El Carnaval Chapaco se acerca a su fin
El diablo chapaco, de la peña a la oscuridad
Todo empieza en la peña del Diablo, en donde se reúnen las personas participantes del barrio junto con todos sus diablos nuevos y los más antiguos. Los disfraces juegan un papel muy importante, pues al haberse transformado pierden el contacto social con las demás personas
El entierro del diablo se realiza el Domingo de Tentación, posterior al Martes de Challa y el Miércoles de ceniza, es símbolo de la culminación de la época de Carnaval., pero también es una celebración que rompe el esquema del catolicismo.
Pero, ¿qué significado tiene el diablo en el Carnaval? Un extracto del Calendario Cultural Chapaco desde la ciudad de Tarija de Daniel Vacaflores explica que la fiesta de los diablos en diferentes barrios de la ciudad es una celebración con orígenes campesinos. Las comparsas se disfrazan de diablos, diablas y diablitos, paseando a una imagen del Diablo, para finalmente enterrarla a orillas del río o quemarla y arrojarla a un barranco. Con esto se da fin al Carnaval Chapaco, se guarda el erque y se retorna tocando el violín.
La poeta y narradora tarijeña, Zulema Bass Werner, sostuvo que, según las historias populares, es en este día el diablo es enterrado nuevamente hasta el próximo año. En la ciudad, se celebra en el barrio Villa Abaroa a partir del mediodía, se reúnen las diferentes comparsas disfrazadas de viudas, todo esto se convierte en un verdadero corso informal, en el que resalta la música y el alcohol, pero sobre todo una imagen del diablo construida con cueros, trapos, maderas y aserrín. Al finalizar el día se trasladan a las pampas que bordean al barrio por el norte, que además hasta hace pocos años era el límite de la ciudad. Ahí prenden fuego a la imagen del diablo y la arrojan a un barranco o la dejan arder en medio de la pampa. Finalmente se entierra el carnaval hasta el próximo año y en el campo se repite el primer domingo.
Por otro lado, desde las Juntas Vecinales Fedjuve se defiende el festejo pero sin la “costumbre” del chicoteo que, afortunadamente, ya se ha dejado de lado. Anteriormente los diablos, podían chicotear a algunos espectadores, pero esto fue cambiando a medida que pasan los años, pues los actos de violencia ya no están justificados por las tradiciones
Es de conocimiento popular que anteriormente algunos barrios festejaban su propio carnaval. Entre estas zonas está el barrio San Luis, German Buch, Villa Avaroa y Luis Espinal. En estos lugares la tradición de celebrar la fiesta de los diablos es fuerte, aunque aún no se encuentra incluida en el programa oficial del Carnaval Chapaco del Municipio.
La Fedjuve defiende que las fiestas tradicionales que no se encuentran en inmediaciones al centro de la ciudad son otro potente atractivo turístico para los visitantes que buscan disfrutar profundamente de algunos rituales ancestrales.
La fiesta del diablo
Sobre este tipo de fiestas Vacaflores identificó momentos esenciales, tomando en cuenta su experiencia en el barrio Germán Busch. Todo empieza en la peña del Diablo, en donde se reúnen las personas participantes del barrio junto con todos sus diablos nuevos y los más antiguos. Allí, recogen al diablo, que normalmente es un muñeco que simboliza a este ser mítico que a la vez representa lo oscuro, las tentaciones y todo lo desbordante en el comportamiento humano.
Los disfraces juegan un papel muy importante, pues al haberse transformado los participantes en este personaje que luce ropas viejas, máscaras y trapos, ellos pierden el contacto social con las demás personas. Una singularidad es que sólo los varones pueden disfrazarse de diablos, aunque se han visto casos donde esta “norma” se transgrede sin mayor problema cultural.
El diablo, referente al muñeco que acompaña toda la celebración, puede variar de acuerdo a los barrios en cuanto a su material de fabricación. El de Villa Buch, es de plata pura con piedras incrustadas y es transportado en una especie de altar. Otro personaje que aparece es la wawa, un muñeco que reemplaza al diablo antes del entierro.
Otro momento importante es la challa. Vacaflores expone en su investigación que la challa se realiza con alcohol (en este caso chicha de maíz y chuflay), mojando directamente al Diablito Chiquito y a la Wawa, en el sentido del reloj. El bautizo de los nuevos participantes con el diablo, es quizás uno de los momentos que resulta más emblemático para las tradiciones católicas-cristianas, sin embargo, tiene bastante aceptación entre los vecinos o campesinos tarijeños. Se refiere al acto de echar un poco de alcohol, chicha, o la bebida que se estuviese consumiendo, en la cabeza del bautizado y comprometerse con el diablo por un lapso de tiempo voluntario para continuar con esta festividad. Además, se le puede pedir algo.
Los promesantes, que tal como esta denominación lo indica, cumplen una promesa al Diablo. La mayoría de ellos son erqueros, que van a la fiesta para tocar, gratuita y voluntariamente, y acompañar todo el festejo con la creencia que aquellos que no cumplen la promesa, deben aceptar los severos castigos que se les presenta.
El encierro del diablo es el momento final de la celebración. Se lleva a la figura de la wawa a orillas del río Guadalquivir, se cava un gran hueco, y allí, en las profundidades se la entierra, esperando el próximo año para su regreso.
Las mujeres diablas
Otra de las observaciones de Vacaflores, fue la participación de la mujer en este ritual. Las mujeres no pueden ser diablos, pero acompañan al diablo y participan en la logística de otros detalles sin ser excluidas. En una de las experiencias del antropólogo, contó que “en todo el proceso (de principio a final) estaban las dos hermanas del diablo viejo organizando todo, y parecían ser principales en todo, sabían qué tenían y querían hacer, se hacían respetar (incluso con el diablo más viejo)”, refiriéndose a la primera parte de la fiesta de los diablos.
El ritual de la fiesta del diablo en el carnaval
Los disfraces
Los disfraces juegan un papel muy importante, después de haberse transformado los participantes en este personaje que luce ropas viejas, máscaras y trapos, ellos pierden el contacto social con las demás personas. Pueden interpretar a mujeres u hombres, pero sólo los varones pueden disfrazarse.
El diablo
El diablo, referente al muñeco que acompaña toda la celebración, puede variar de acuerdo a los barrios. El de Villa Buch, es de plata pura con piedras incrustadas y es transportado en una especie de altar. Otro personaje que aparece es la wawa, un muñeco que reemplaza al diablo antes del entierro.
El entierro
El entierro del diablo es el momento final de la celebración. Se lleva a la figura de la wawa a orillas del río Guadalquivir, se cava un gran hueco, y allí, en las profundidades se la entierra, espera el próximo año para su regreso.