Vida en familia
Cómo abordar con tu hijo el ‘ghosting’ (tanto si lo sufre como si lo ejerce)
Según la psicóloga clínica Adriana Annino, la adolescencia es una etapa especialmente vulnerable a este fenómeno, por el desarrollo emocional aún en proceso, la presión social e influencias de amistades. Crear un entorno seguro de comunicación en el hogar es la clave para afrontarlo
El término ghosting proviene de la palabra inglesa ghost, fantasma, y podría traducirse como el acto de cesar toda comunicación con una persona, ya sea la pareja o una amistad, sin darle ninguna explicación, cerrando todas las puertas a una mínima vía de comunicación. Además, se hace sin previo aviso, hecho que genera que quien lo padece pueda sufrir desde incertidumbre hasta ansiedad o sentimientos de culpa por desconocer las causas que motivaron dicho cese.
“Literalmente es cuando cortas la comunicación abruptamente con alguien o terminas una relación, sin dar ninguna explicación e ignorando los intentos de contacto online y offline de la otra persona. Se da como una forma de evitar la confrontación directa y una conversación que puede ser incómoda”, explica Adriana Annino Velázquez (Caracas, 37 años), psicóloga clínica especializada desde hace una década en el área de las emociones, la depresión, la ansiedad y la autoestima y también poeta, formada en la Universidad Nacional Experimental de las Artes de la capital venezolana. Asentada en Barcelona, la también divulgadora, que cuenta con más de 80.000 seguidores en su cuenta de Instagram y colabora, entre otras organizaciones, con Feminismo INC —ONG que trabaja por el empoderamiento femenino a nivel mundial—, reconoce tener cada vez más casos en su consulta de personas que han sufrido ghosting. Y, según asegura, cada vez pacientes más jóvenes.
El ghosting, término que empezó a utilizarse a comienzos del año 2000, no es un fenómeno nuevo —podría decirse que se lleva haciendo toda la vida en muchas relaciones interpersonales—, pero se ha incrementado con el uso de las redes sociales. Por supuesto, no conoce límite de edad y se da también entre preadolescentes y adolescentes, generando más angustia si cabe al ser una etapa en la vida de una persona con una personalidad y seguridad aún en construcción. Podría definirse como algo parecido al bullying por cuanto es un maltrato psicológico de quien lo ejerce a quien lo padece, pero con sus propias características. “Imagínate que estás conociendo a alguien, todo va bien, estás comenzando una relación y, de repente, desaparece sin dejar rastro”, prosigue Annino, “la confusión, la tristeza, la frustración, la duda y la ira son solo algunas de las emociones que te podrían invadir”. La experta matiza que el ghosting se puede dar también entre amistades, colegas o con quienes se mantiene una relación laboral.
PREGUNTA. ¿Qué más sensaciones provoca en la persona que sufre ghosting?
RESPUESTA. Más allá de las etapas tradicionales del duelo por una ruptura (negación, depresión, ira, negociación y aceptación), cuando esta se da mediante el ghosting el duelo se suele complicar, debido a los altos niveles de incertidumbre que puede sentir la persona ghosteada, ocasionada por la no respuesta de la persona ghosteadora, impidiendo así un cierre emocional y dificultando el proceso de pasar página. Además, hay una afectación en la autoestima de la persona que recibe el ghosting por no sentirse valorada, respetada, digna de ser amada. Lo puede vivir como un rechazo o abandono y muchas veces los niveles de depresión, ansiedad, ira y resentimiento, propios de procesos de duelo, suelen aumentar en comparación con las personas que terminan una relación de manera saludable. Otra de las sensaciones que podría vivir la persona ghosteada es el miedo a confiar en los demás. Empieza a desconfiar y se cierra, para evitar ser herida nuevamente. Esto a la larga dificultará sus relaciones interpersonales.
