Vida en familia
“La Navidad tiene que ver con celebrar la vida, no con regalos”
Gema Sirvent, editora de literatura infantil publica, tras cinco años de investigación, ‘La Navidad desconocida’, un manual para toda la familia que desvincula esta fiesta del consumismo y donde recoge todas las tradiciones paganas
La Navidad comienza en la mayoría de los hogares latinoamericanos cuando se pone el árbol. Un simple gesto que se remonta a una tradición nórdica y germánica cuando la Navidad, antes de que la religión cristiana acuñara ese nombre, tenía su origen en la celebración de los ciclos del Sol. Gema Sirvent (Alicante, 47 años), editora de Libre Albedrío y escritora, recoge esta curiosidad en su nuevo libro informativo La Navidad desconocida. Historias olvidadas de la celebración del solsticio de invierno (Takatuka, 2023). Un manual para toda la familia lleno de datos, leyendas e historias que ha tardado cinco años en escribir, donde explica el verdadero origen de la Navidad y de todos los símbolos que seguimos utilizando y que provienen de tradiciones ancestrales.
Porque la Navidad que conocemos hoy en día es muy reciente. Dos ejemplos claros son el anuncio de Coca-Cola de los años cincuenta del pasado siglo que popularizó la figura actual de Papá Noel y la creación del calendario de Adviento con chocolatinas durante los años veinte. Incluso el carbón, un elemento esencial para poder sobrevivir durante la noche más larga del año, se convirtió en un objeto consumista cuando comenzó a comercializarse. Todos estos detalles vienen recogidos en el libro, acompañados e ilustrados por el trabajo de Armand para una lectura más sencilla.
“Tanto Patrick, mi editor, como yo queríamos recoger todas las tradiciones paganas y recuperar ese sentimiento de unión con la tierra y la naturaleza. Recuperar el verdadero significado del 25 de diciembre”, explica Sirvent todavía con jet lag tras volver de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara (México), la más importante del mundo editorial en habla hispana. Un trabajo exhaustivo de investigación que han intentado sintetizar, como ella misma asegura, para que el libro sea ameno, se pueda leer en familia y atrape al lector infantil. “Es el libro definitivo sobre la Navidad”, sentencia su autora.
PREGUNTA. ¿Por qué se desconoce el origen real de la Navidad?
RESPUESTA. Tiene mucho que ver con la globalización. La ficción en el cine, la publicidad y la literatura han hecho que se haya globalizado una narrativa única vinculada estrechamente sobre todo a la religión cristiana, que es la que más predomina en estas fechas. En el libro aparecen otras muchas tradiciones de otras religiones y, sobre todo, su relación con las tradiciones ancestrales, que es de las que bebe la cristiana. Todos los símbolos que utilizamos hoy están vinculados a los ciclos y al solsticio de invierno. Al hecho de que la vida en la Tierra dependa del Sol o de las cosechas. Y todas estas historias se han ido perdiendo a lo largo de los siglos porque se ha impuesto la narrativa común.
P. ¿Para qué edad es este libro?
R. Es un libro para toda la familia, para leer con los más pequeños de la casa en lectura compartida, pero también para personas curiosas de cualquier edad. Nuestra intención es que cada lector encuentre en él un interés. Por un lado, están las leyendas que se destacan en recuadros que llaman enseguida la atención y que, probablemente, sea lo que más va a interesar a los lectores infantiles. Por otro, encontramos datos curiosos, pequeños tips de información sobre nuevas tradiciones, anécdotas o información más detallada de algún hecho o detalle relevante. La lectura no tiene por qué ser lineal necesariamente. La idea es que sea un libro entretenido, ameno y que cada lector encuentre su propia motivación para leerlo.
P. Después de estos cinco años de trabajo, ¿cómo han evolucionado las familias y la Navidad?
R. Muchas familias hoy celebran la Navidad alejada de la tradición cristiana. Adoptan la costumbre de que Papá Noel o los Reyes traen los regalos, pero desvinculándola de ese sentir más religioso. Así que creo que es una buena oportunidad para que esas familias retomen esas tradiciones más antiguas. Desvincularla del consumo y retomar esas celebraciones que tienen mucho que ver con juntarnos los amigos, con volver a ver a la familia, con conectar unos con otros, con unirnos y con esa ayuda entre vecinos, entre el pueblo, para poder atravesar juntos el invierno que era lo que predominaba en la antigüedad. Dejar de trabajar por un momento, en aquel entonces en el campo y en las cosechas, y mirarse a los ojos. Ahora también trabajamos muchísimo y estamos todo el día corriendo de un lado para otro y la Navidad es una ocasión maravillosa para celebrar todo esto que hemos conseguido durante el año y esperar lo mejor del siguiente, juntos y conectando.
