El valor histórico de la Batalla de La Tablada en Tarija
Tarija fue una de las últimas plazas liberadas por el ejército del norte argentino, comandado por el General Belgrano. La batalla de La Tablada fue protagonizada por el entonces joven Gregorio Araóz de Lamadrid apoyado por los caudillos locales que hicieron sucumbir a las tropas españolas



En Tarija contamos los días de libertad empezando desde el 15 de abril de 1817, pues, aunque el control del valle central todavía cambiaría de manos en varias ocasiones hasta la consolidación de la independencia del país, en Tarija quedó claro que no había vuelta atrás.
La Batalla de La Tablada fue importante en tanto cortaba la salida realista desde las cumbres andinas al Chaco y a la llanura del río de La Plata, pero además es parte importante en la historia que vincula a este departamento con la historia argentina y particularmente con uno de sus próceres: Manuel Belgrano.
Belgrano (1770 – 1820) fue un abogado, economista, periodista, político, diplomático y militar argentino que se formó en la firme defensa del virreinato de La Plata contra las invasiones inglesas, para pronto convertirse en un firme defensor de la independencia, eso sí, con una convicción monárquica y democrática que le jugó malas pasadas en sus relaciones internas.
A principios de mayo de 1810 Belgrano fue uno de los principales dirigentes de la insurrección que se transformó en la Revolución de Mayo. En ésta su actuación fue central, tanto personalmente como en su rol de jefe del carlotismo. Participó en el cabildo abierto del 22 de mayo y votó por el reemplazo del Virrey por una Junta, que fue la propuesta vencedora. El 25 de mayo fue elegido vocal de la Primera Junta de Gobierno, embrión del primer gobierno patrio argentino.
Aunque no era militar profesional, la Primera Junta nombró a Belgrano al mando de la expedición militar a la provincia del Paraguay y después se consolidó como jefe del Ejército del Norte, lo que unido a sus dotes políticos y diplomáticos, le creó no procos problemas políticos.
Sea porque muchos lo querían lejos de la política, sea por empeño personal, Belgrano se entregó a fondo en la misión de consolidar la frontera norte de las Provincias Unidas del Río de La Plata, desde donde además anhelaba ampliar la influencia hacia el Alto Perú.
De su alternancia militar y política destaca la propuesta del modelo de Estado que planteaba en base a su propia formación y experiencia, pero también ambición:
El 6 de julio de 1816, Belgrano expuso ante los diputados del Congreso de Tucumán, en dos reuniones, una propuesta de instaurar una monarquía casi nominal que ofrecía el trono a los descendientes de los Incas. Según este Plan del Inca48 muy probablemente proyectó que el título correspondiera a Juan Bautista Túpac Amaru, único hermano sobreviviente conocido del inca Túpac Amaru II,49 y un gobierno efectivo de tipo parlamentario, con el objeto de lograr el pronto reconocimiento a nivel internacional de la independencia argentina.
Su propuesta de implantar una monarquía inca parlamentaria fue ridiculizada por sus contemporáneos que apoyaban la formación de una república. Sin embargo, obedecía a un inteligente cálculo por parte de Belgrano: la oferta de la corona a los Incas buscaba atraer la adhesión de parte de las poblaciones incas de las actuales zonas andinas de Bolivia, Perú y Ecuador al movimiento emancipatorio que se gestaba desde Argentina y que aunque había prendido, estaba lejos de lograr la cohesión necesaria para triunfar, algo que se logró muchos años después con Simón Bolívar.
En cualquier caso, fue, con San Martín y Bernardo de Monteagudo, uno de los principales promotores de la Declaración de la independencia de las Provincias Unidas en Sud América, en San Miguel de Tucumán, el 9 de julio de 1816.
Última misión en el norte
En agosto de 1816 Belgrano se hizo cargo nuevamente del Ejército del Norte; pero no pudo organizar una cuarta expedición al Alto Perú, aunque sí lanzó la misión más relevante que nos atañe: envió al teniente coronel Gregorio Aráoz de Lamadrid, en marzo de 1817, hasta las cercanías de Tarija donde participó de la batalla de La Tablada dando por liberada esta tierra. Lamadrid sin embargo calculó mal las tropas enemigas y con apenas 400 hombres, atacó Chuquisaca por sorpresa. Fue derrotado y tuvo que huir por la sierra y la selva, volviendo a Tucumán por el camino de Orán.
