refleja en que también la mayoría de los casos ocurrió en los domicilios de la pareja y que la forma de quitar la vida predominantemente sea con las manos, puños o ahorcamiento, seguido de cuchillos o ropa, por encima de otras armas. Es decir, objetos hallados por oportunidad, no por planificación.
En cuanto a la edad, casi un 77% se ubica entre los 29 y 59 años, o sea durante la adultez.
Sobre el lugar de los hechos, un 57,89%, que equivale a 11 feminicidios, se suscitó en área urbana y los restantes en área rural.
La investigación también aborda las creencias de los sujetos y establece que 12 de 19 dijeron ser católicos, cuatro no se identificaron con una religión y tres manifestaron pertenecer a una iglesia cristiana distinta.
La variable de educación muestra solo a una persona que llegó a concluir la primaria y cuatro que alcanzó la secundaria. De los demás dos son técnicos medios, dos tienen media carrera, la concluyeron siete y tres tienen postgrado.
Además, 16 contaban con un empleo estable. Predominan con cinco los funcionarios públicos, seguido de tres transportistas, tres estudiantes, un docente y los restantes en distintos rubros.
Para entender las historias de cada persona se les preguntó sobre sus familias y 15, equivalente a 78,95%, informaron provenir de familias biparentales. Ya sea sus progenitores o sus abuelos, pero en estrecha relación con sus padres biológicos. En los restantes sí hubo una carencia de estructura familiar.
Acerca de la violencia, 13 indicaron no haber crecido en medio de agresiones, aunque sí se evidenció en las entrevistas en profundidad que sí hubo a su alrededor patrones de machismo naturalizados, como que sus padres asumían un rol de mando.
En los restantes seis existen antecedentes de haber sufrido golpizas o haber tenido parientes involucrados en hechos delictivos.
Finalmente, se determinó que la mayoría no presenta un arrepentimiento por su acto violento sino por haber estado con la víctima al momento del hecho, haberla llamado o haber bebido, por ejemplo. Además, con una revisión del cuaderno de investigaciones se demostró diferencias entre sus versiones del hecho y las pruebas que demuestran su culpabilidad.
Ambos aspectos avalan la conclusión de que en general estas personas no se consideran a sí mismas como un riesgo para la sociedad, incluso consideran que se las trata injustamente.
Un cambio que debe iniciar en la educación
El ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, recalcó que el nivel socioeconómico o la crianza en hogares monoparentales no necesariamente condicionan la comisión de estos delitos, sino una falta de control emocional y también una educación inconclusa.
“Nos debe preocupar qué se está enseñando en los colegios y las universidades (…) Necesitamos enseñar a la gente que debemos tener un control de las emociones”, dijo al comprometer más investigaciones cuyos resultados sirvan para crear políticas integrales.
La gestión 2020 cerró con 113 feminicidios, 2021 con 108, el 2022 con 95, el 2023 con 81 feminicidios y en 2024 al momento también suman 81. La Paz y El Alto encabezan los índices.