Agenda verde
COP27: Acuerdos de una cumbre en la que el Sur se rebeló, pero poco
La COP27 pacta un fondo inconcreto para reparar los estragos climáticos causados en países pobres ante la decepción de la UE. El texto mantiene un débil acuerdo para contener el calentamiento mundial por debajo de 1,5 ºC



En medio de una crisis energética y de precios global, con una guerra en el corazón de Europa y con la atención internacional alejada de la emergencia climática, los representantes de las casi 200 naciones que han participado en la cumbre de Sharm el Sheij, la COP27, han cerrado en la madrugada de este domingo un acuerdo que puede ser determinante para el futuro de los países más vulnerables al calentamiento global. Tras más de dos semanas de complicadas negociaciones, de esta ciudad egipcia sale el compromiso de crear un fondo destinado a las naciones más expuestas para que puedan hacer frente a las pérdidas y daños que genera y generará el cambio climático. Sin embargo, en la cumbre no ha salido adelante el llamamiento que querían algunos países y organizaciones ecologistas a eliminar progresivamente el uso de todos los combustibles fósiles, principales responsables del calentamiento.
El punto estaba en las agendas de los países del “sur global” y en ese sentido, es una victoria política y diplomática, eso sí, con muchas reservas, pues además los países más reticentes, como los de la Unión Europea, se guardan una excusa al no plasmar también en ese documento el compromiso para acelerar la reducción de emisión de gases y de uso de combustibles fósiles.
El vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea (CE), Frans Timmermans, que debería ser uno de los grandes donantes a ese nuevo fondo, se mostró "decepcionado" por no haber conseguido que se adoptara "un lenguaje fuerte" en materia de reducción de emisiones el texto final.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, igualmente en representación de los países ricos contaminantes históricos, dijo que lo acordado por la COP27 en Sharm El Sheij "marca un pequeño paso hacia la justicia climática", pero advirtió de que "se necesita mucho más para el planeta".
"La COP27 ha mantenido viva la meta de los 1,5 ºC de elevación máxima hasta final de siglo. Desafortunadamente, sin embargo, no ha cumplido con el compromiso de los principales emisores del mundo de reducir gradualmente los combustibles fósiles, ni con los nuevos compromisos sobre la mitigación climática", lamentó Von der Leyen. "Hemos tratado algunos de los síntomas, pero no hemos curado al paciente de la fiebre", consideró.
"Para hacer frente al cambio climático es necesario que todos los flujos financieros apoyen la transición hacia una economía de baja emisión de carbono: la UE vino aquí para conseguir un lenguaje fuerte y estamos decepcionados por no haberlo conseguido", señaló Timmermans, responsable comunitario del Pacto Verde en su discurso final en el plenario.
Victoria de unos, ¿derrota de otros?
La decisión de crear este fondo –adoptada de madrugada- fue recibida con aplausos por los representantes de casi 200 países presentes en la sala de conferencia, extenuados tras dos semanas de sesiones prolongadas dos días más de lo programado.
Para muchos observadores esta es un éxito diplomático y político de las naciones en vías de desarrollo y de los defensores de la justicia climática, quienes han venido exigiendo al mundo industrializado una respuesta solidaria, en forma de justa compensación económica, como contrapartida a los sucesos de meteorología extrema (sequías, incendios forestales, inundaciones y demás) a los que se han debido enfrentar a causa de las emisiones que calientan el planeta y originadas en el mundo industrializado.
Sin embargo, las naciones desarrolladas eluden hablar de “compensaciones” o “responsabilidad” y entienden que el fondo sencillamente debe servir para reparar y restaurar servicios y equipamientos en los países más trágicamente golpeados por estos episodios devastadores.
El acuerdo deja claro que las naciones desarrolladas no contraen una “responsabilidad legal” jurídica, algo que abriría las puertas a tener que afrontar indemnizaciones por estragos antes posibles demandantes.
Sin embargo, quedan por resolver muchos detalles de fondo, algo de lo que se encargará un nuevo comité que informará el próximo año.
Tras las agotadoras negociaciones a lo largo dos semanas, la Unión Europea se avino a la idea de crear este fondo para pérdidas y daños, aunque insistió en que los recursos deberían proceder de diversas fuentes de financiación, y no solo de las naciones comúnmente consideradas ricas; y, además, deberían destinarse a las naciones particularmente afectadas por los efectos del calentamiento.
La solución, que aún cuenta con muchos detalles por perfilar, respalda la fórmula de "solución mosaico" que pedía el bloque negociador de la Unión Europea, entre otros países, que abogaban por recurrir a nuevos instrumentos financieros para ayudar a costear los daños.
La intención de la UE es que también contribuyan otras naciones que ya no deberían ser consideradas como “países en desarrollo” (tales como China, Arabia, Kuwait o los Emiratos Árabes).
El acuerdo en este punto se vio facilitado cuando EE. UU., un opositor durante años a este fondo, decidió no bloquearlo, cedió y abrió la puerta a su creación al aceptar su discusión en la agenda al comienzo de la cumbre.
Sin recursos concretos
Sin embargo, el fondo carece ahora de recursos concretos y no hay garantía de que los países ricos desembolsen nada que sea proporcional a los crecientes costos de los desastres climáticos en las comunidades menos capaces de hacerles frente.