Belgrano se quedó en el norte socorriendo a los leales a la causa y sofocando los conatos de insurrección y rebeliones en Salta y Tucumán, hechos puntuales que amenazaban con desangrar a la joven república instalada.
Cuando el gobierno ordenó a Belgrano – jefe del Ejército del Norte – y a San Martín – jefe del Ejército andino que liberó Chile – retornar al país para controlar los desmanes internos, San Martín lo ignoró y Belgrano frenó sus incursiones y se dirigió hacia Santa Fe, pero ya muy enfermo acabó dejando sus cargos. Belgrano llegó a Buenos Aires en plena Anarquía del Año XX, ya seriamente enfermo de hidropesía. Esta misma enfermedad lo llevó a la muerte, el 20 de junio de 1820.
Los caminos de la Independencia
La independencia de Sudamérica se consolidaría unos años después gracias al empuje de los comandantes argentinos desde el sur y a las tropas de Bolívar desde el norte. Los principales hitos que consolidaron el objetivo fueron:
La Expedición Libertadora del Sur: En 1819, el general argentino José de San Martín lideró la Expedición Libertadora del Sur, una campaña militar que tuvo como objetivo liberar Chile y Perú del dominio español. La campaña fue un éxito y San Martín logró derrotar a las fuerzas realistas en Chacabuco y Maipú, consolidando así la independencia de Chile. Luego, se dirigió a Perú y logró la independencia de este país en 1821.
La Campaña de Bolívar: En 1819, Simón Bolívar lideró una campaña militar que tuvo como objetivo liberar Venezuela, Colombia y Ecuador del dominio español. Durante esta campaña, Bolívar logró importantes victorias en las batallas de Boyacá y Carabobo, consolidando así la independencia de Colombia y Venezuela. Luego, se dirigió a Ecuador y logró la independencia de este país en 1822.
La Batalla de Ayacucho: En 1824, las fuerzas independentistas lideradas por Antonio José de Sucre y Simón Bolívar lograron una importante victoria en la Batalla de Ayacucho, que tuvo lugar en el Perú. Esta batalla marcó el final de la Guerra de Independencia de América del Sur y consolidó la independencia de los países de la región.
Los nombres clave de la Batalla de La Tablada
Eustaquio Méndez
Más conocido como el “Moto”, ha sido el gran líder independentista de la región de Tarija que participó en la Batalla de la Tablada junto a las fuerzas enviadas por Belgrano y en otras muchas escaramuzas similares. Méndez fue uno de los principales organizadores del movimiento que consolidó la libertas en Tarija y fue clave para la victoria sobre las fuerzas realistas en esta batalla.
Araoz de Lamadrid
Gregorio Araoz de Lamadrid, nacido en Tucumán en 1895, era por entonces un joven cuasi temerario que se unió con fervor al ejército de Belgrano en la lucha por la independencia. Araoz de Lamadrid fue mandado a verificar lo que sucedía en el valle de Tarija y no dudó en lanzar un ataque en La Tablada que doblegó a los realistas, pero poco después se lanzó sobre Chuquisaca y fue derrotado. Su biografía está plagada de historias similares.
Uriondo
Francisco Pérez de Uriondo (Santiago de Chile, 14 de noviembre de 1784 - Salta, 7 de febrero de 1822) fue un militar y político de origen chileno que participó destacadamente en la guerra de la Independencia Argentina, participando en la guerra gaucha siendo caudillo de caudillos o comandante de los caudillos de Tarija.