P. En el libro intentan mostrar que la Navidad no era un “si te portas bien habrá regalos”, sino que era una fiesta de unión y de reencontrarse con lo que la tierra da.
R. Los regalos sí que tienen una tradición, porque en las Saturnales romanas había regalos, pero no eran el eje principal de esta celebración. Todo parte del miedo a no poder atravesar la larga noche porque era el tiempo en el que escaseaban las cosechas, hacía más frío, la noche duraba más, necesitaban tener leña, de ahí también el árbol de Navidad y que su tronco sea símbolo de vida, de esperanza. Quien tenía su chimenea llena sabía que podría permanecer caliente esa noche tan larga. Es una celebración del resurgir de la vida en la Tierra y tiene mucho más que ver con esto que con los regalos.
P. ¿Qué cree que es lo que más le puede interesar al público adolescente del libro?
R. Van a encontrar un enfoque muy novedoso sobre esta celebración. La Navidad que tenemos tan interiorizada tiene raíces ancestrales y esto resulta muy atrayente para un público joven. No es una fiesta meramente religiosa, van a descubrir muchas historias desconocidas, leyendas de otras culturas, mitología nórdica, personajes mágicos… algunos malvados, supersticiones, el origen de los alimentos típicos y datos curiosos sorprendentes, ugly sweaters, caganers famosos, diosas japonesas del sol, incluso canguros que tiran de trineos. Y con unas ilustraciones de las que no te puedes perder un solo detalle, con muchos guiños a la cultura popular.
P. Muchas familias puede que se acerquen al libro con un poco de incertidumbre por si la magia de la Navidad desaparece, ¿qué les diría?
R. Que se acerquen y se pierdan en sus páginas con toda tranquilidad. No solo hablamos con todo respeto a la infancia de los personajes por todos conocidos, además van a descubrir muchas más leyendas, figuras entrañables, ritos y símbolos mágicos que probablemente desconocían. Es un libro, sin duda, lleno de magia y de historias cautivadoras.
P. Porque, al final, la Navidad debe seguir siendo un momento mágico para los niños, donde sientan la unión con la familia.
R. Claro, hay tantas leyendas tan bonitas que se pueden incorporar en el imaginario de los niños… No son solamente las que conocemos aquí, sino las que provienen de otros países, otras regiones y que pueden convertir esta celebración en un momento mágico, aunque sea solamente para contarnos historias. Y qué hay más mágico que el hecho de que la Tierra siga girando alrededor del Sol y que nosotros podamos celebrarlo cada año.
Puedes seguir Mamas & Papas en Facebook, X o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter quincenal.
¿Cómo gestionar la Navidad con niños sin nervios?
Cuando eres niño, hay una época mágica en la vida donde disfrutas de todo lo bueno de las fiestas navideñas: regalos con envoltorios vistosos, luces imaginativas que iluminan las calles, villancicos pegadizos que suenan por todas partes, reuniones familiares con primos que no veías desde hace tiempo, mucho dulce y muchas actividades infantiles. Pero para los padres la visión de la Navidad se centra más en una sucesión agobiante de colas, colas y más colas, con otros padres nerviosos y niños hiperactivos con los que solo serías comprensivo si fueran los tuyos, transportes públicos colapsados, megafonías atronadoras por todas partes con villancicos que ya no aguantas más y en este lado del mundo, o lluvia o calor o más lluvia. Además, están los ayudantes de Papá Noel que parecen salir del casting de una función escolar, rollos de papel de envolver que se han ido acumulando año a año que no te llegan para nada, pero que da pena tirar, y turrones que traen las visitas pero que son de sabores que no te gustan y que merodearán por casa hasta marzo.