P. ¿Cuáles son los motivos por los que una persona lo hace?
R. Cada caso es diferente, va a depender de la persona ghosteadora; de su historia de vida, educación, qué quiere lograr, estilo de apego, creencias limitantes, personalidad, cultura, entre otros. Y a veces estos motivos no son conscientes, aunque tampoco justificables. Las razones son diversas y complejas. Algunas personas lo hacen por miedo al conflicto, otras por inseguridad o por falta de madurez emocional. También hay quienes lo hacen por narcisismo o manipulación, e incluso por problemas de salud mental. En consulta he recibido también a pacientes que hacen ghosting por evadir la confrontación, pero se sienten culpables después y expresan querer cambiar esa manera de actuar.
P. ¿En la adolescencia también se da? ¿Cómo y por qué?
R. ¡Claro que sí! De hecho, en la adolescencia se da mayormente esta práctica, por las mismas razones que en las personas adultas, tomando en cuenta, además, que es una etapa especialmente vulnerable al ghosting, por el desarrollo emocional aún en proceso, la presión social e influencias de amistades y la falta de madurez. Por ejemplo, si el adolescente tiene amistades que hacen ghosting, también lo hará por presión o para encajar y tener el sentido de pertenencia a ese grupo. Y también porque la adolescencia es una etapa donde se está en la búsqueda de identidad.
P. ¿Hay educaciones que favorecen que un adolescente se comporte así?
R. Por supuesto. Existen familias, y profesores, con poca comunicación emocional, donde no se expresan los sentimientos abiertamente. Si en casa o en el colegio no se habla abiertamente y se validan los sentimientos, los adolescentes no se sentirán cómodos expresando lo que sienten, por lo que pueden recurrir al ghosting para evitar la confrontación. También existen dinámicas familiares donde se usa la crítica constantemente, criando a adolescentes con baja autoestima, quienes recurrirán al ghosting por miedo al rechazo.
P. ¿La proliferación de las redes sociales han influido en esto?
R. El ghosting no es nada nuevo, sin embargo, la tecnología y la manera de comunicarnos con esa inmediatez y superficialidad hace que esta práctica sea más fácil de llevar a cabo. La comunicación online facilita el ghosting y normaliza que no sea directa. Además, las redes pueden causar una falsa sensación de anonimato, lo que puede hacer que sea más fácil para los adolescentes desaparecer sin sentir las consecuencias emocionales.
P. ¿Cómo pueden actuar los padres si su hijo lo sufre?
R. Como padre o madre es fundamental ofrecerles un espacio seguro donde puedan expresar sus emociones sin ser juzgados. Validar sus emociones y comprender la situación, haciéndoles saber que su dolor es real y comprensible, sin minimizarlo. Ayudarle a gestionar la tristeza, la ira y la frustración, de manera saludable y reconociéndolas como parte del proceso natural de sanación. Fomentar la comunicación sana y enseñarle a expresar sus sentimientos de manera honesta y asertiva que le permitirá construir relaciones más sólidas en el futuro. Y, sobre todo, hay que evitar culparle, la responsabilidad del ghosting recae en quien lo realiza, no en quien la padece. Si la situación le afecta considerablemente, la ayuda psicológica le ayudaría a gestionar sus emociones y desarrollar herramientas para afrontar este tipo de experiencias.
P. Si saben que es su hijo el que lo hace, ¿cómo se debe abordar?
R. Nuevamente, el diálogo en un entorno seguro es crucial para expresarle tu preocupación y las consecuencias de sus acciones y cómo impactan y afectan a las demás personas, esto es justamente de lo que trata la responsabilidad afectiva, aunada a ayudarle a desarrollar la empatía y compasión por los demás. Recordando que los adolescentes aún están en proceso de desarrollar su madurez emocional y su capacidad de comprender los sentimientos de los demás. Todo esto siempre dejando claro que el ghosting no es una manera aceptable, ni saludable, de comportarse. Y de ser necesario, buscar apoyo psicológico.
