Vida en familia
Paga semanal al niño: Puntos a favor y en contra
Como lo de la propina siempre es polémico, antes de sacar la cartera, hay que pensar a partir de qué edad se debería dar, cuánto dinero y con qué frecuencia. Por otro lado, dar pautas de educación financiera es clave
Los niños son consumistas porque lo han aprendido de los adultos. Te piden helados o chuches o juguetes simplemente porque se aburren o porque ven el estímulo delante de ellos, de la misma manera que tú te pides cualquier cosa innecesaria solo porque te aparece el anuncio en Black Friday. Ante las peticiones más o menos insistentes de sus hijos, hay padres que deciden comprar o negar la compra, evaluando caso a caso sobre el terreno, intentando enseñar a reflexionar sobre la necesidad real de cada gasto. En cambio, otros progenitores prefieren ahorrarse discusiones y peleas y darles a sus hijos una paga concreta de manera regular, para que sean ellos los que administren la pasta y decidan si vale la pena comprar algo o no.
Como lo de la paga siempre es polémico, antes de sacar la cartera, hay que pensar a partir de qué edad se da la paga (para que los niños sepan valorarlo a nivel matemático y vital), cuánto dinero darles y con qué frecuencia. No es lo mismo darle 2 pesos para que ahorre y vaya teniendo un colchoncito a uno que aún tiene los dientes de leche que 200 a la semana al adolescente para que se lo pula en videojuegos. Y por supuesto piensa también qué nivel económico tiene tu familia, para que la posible paga esté adecuada a vuestra realidad y no estés fomentando que tu hijo viva en una realidad paralela, poco realista.
Por si te ayudan en tu decisión de crianza económica, aquí tienes varias razones a favor y en contra de dar la paga semana a tu hijo.
A favor
· Tus hijos aprenderán a gestionar su dinero. Porque a diferencia de cuando los padres lo pagan todo, cuando la pasta desaparece de su hucha o de su bolsillo, notan lo que tardan en volverse a llenar tus reservas y acaban pensando en el medio y largo plazo.
· Aprenderán a priorizar y valorar mejor sus compras. Adiós a los impulsos, o, mejor: hola al remordimiento después del impulso. Seguro que esos postres o chuches que abandonan a los dos mordiscos porque no les gustan, pero por los que han protestado durante un buen rato para conseguirlos, les parecerán más apetitosos si los han pagado ellos.
· La paga fomenta la autonomía y la responsabilidad económica de tus hijos. A ver, esto no convalida las mates hasta sexto, pero calcular tu dinero siempre es más interesante que hacer ejercicios de sumas obligados por el profe.
· Apoya el ahorro y ayuda a organizarse y marcar objetivos. Los gastos hormiga los aprendes a sufrir de pequeño y quién sabe si te previene de futuras bancarrotas.
· Si además la propina es con dinero en efectivo, por ósmosis aprenderán una gran lección vital: solo se puede gastar lo que ya se tiene. Porque saber que el dinero no es ni mágico ni infinito (y que todas las presuntas facilidades digitales de préstamos, créditos e hipotecas llevan letra pequeña y te tendrán atado durante un buen tiempo) te sirve para siempre.
En contra
· Siendo realistas, casi todas las ventajas comentadas a favor de la paga también pueden aplicarse al dinero esporádico que les den las abuelas o les traigan el Ratoncito Pérez, Papá Noel o los Reyes Magos. No hace falta un flujo continuo de efectivo para aprender a ahorrar.
· No es obligatorio darles dinero. Porque no es una pensión de alimentos que la criatura necesite para subsistir. Es una costumbre social de muchas familias, pero que también hay muchas familias que no la practican. Cada niño es una criatura única, y en vuestro caso, puede ser el único niño sin paga semanal.
· Existe el peligro de que, si el crío se acostumbra a la propina, desaparezcan el esfuerzo y la ilusión de ahorrar y trabajar para comprarse algo. Cualquier hater de red social usa siempre el concepto de “la paguita” para desacreditar o atacar directamente a cualquiera con el que no esté de acuerdo. Pero lo cierto es que cuando una abuela da una moneda de manera aleatoria e inesperada, hace más ilusión que cuando sabes que el dinero cae sí o sí, de manera programada.
· No todas las familias pueden permitirse un gasto semanal, que en principio va aumentando con la edad del niño y que, por supuesto, debe equilibrarse con los otros hijos.
· No convertirás a tu hijo en un mantenido, no sufras, pero tampoco en un empleado a tiempo parcial. Si le das dinero sin que sea a cambio de tareas concretas, no obtendrás de él ninguna colaboración adicional, como pasa en las familias sin paga, y encima habrás perdido dinero.
· Cuando tus hijos necesitan algo, ya se lo compras tú. Y cuando quieren algún capricho, generalmente también acabas aceptando. Así que, si sumas todo lo que gastas al mes en tus hijos, verás que has gastado una buena cantidad y que no necesitan ingresos extra.