Fue gobernador de Tarija por elección del voto popular y logró desligar al territorio de Tarija de la administración del gobierno rioplatense, pero manteniéndose dentro de la jurisdicción de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
La capitulación realista; el inicio de la libertad
Después de la escaramuza en La Tablada, el comandante Gregorio Aráoz de La Madrid recuerda en sus memorias que regresó vencedor al campamento de San Roque, entre las atronadoras vivas de sus soldados y del pueblo que lo seguía; luego mandó poner en libertad a los prisioneros que estaban heridos, con especial encargo de ir a ver a su jefe y decirle que sólo con 35 húsares había derrotado a más de 140 de los suyos, que no les quedaba ya más remedio que rendirse o perecer dentro de sus trincheras, que iban en seguida a ser asaltadas. Luego el comandante La Madrid se trasladó con la artillería toda y los infantes al morro de San Juan, ordenando suspender el fuego para ver qué efecto producía en la plaza el informe de los prisioneros. Al notar correteos de oficiales en la plaza y que llamaban a junta de jefes, destacó al ayudante Manuel Cainzo, con una intimación para el Señor Teniente Coronel y Comandante de la Guarnición de Tarija D. Mateo Ramírez que decía:
“Nunca ha sido impropio de oficiales de honor el rendirse a discreción, cuando no tienen como sostenerse ni esperanza de auxilio como usted, pues ni Lubin, ni O’Relly, a quienes usted ha escrito para el efecto, pueden hacerlo porque no tienen una fuerza capaz de resistir a la mía. En esta virtud puede usted verificar su rendición, en la inteligencia que serán tratados, tanto usted como sus oficiales y tropa, con todo el aprecio y distinción propio de mi carácter y en caso contrario verificaré, dentro de cinco minutos, lo dicho en mi oficio de ayer. Ya lo supongo a usted impuesto de la suerte que ha corrido el comandante Malacabeza por los prisioneros que le he remitido, pero sin embargo le anoticio: que los muertos son 65, prisioneros 40, fusiles tomados 70. Todo lo que prueba su propia ruina y me hace creer que no se derrame más sangre. Dios guarde a usted muchos años. -Alto de San Juan, abril 15 de 1817”.
Después de pocos momentos regresó el teniente Cainzo, portador de la respuesta siguiente:
“Visto el oficio de usted, que acabo de recibir, en que se me hace la segunda intimación, anticipándome haberme negado los recursos pedidos a Lubin y O’Relly, por la toma, según se deja entrever, de los pliegos que remití a estos. Contesto a Ud. que este motivo no es bastante para desmayar yo ni mis oficiales para sostener hasta el último extremo las armas de S.M. en esta plaza, pues aún tengo fuerzas suficientes y bien dotadas de lo necesario, según lo verá Ud. Más la derrota que ha sufrido el escuadrón de caballería me hace entrar en capitulación consultando con la humanidad por parte de ambas divisiones, si la admite usted bajo los términos siguientes.
1°. –Que se nos reciba prisioneros a todos los de esta guarnición con los honores de la guerra, y uso de espadas para los oficiales, permitiéndonos bagajes hasta el depósito de prisioneros.
2°. –Que los paisanos a quienes hemos comprometido a tomar las armas sean bien tratados, permitiéndoseles la existencia al lado de sus familias.
3°. –Que entren en la Plaza solo las tropas de línea, que eviten todo desorden en el pueblo.
Bajo estas bases y persuadidos que Ud. como oficial de honor, que sabe observar lo propuesto, hemos venido en ello unánimes y conformes, de cuya aceptación espero el aviso.
–Tarija, abril 15 de 1817. –“.
Contestación a la propuesta anterior:
“En el oficio de usted que acabo de recibir he tenido a bien admitir la rendición de esa plaza, bajo los tres artículos propuestos, por una generosidad propia del carácter americano, en la inteligencia de que ahora mismo deberá salir con toda la guarnición a rendir las armas al campo de las Carreras, situado al este del pueblo, con sus respectivos jefes y oficiales.
–Dios guarde a usted muchos años. –Alto de San Juan, a 15 de abril de 1817. Gregorio Aráoz de La Madrid”.
En consecuencia, pocos momentos después se presentaron 300 hombres con sus jefes y oficiales a la cabeza y rindieron las armas ante la bandera argentina, en el campo llamado de «Las Carreras» de la Villa de Tarija, un coronel, tres tenientes coroneles, dieciséis oficiales y trescientos soldados del regimiento de los Granaderos del Cuzco. Siendo los trofeos de este espléndido triunfo, 400 fusiles, 140 armas de todas clases, 8 cajas de guerra, una bandera y muchísimos otros pertrechos militares.