Pedidos de justicia por Wanda no cesan: "Aunque ya no tenga voz, mi historia grita por mí"



El feminicidio de Wanda V. conmocionó a Tarija. La joven de 25 años, madre de un bebé de apenas once meses, fue asesinada presuntamente por su pareja, quien continúa prófugo de la justicia. A una semana del crimen, las marchas, velas y pancartas no han cesado. La voz de Wanda, silenciada por una bala, resuena a través del clamor ciudadano.
“Mi nombre es Wanda. Tengo 25 años y vivo en Tarija. Hace once meses me convertí en mamá...” Así comienza el relato en primera persona que circula en redes sociales y que ha tocado el corazón de miles. Se trata de un testimonio escrito desde el dolor, como si Wanda hablara desde el silencio eterno que le impuso su agresor, el mismo hombre por el que, según sus palabras, apostó todo.
Wanda fue asesinada el 2 de mayo en Bermejo. Había viajado hasta allí para visitar al padre de su hijo. Al llegar, una discusión derivó en un disparo. El proyectil ingresó por su cuello y salió por el omóplato, causándole un shock hipovolémico que terminó con su vida en su propia vivienda. Su bebé quedó huérfano. Una menor de 13 años, hija del principal sospechoso, presenció el crimen. El sujeto tenía antecedentes por violencia doméstica.
Las reacciones no se hicieron esperar. El miércoles, una multitud de personas —familiares, amistades, vecinos y activistas— se movilizó por las calles de Tarija, exigiendo justicia. La marcha culminó en puertas del Palacio de Justicia. Manifestaciones similares se realizaron en Yacuiba y Bermejo, donde también se vivió una jornada intensa de protesta.
En Bermejo, un grupo de amigas lideradas por Isabel Vásquez recorrió el centro de la ciudad desde el Obelisco hasta la casa del presunto autor, pasando por la Fiscalía y el Palacio de Justicia. Finalmente, se concentraron en la plaza principal. Allí, con carteles, megáfonos y dolor a flor de piel, reclamaron a las autoridades locales, departamentales y nacionales que se capture al feminicida y se haga justicia.
Una parte del testimonio difundido concluye con una frase que se ha vuelto emblema en estas protestas: “Yo soy Wanda. Y aunque ya no pueda hablar, mi historia seguirá contando lo que muchas prefieren ignorar. Porque el feminicidio no solo mata cuerpos. Mata sueños, familias y futuros”.
Los pedidos de la población es que se capture al principal sospechoso, que no haya impunidad y que el Estado boliviano actúe con celeridad. Mientras tanto, el hijo de Wanda crecerá sin su madre, mientras sus abuelos luchan por justicia.