Agenda verde
El poderoso agronegocio del Mercosur pasará a la ofensiva en la COP28
Tras años de adoptar una posición defensiva, el agronegocio del Mercosur ahora busca venderse como solución verde al cambio climático en la COP28. En la cumbre de Dubai se estrenará nuevo grupo de agricultura con participación de empresas transnacionales además de gobiernos y otros intermediarios co



En medio de las discusiones entre reducir o terminar con los combustibles fósiles, el sector de la agricultura suele no recibir la atención necesaria de las Conferencias de las Partes (COP), que concentran cada año las negociaciones climáticas internacionales.
Su responsabilidad en la crisis climática está establecida -representa un tercio de las emisiones globales que calientan el planeta- así como la urgente necesidad de que el sector se pliegue a acciones más ambiciosas para frenar la crisis.
En general, la postura del agro ha fluctuado entre un negacionismo férreo al consenso científico y la postura dilatoria que busca deshacerse de su lugar en el banquillo de los acusados.
En la COP28, que se realizará en Dubái a partir del 30 de noviembre, hay indicios de que esta posición dará un giro que, lejos de ser auspicioso, puede no solo evitar que asuman responsabilidades, sino ayudar a que otros actores, como las petroleras, laven su imagen con cuestionables créditos de carbono.
En la COP27, celebrada a fines de 2022 en Egipto, tras cinco años de deliberaciones, la llamada “Labor Conjunta de Koronivia sobre Agricultura” decidió darse una prórroga de cuatro años más bajo un aún más complicado nuevo nombre: “Labor Conjunta de Sharm el Sheij sobre la implementación de la acción climática en la agricultura y la seguridad alimentaria”.
Además recibió un solo mandato real: crear un sitio web donde documentar proyectos y una síntesis del trabajo hecho hasta el momento.
El espacio de agrocultura, establecido en 2017 para juntar a gobiernos y actores relacionados a un sector que es víctima y victimario del cambio climático, “contribuyó para compartir conocimiento científico, pero las limitaciones persisten en trasladarlos en acciones climáticas concretas”, de acuerdo con un análisis de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El resultado fue “decepcionante” para Brent Loken, científico jefe de Alimentación del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), quien indicaba que, aún si termináramos con los combustibles fósiles, solo con las emisiones del sector agropecuario bastarían para cruzar el límite del 1,5°C de calentamiento global.
El Mercosur, con posición común
El Mercosur —bloque económico de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay— tuvo mucho que ver con que cambie el nombre para que no cambie nada. Tras el anuncio, el entonces ministro de Agricultura de Paraguay, Santiago Moisés Bertoni, dijo que estaba satisfecho con el “logro de que la agricultura tenga su espacio propio en las discusiones climáticas”.
Incorporación Bolivia hace casi una década que aguarda por la incorporación plena al Mercosur; en agosto el parlamento brasilero dio su visto bueno pero aún no se concreta
Fue en un evento organizado en el pabellón del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) de la COP27.
Junto a Bertoni estaban Fernando Mattos, ministro de Agricultura de Uruguay, Fernando Zelder, secretario de Agricultura de Brasil, y Ariel Martínez, subsecretario de Agricultura de Argentina. Todos ellos afirmaron tener “una posición común” ante “toda esta narrativa contra nuestra agricultura”, según Zelder.
Para Mattos, “el riesgo que empieza a surgir es un neoproteccionismo basado en temas ambientales”. “Somos la única actividad productiva que captura carbono”, agregó el ministro, y completó que se necesitan “más herramientas biotecnológicas” para “evitar crisis alimentarias”, añadió.
Todo esto antes de repetir el grito sagrado de todos los representantes de agricultura del Mercosur, sean estos del gobierno o de las empresas, de izquierda o de derecha: “Somos parte de la solución, no del problema.”
De negar el cambio climático a venderse como solución
La negativa a asumir responsabilidad sobre las emisiones de la agricultura, el interés en posicionarse en mercados de carbono a través de cuestionadas metodologías y el uso del cambio climático como argumento para apoyar la aprobación de paquetes biotecnológicos es el tridente de los argumentos repetido tanto por los gobiernos como por el agronegocio regional.