Incentivar la educación financiera
La educación financiera continúa siendo una asignatura pendiente en el sistema educativo. Seguimos a la cola de los países que realizan una buena formación financiera a sus estudiantes. Una materia que sigue sin aparecer en los planes de estudios de la Educación Primaria y muy vagamente se trabaja durante la Secundaria. Por lo tanto, tenemos una escuela que no prepara a los niños y jóvenes en la planificación y gestión de sus fianzas. Algo importante para su futuro.
En una sociedad como la nuestra, sumamente consumista, exigente y que va a una velocidad vertiginosa, es de vital importancia que los niños, desde pequeños, aprendan el valor del dinero y adquieran hábitos financieros saludables. No solo para aprender a gestionar correctamente su dinero, sino también para desarrollar su capacidad de retrasar la gratificación y la capacidad de ahorro. Una cultura financiera que les permita adquirir los conocimientos, habilidades, actitudes y comportamientos necesarios para poder gestionar sus finanzas personales.
La educación financiera es un elemento crucial para el desarrollo de una sociedad equitativa y próspera. Sus beneficios son múltiples, destacando la sustentabilidad económica, la planificación a corto y largo plazo y la toma de decisiones informadas y responsable en ámbitos mercantiles. Una educación esencial para el bienestar económico y la estabilidad tanto a nivel individual como colectivo. Se sabe que esta falta de alfabetización financiera tiene efectos importantes en el bienestar de la persona a lo largo de su vida, creándole mucha vulnerabilidad económica y provocando que sus gastos sean más impulsivos e innecesarios. Esta desinformación puede llevar a tomar malas decisiones que terminarán afectando el bienestar personal y familiar. La falta de formación puede provocar que el niño, en un futuro adulto, acabe asumiendo hipotecas de alto riesgo, caiga en fraudes, sea víctima de créditos con tasas de interés abusivas o realice inversiones económicas arriesgadas.
Desde una edad temprana es esencial enseñar al niño cómo funcionan los mercados financieros y cómo las decisiones económicas que vaya tomando, en su día a día, pueden afectar en su vida. Cuando un menor sea capaz de gestionar su propio dinero, le dará el valor que merece, sabrá invertirlo y ahorrarlo adecuadamente. Una buena educación financiera permitirá al niño valorar aquello que compra o ya tiene y, en un futuro, tener una buena estabilidad económica, adquirir las habilidades y conocimientos necesarios para administrar su dinero de manera efectiva y comprender el mundo de la inversión y las oportunidades que este puede ofrecer. Le dota de autoconocimiento e independencia, potenciando su autoestima, ambición y mejorando su calidad de vida y sus relaciones sociales.
¿Qué es la propina?
La propina es una cantidad de dinero extra que el niño puede dedicar a sus intereses o gustos administrada autónomamente, no reemplaza los gastos esenciales en su vida diaria como el micro o el recreo, pero puede servir para comprar equipamiento extra
¿Cómo podemos enseñar en casa educación financiera?
Enseñar al niño la diferencia que existe entre las necesidades básicas como la alimentación, la ropa, los estudios o los suministros de luz, gas o agua, y el capricho, el valor y el precio de las cosas, el ahorro o el ser avaro. Dejar claros estos conceptos le ayudará a convertirse en un consumidor inteligente y responsable.
El adulto debe convertirse en el mejor ejemplo a la hora de administrar correctamente el dinero en casa y hacer frente a los gastos. Será muy importante que el adulto explique al niño cómo se organizan el presupuesto y los gastos en el hogar y que le motive a participar en la gestión del dinero, ayudando a hacer la lista de la compra o aprender a comparar precios de los productos que más habitualmente se adquieren.
Dar una paga al niño semanalmente le ayudará a aprender el concepto de ingreso y practicar habilidades financieras como el ahorro y el gasto. Hay que recordar siempre que la paga no debe estar asociada a la realización de las responsabilidades que el menor tiene en casa. Además, se le pueden ofrecer oportunidades para que gane dinero, realizando alguna tarea extra o ayudando a algún familiar o vecino.
Alentar al menor a gestionar su propio dinero, siendo consciente de lo que tiene y gasta, inculcándole la cultura del esfuerzo para poder conseguir aquello que se proponga. Animarle a hacer una lista de deseos y ahorrar para conseguirlos a través de una hucha o una cuenta de ahorro infantil facilitará que consiga sus objetivos.
Enseñar al niño a comprar de forma inteligente y segura será fundamental para que se convierta en un consumidor responsable. Se le deberá explicar cómo puede comparar precios de un mismo producto para poder ahorrar, a analizar la publicidad y a elegir el producto que quiere comprar, teniendo en cuenta los pros y contras de su decisión como, por ejemplo, la calidad o la necesidad de utilización.
Un niño que adquiera unos buenos conocimientos y hábitos financieros será capaz de administrar su dinero de forma autónoma, responsable y eficiente. Dialogar abiertamente sobre el dinero en casa y enseñar cómo gestionarlo fomentará en el menor la paciencia, el valor del esfuerzo, la autoestima y le regalará los conocimientos necesarios para ser un adulto con una buena estabilidad económica. Como decía el economista y artista Phineas Taylor Barnum: “El dinero no sirve para nada, a menos que conozcas su valor por experiencia”.