¿Qué hacer tras una ruptura emocional?
Las personas han de lidiar con una etapa de duelo, que suele estar formada por distintas fases y que, en ciertas ocasiones, sobre todo en el caso de las mujeres, puede darse incluso durante los últimos compases de la relación. Sea como fuere, existen unas conductas que resultarán favorables tras una ruptura. Mientras que otras deben ser evitadas a toda costa.
Es necesario obligarse a dar ciertos pasos en favor de ello, tal y como aconseja Rosa Armas. Entre lo más recomendable: mantenerse ocupado, dedicándose tiempo a uno mismo y “mimándose”. Disfrutar de actividades y pasatiempos que resulten satisfactorios hará que se recupere la ilusión.
También es esencial dejarse ayudar por amigos y familiares, compartiendo momentos con ellos y tomándolos como punto de apoyo. Pero la psicóloga igualmente destaca la importancia de disfrutar de uno mismo.
Por otro lado, no se debe descuidar el aspecto físico y verse bien a uno mismo ayuda mucho.
Cómo saber si transito por una crisis de identidad
La pérdida de un ser querido, una ruptura sentimental o un contratiempo profesional: todas estas situaciones pueden sorprendernos a lo largo de nuestra vida. Es por eso por lo que nadie está exento de sufrir una crisis de identidad, un periodo marcado por las dudas en cuanto a uno mismo y su propia existencia. Estas crisis suelen ir acompañadas de una profunda sensación de vacío y del miedo a afrontar los cambios que se producen en el propio transcurso vital.
Las crisis de identidad pueden producirse en cualquier momento de la vida, aunque tienen una especial incidencia en periodos concretos como la adolescencia y en torno a los 40 años, según explica la psicóloga Alejandra Hernández en un artículo. El trabajo, las relaciones familiares o la orientación sexual se encuentran entre los motivos más habituales.
Tipos de crisis de identidad
La adolescencia se caracteriza por ser una etapa llena de cambios a nivel físico y psíquico. Las crisis de identidad se revelan en este caso como un proceso necesario para que el adolescente se conozca a sí mismo y el lugar que ocupa en el mundo. Las crisis en la adolescencia se caracterizan por la transmutación de las figuras de apego de los progenitores a las amistades y por las modificaciones en la apariencia física, la forma de vestirse y expresarse o de los intereses personales.
En la madurez, las crisis de identidad son multicausales y pueden derivar de cualquier cambio que se produzca a nivel físico y mental. La búsqueda de un empleo, un divorcio o la pérdida de un ser querido pueden hacer que las personas se replanteen el nuevo sentido que ha de tomar su vida. No obstante, las crisis de identidad también pueden darse sin ningún acontecimiento externo que les influyan aparentemente, si la persona se plantea qué quiere hacer con su vida o qué ha estado haciendo hasta ese momento.
Mención aparte merecen las crisis en torno a la identidad sexual, normalmente auspiciadas por los tabúes y la presión social por etiquetarse.
Cómo saber si sufro una crisis de identidad
Existe una serie de síntomas que pueden ayudarte a identificar si tú o alguien de tu entorno padece una crisis de identidad. La sensación de estar perdido, los sentimientos de vacío y soledad, la inestabilidad emocional o la ansiedad son algunos de ellos. A estos se suma la incapacidad para tomar decisiones, la dificultad para solucionar los problemas y el miedo a los cambios. Todo ello provoca pensamientos rumiativos, de la que los afectados no logran desconectar, lo que prolonga la situación hasta derivar incluso en una depresión.
Pese a todo, atravesar una crisis de identidad es un proceso normal que no puede ser tildado de trastorno ni de desorden. No obstante, para superarla puede ser preciso pedir ayuda a psicólogos profesionales, que ayuden al afectado a aceptar y entender las causas de su problema, reconducir su vida y tomar prevenciones para que no le vuelva a ocurrir.