Cuando llegas a una cierta edad, se te juntan en la cabeza los dos tipos de Navidades. Por un lado, la felicidad infantil, cuando no te tenías que ocupar de nada y todo era fiesta, felicidad y turrones, donde en muchísimas casas estaba toda la familia y en armonía. Y, por la otra, las navidades de ahora, en las que eres consciente de toda la logística, de los gastos y hasta de los triglicéridos, y cuando vas a montar la mesa te entra morriña por las sillas que ya no ocuparán los que faltan y emoción por las que ahora ocupará la familia que has creado.
Todo padre sabe por adelantado que se pondrá de los nervios ya a mitad de diciembre, cuando se adentre con sus wawas en una juguetería para intentar agarrar un catálogo entre decenas de adultos que pisotean, ignoran el espacio mínimo interpersonal y hacen sus pedidos a voz en grito sin darse cuenta de que hay niños a su alrededor.
O cuando intente compaginar tantas horas de vacaciones escolares con las obligaciones laborales adultas, con horarios y entregas concretos.
O cuando se pase horas comprando y cocinando manjares, para que luego los niños se llenen con ganchitos y aceitunas y dejen los platos chupados y medio llenos.
O cuando intente hacer una foto familiar de esas bonitas, de las que por fin se animará a enmarcar, y uno esté con los audífonos, otro con el celular, otro haciendo siesta y nadie haga caso.
Incluso en la mayor armonía familiar, económica y de salud, todo padre tendrá sus momentos histéricos, sobre todo cuando su Navidad idílica imaginada choque con la realidad concreta de su presente.
Pero el truco es recordar que es ahora cuando se están creando para tus hijos esos recuerdos maravillosos que les harán emocionarse y ponerse nostálgicos dentro de unos años (y, ya de paso, esperemos que también les hagan felices ahora). Así que olvídate de la perfección de las películas, series y reportajes del ¡Hola!, con banquetes espectaculares en mesas infinitas, llenas de criaturas repeinadas y trajeadas, posando con sonrisas deslumbrantes. Porque la vida real no es un catálogo ni una revista. Tiene niños que se manchan, que se enfadan, que se aíslan, que a veces ni saludan cuando llegan los invitados o sois vosotros los invitados, y que, según el día, igual ni dan las gracias después de todo el esfuerzo.
Y disfruta de lo que tienes, de lo que hayas podido comprar y cocinar, de las conversaciones que haya en la mesa y de las sonrisas de los críos en cada uno de los momentos navideños. Aunque estén manchados, se hayan caído tres copas, hayan saltado encima del sofá sin quitarse los zapatos y hayas limpiado la mesa aguantando los bostezos mientras los demás se lo pasaban bien.
Seguramente, tú también serás feliz al verlos felices. Y, además, tienes un comodín: cuando abras la heladera y te la encuentres llena de sobras que no hace falta cocinar experimentarás un momento mágico.
Feliz Navidad paternal a todos.
¿Qué hago para proteger el secreto de la Navidad?
Estamos ya en plena época navideña y en la mayoría de las casas donde hay niños pequeños se prepara todo con gran ilusión por la llegada de Papá Noel o los Reyes Magos para aquellos que guardan la tradición argentina o española. Generaciones de pequeños han vivido con nervios la magia de esas noches. Sin embargo, siempre llega el día en el que se descubre la verdad.
Los expertos recomiendan responder con la verdad ante la pregunta directa, pero seguir con las rutinas intactas. “Si el niño no pregunta, no hay necesidad de dar una información que va a romper la magia navideña”, defiende la pedagoga Patricia Romero. “Pero cuando pregunta es porque sabe algo. Y suele ser para confirmar lo que ya ha descubierto. En ese momento, si sigue habiendo niños en casa que creen, lo mejor es incluirlos como ayudantes de magia”, prosigue Romero. Según aconseja esta psicóloga, lo mejor es explicarles que, de la misma manera que ellos han vivido esa ilusión, es importante que ayuden a respetar este secreto para que los más pequeños puedan disfrutarla igual: “Que entiendan que empieza una nueva etapa en su vida en la que se les incluye en la de los adultos”.
Si se enfada, prosigue esta psicóloga, hay que explicarles que su existencia es parte del encanto navideño: “Que llevamos años, generaciones, haciéndolo y siempre de una manera muy simple y como una muestra de amor hacia los niños; para que vivan toda la magia navideña”.