Comandados por los nuevos gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasil, y Santiago Peña, en Paraguay, el consenso de las materias primas del Mercosur se mantiene en el conflicto por las nuevas cláusulas ambientales que la Unión Europea exige al bloque sudamericano para avanzar con el Tratado de Libre Comercio.
Varias de estas cláusulas tienen que ver con una mayor ambición en las metas de mitigación al cambio climático y la actualización de los inventarios de emisiones, un pedido que los países europeos ya pusieron sobre la mesa en las negociaciones de la COP27.
En una reunión en el Congreso de Brasil, en mayo pasado, el ministro de Asuntos Exteriores, Mauricio Vieira, dijo que el texto convertiría los compromisos voluntarios del Acuerdo de París en “obligatorios”, y sugirió el riesgo de sanciones a Brasil si el país no es capaz de cumplir sus objetivos.
También repitió lo que el ministro uruguayo Mattos había dicho cuatro meses antes en Egipto: evitar que “el ambiente se utilice como pretexto para medidas proteccionistas”.
En este contexto, Santiago Peña anunció un ultimátum: si la Unión Europea no retrocede, en 2024, el Mercosur buscará pasturas más verdes en los mercados de Singapur y Emiratos Árabes Unidos.
Peña debe asumir la presidencia del Mercosur en diciembre, justo antes de la COP28 que se llevará a cabo en Dubái, a la cual asistirá. Paraguay negocia en las COP en la llamada Asociación Independiente de América Latina y el Caribe (AILAC) que incluye a Costa Rica y Colombia, pero se encuentra en negociaciones para pivotar al grupo de Argentina, Brasil y Uruguay (ABU).
Greenwashing regenerado
El conflicto se extiende al glifosato, ya que el agronegocio del Mercosur está a la espera de una nueva aprobación de su uso en Europa.
Tras años de resistencias de comunidades, investigaciones censuradas, espionaje a críticos, procesos judiciales y la calificación de “potencialmente cancerígeno” por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los gremios de productores de soja del Mercosur ahora defienden al cuestionado herbicida —del cual dependen grandes lobbies como Cargill y Archer Daniels Midland Company (ADM)— con argumentos climáticos.
“El glifosato es una herramienta en los sistemas de agricultura regenerativa (…) promoviendo la biodiversidad, generando resiliencia y reduciendo la huella de carbono”, aseguran.
“Agricultura regenerativa” es un concepto que ha sido empujado durante la última década por el agronegocio. En teoría, se trata de aplicar medidas para mantener o capturar carbono en el suelo en vías de equiparar o incluso tener “saldo positivo” de emisiones.
Al igual que “carbono neutral”, es un concepto que parece tener un significado diferente según quien lo utiliza. Mientras multinacionales y gremios lo hacen para justificar la aplicación del glifosato, el popular documental “Kiss the Ground” sostiene que significa abandonar todos los agroquímicos.
Y, aunque un meta-análisis publicado en Nature en 2023 no encontró evidencias sobre la captura de carbono de la agricultura y la ganadería como medida contra el cambio climático, en Argentina ya existen varios proyectos que venden ese supuesto carbono en los mercados voluntarios.
En marzo de este año, gremios del agronegocio y medios de comunicación afines de ese país y de Paraguay crearon una campaña de desinformación utilizando un estudio de la NASA para decir que el sector era “un sumidero de carbono”, en una acción más del lavado de imagen verde, que también se conoce por el término inglés greenwashing.
Pero, esto fue desmentido por uno de los científicos que aparece como autor del estudio. El mismo argumento se esgrimió para defender la Ley de Mercados de Carbono que el Congreso paraguayo aprobó en septiembre de 2023, y que incluye a la agricultura y a la ganadería como vendedores de créditos.
Un dato más: entre los objetivos del nuevo grupo de Agricultura que se estrenará en Dubái se incluye empujar el “manejo del carbono en el suelo”, un tema que, en conjunto con la llamada agricultura regenerativa, aparecen entre los principales puntos del proyecto que Emiratos Árabes Unidos busca impulsar en la COP28 junto a empresas alimentarias transnacionales como Nestlé.