En 2009 (cumbre de Copenhague) los gobiernos del mundo acordaron que los países ricos proporcionarían 100.000 millones al año en financiamiento climático a los países en desarrollo para 2020 y, sin embargo, esto aún no se ha materializado.
Pese a todo el fondo para pérdidas y daños en Cop27 ha sido aclamado como un posible punto de inflexión con el que se reconoce que las grandes desigualdades que genera la crisis climática han quedado al descubierto y reconocidas.
“Esta es una gran victoria para la justicia climática que da esperanza a los muchos millones en el Sur Global que se encuentran en la primera línea de una crisis climática que empeora rápidamente y que no han creado”, dijo Rachel Cleetus, directora de políticas de la Unión de Científicos Preocupados.
Nabeel Munir, diplomático pakistaní y negociador principal del grupo de países en desarrollo G77, le dijo a The Guardian: “Es un momento histórico. Es la culminación de 30 años de trabajo y el comienzo de un nuevo capítulo en la búsqueda de la justicia climática. Un rayo de esperanza para los países más afectados por los daños inducidos por el clima”.
Metas de mitigación
El texto de la declaración política recoge las propuestas consensuadas por las partes para contener el calentamiento global por debajo del 1,5 ºC respecto a los niveles preindustriales a fin de evitar las peores consecuencias de la crisis climática, como recomienda la comunidad científica y refleja el Acuerdo de París.
Las propuestas incluidas en el apartado de mitigación -reducción de emisiones de gases invernadero- no aportan cambios sustanciales ni avances respecto al Pacto de Glasgow, el acuerdo de COP26 celebrada en la ciudad escocesa, como criticaron organizaciones ecologistas y también la ministra española de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en declaraciones a los medios.
La declaración de Sharm el Sheij insta a los países a reducir progresivamente la generación de energía a partir del carbón -a no ser que cuenten con tecnologías de captura y almacenamiento de carbono para atrapar el CO2- y a abandonar gradualmente los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles, según las circunstancias nacionales, un petición que ya estaba plasmada en el texto de Glasgow.
También reconoce la puesta en marcha de la Red de Santiago, un programa de asistencia técnica para minimizar las pérdidas y los daños causados por los efectos adversos del cambio climático, un sistema de apoyo al fondo que dirigiría las ayudas hacia las reparaciones climáticas en países más afectados.
La meta del 1,5 ºC y los planes de acción
La mayor controversia de este acuerdo ha sido la actualización de las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés) para lograr el objetivo de limitar el calentamiento global del Acuerdo de París.
En París (2015) se estableció que el incremento máximo de la temperatura estuviera muy por debajo de los 2 °C (respecto a la época preindustrial) y proseguir los esfuerzos para que no rebasara los 1,5°C pero tras alarmantes informes de la comunidad científica obligaron en Glasgow a situar como meta preferente los 1,5°C.
Eso dio como resultado el año pasado la obligación de que cada país revisara y reforzara sus planes de acción climática para presentarlos en 2022 (sin tener que esperar a hacerlo cada 5 años, como fija el Acuerdo de París). Pero este mayor grado de exigencia no se ha recogido en la cumbre de Egipto.
El pragmatismo en la
transición se impone
Arabia Saudí, pese a haber mantenido un perfil muy bajo durante la COP, emergió como uno de los principales países que bloquearon el avance exigido por la UE en la transición acelerada de combustibles, que costará mucho más en los países pobres, y terminó logrando la eliminación a este punto en la sección de energía del acuerdo para relegarlo a la de ciencia.
Timmermans insistió que la "UE trató de cerrar estas brechas" y mostró su ambición para que se eliminen gradualmente los combustibles fósiles, pero adelantando plazos a 2030, algo que apoyan "más de 80 países". "Lamentablemente, no vemos esto reflejado aquí", señaló. En Sudamérica tal aceleración es simplemente una utopía, más cuando jamás se han compensado las causas del atraso y se limita el crecimiento precisamente en nombre del clima.
En cambio, el secretario general de la ONU, António Guterres, cree que se ha dado un paso importante hacia la justicia. "Acojo con beneplácito la decisión de establecer un fondo para pérdidas y daños y ponerlo en funcionamiento en el próximo período. Claramente esto no será suficiente, pero es una señal política muy necesaria para reconstruir la confianza rota", indicó en Twitter.
Para Timmermans, en cambio, el documento acordado, si bien "no bloquea" el camino al 1,5°C, "pone barreras innecesarias en el camino y permite a las partes rehuir de sus responsabilidades".
Y es que, según el responsable comunitario, hay "muchas partes, demasiadas partes, que no están dispuestas a avanzar hoy en la lucha contra la crisis climática", y que tienen "miedo a la transición que se avecina"; sobre todo por la crisis mundial tras la invasión a Ucrania, que puede derivar en una recesión global por las medidas que están tomando los Bancos Centrales para controlar la inflación.
"Se preguntan el cómo, no el por qué. Entiendo esas preocupaciones. Muchos europeos las comparten. Pero quiero pedirles a todos que encuentren el coraje para superar ese miedo. Y les tiendo la mano para ayudarles", informa Efe.