Este artículo es parte de la Comunidad Planeta, un proyecto periodístico liderado por Periodistas por el Planeta (PxP) en América latina, del que IPS forma parte. Se elaboró en el marco de la iniciativa Comunidad Planeta en la COP28.
Siete razones para detener el tratado UE- Mercosur
Aunque son gobiernos de diferente signo los que vienen negociando el acuerdo UE-Mercosur de libre comercio, detenido actualmente por las exigencias ecológicas que ocultan afanes proteccionistas del viejo continente, hay organizaciones relevantes que combaten activamente el mismo, como la organización Amigos de la Tierra, que plantea siete razones para oponerse.
1. Daña el medio ambiente
En los últimos años la deforestación de la Amazonia brasileña ha aumentado un 59,5 %. Su destrucción está alcanzando un punto crítico de no retorno que la acabará convirtiendo en una sabana seca, con profundas consecuencias sobre la biodiversidad, la captura de carbono, los regímenes de precipitaciones y los medios de vida de las comunidades.
2. Empeora el cambio climático
Estando en una emergencia climática sin precedentes, llevar a cabo un tratado que va a potenciar los principales factores que están detrás de la destrucción de la Amazonia, el mayor sumidero de carbono del planeta, no parece el escenario más esperanzador sino todo lo contrario.
3. Envenena a las personas y a la naturaleza
En caso de ratificarse, el tratado UE-Mercosur fomentará la exportación de plaguicidas tóxicos europeos a la región de Mercosur, amenazando así la salud de las poblaciones y la biodiversidad. In incluyendo 24 que están prohibidas en la UE y que paradójicamente contaminarán frutas y verduras que serán exportan a los supermercados europeos.
4. Pone en peligro los derechos humanos y laborales
Tanto la deforestación como los proyectos de minería a gran escala y de gigantescos monocultivos, amenazan directamente a las poblaciones indígenas, a las comunidades rurales y a los trabajadores y trabajadoras de toda la región.
La impunidad empresarial campará a sus anchas, ya que este tratado no incluye estándares vinculantes de derechos humanos y laborales. No se imponen medidas de sanción a las violaciones de dichos derechos y tampoco normas que obliguen a las empresas a rendir cuentas de sus actividades.
5. Es antidemocrático
Las negociaciones del tratado se están realizando en un marco opaco y de secretismo. No existe participación de la sociedad civil, ni mucho menos se consulta a las comunidades locales implicadas. No solo hay partes del tratado que ni siquiera se publican ni traducen, sino que además ciudadanía y países que se oponen frontalmente al acuerdo son ignorados de manera sistemática.
6. Va a beneficiar masivamente a las grandes corporaciones
Grandes multinacionales europeas han presionado poderosamente a los países de la UE y del Mercosur para que adopten este tratado. No en vano la gran agroindustria, a las corporaciones agroquímicas y a la industria automovilística europea prevén beneficiarse desproporcionadamente a, a expensas de las pequeñas y medianas empresas, así como de las pequeñas explotaciones agrícolas familiares. Por el contrario, el desarrollo de los países implicados en términos de PIB va a ser muy reducido o incluso prácticamente nulo.
7. Es un tratado neocolonial
Ya no estamos en el s XV. sin embargo, repetimos patrones con esta nueva forma de colonialismo depravado: las grandes potencias del Norte extraen las materias primas del Sur global e importan sus recursos naturales a Europa atentando contra la subsistencia de las comunidades locales. Aún a día de hoy, las relaciones comerciales entre ambas regiones siguen siendo altamente asimétricas.
Por todas estas razones nos oponemos al tratado UE- Mercosur, y proponemos un proceso democrático abierto, la aceptación de la responsabilidad histórica por parte de la UE y un modelo de cooperación económica y política que se construya en torno a las necesidades de las personas, los servicios públicos, el trabajo de cuidados, la soberanía alimentaria y la sostenibilidad.