Economías en desarrollo crecerán menos en 2022 y 2023
Post-pandemia sin sorpresas: Países ricos crecerán más que los pobres
Tras un 2021 de rebote por la recuperación de la demanda de materias primas, ya en el corto plazo se prevé que los países que dedicaron ingentes cantidades de dinero a proteger el empleo en la empresa privada se recuperen mucho antes que los que optaron por el clásico ajuste liberal, destruyendo emp



Cuatro factores conducen a un menor crecimiento de la economía mundial este año y en 2023: nuevas oleadas de covid-19, los retos del mercado laboral, los desafíos en las cadenas de suministros y las crecientes presiones inflacionarias, de acuerdo con un nuevo informe de Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En América Latina y el Caribe se prevé que el crecimiento del producto interno bruto (PIB) sea de 2,2 % en 2022, frente a 6,5 % de 2021, con una creación de empleo insuficiente en cantidad y calidad. En la mayoría de los países, las tasas de desempleo “siguen siendo significativamente más altas que antes de la pandemia”.
América del Sur crecerá solo 1,6 % este año, mientras que las perspectivas de corto plazo son más favorables para América Central y sobre todo para el Caribe, donde la reanudación del turismo apoyará la recuperación económica.
La pandemia, dice el informe, “amenaza con dejar cicatrices duraderas en las economías de la región, incluido un mayor desempleo y pobreza, mayor desigualdad y mayores cargas de deuda”.
En el plano global, la economía mejoró en 2021 por un elevado gasto de los consumidores, cierto repunte de la inversión y un comercio de bienes que superó los niveles previos a la pandemia, pero el crecimiento se desaceleró a finales de 2021, especialmente en China, Estados Unidos y la Unión Europea.
Esta ralentización se debió en parte a la etapa final de los paquetes de estímulo económico y fiscal, y a importantes interrupciones en las cadenas de suministros.
América Latina se benefició de la fuerte demanda de China y Estados Unidos, los altos precios de las materias primas y el aumento de las entradas de remesas, pero la recuperación no fue suficiente para revertir los daños de la pandemia, que empujó a millones de personas al desempleo y la pobreza, indicó el reporte.
En las economías desarrolladas, “la escasez de mano de obra está agravando los problemas de las cadenas de suministros y las presiones inflacionarias. Al mismo tiempo, el crecimiento del empleo en los países en desarrollo sigue débil, en medio de un menor progreso de la vacunación y un gasto de estímulo limitado”.
Se pronostica una recuperación lenta del empleo tanto en África, como en América Latina y el Caribe y en Asia occidental. En muchos países, el ritmo de creación de empleo no es suficiente para compensar las pérdidas de empleo anteriores.
También se prevé que el número de personas que viven en la pobreza extrema se mantenga muy por encima de los niveles anteriores a la pandemia, y que la pobreza aumente aún más en las economías más vulnerables.
En cambio, se espera que el PIB por habitante de las economías desarrolladas, en relación con las proyecciones anteriores a la pandemia, se recupere casi por completo en 2023.
La dispar recuperación del empleo y los ingresos entre los sectores poblacionales agrava las desigualdades de ingresos dentro de los países. La pandemia produjo un descenso del empleo femenino, sobre todo en los países en desarrollo
Esa recuperación “frágil y desigual” llama a “tomar medidas políticas y financieras mejor orientadas y coordinadas a nivel nacional e internacional”, dijo a propósito del informe el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres.
“Ha llegado el momento de cerrar las brechas de desigualdad tanto dentro de los países como entre ellos. Si trabajamos de forma solidaria, como una sola familia, podemos conseguir que 2022 sea un año de verdadera recuperación para las personas y las economías”, expresó Guterres.
Y el secretario general adjunto del DESA, Liu Zhenmin, destacó que “no se podrá lograr una recuperación inclusiva y sostenible de la economía mundial sin un enfoque global coordinado y continuo para detener la covid-19, que incluya el acceso universal a las vacunas”.
Economías en desarrollo crecerán menos
Los mercados emergentes y las economías en desarrollo pasarán de crecer 6,3 % en 2021 a 4,6 y 4,4 % en 2022 y 2023, según el informe de perspectivas económicas mundiales divulgado este martes 11 por el Banco Mundial.
“Las economías avanzadas y los mercados emergentes y las economías en desarrollo se encuentran en dos trayectorias de crecimiento diferentes”, expuso Ayhan Kose, director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial.
Aunque también se desaceleran, “las economías avanzadas siguen creciendo y se espera que, para 2023, su producción combinada recupere la tendencia previa a la pandemia”, dijo Kose.
“Sin embargo, las economías emergentes y en desarrollo crecen menos, y no les queda mucha ‘gasolina’ en términos de espacio normativo si enfrentan factores adversos. Por eso nos preocupa que se produzca un aterrizaje brusco”, apuntó.
Esos países “deben hacer frente a diversos desafíos económicos, entre ellos los brotes continuos de covid-19, una elevada inflación, niveles de deuda sin precedentes y una mayor desigualdad de ingresos”, indicó el reporte del Banco Mundial.
La desaceleración se registrará “a medida que la demanda reprimida se disipe y vayan eliminándose las iniciativas de apoyo fiscal y monetario. La rápida propagación de la variante ómicron, además, indica que probablemente la pandemia continuará alterando la actividad económica en el corto plazo”.
El Banco reconoció que la pandemia aumentó la desigualdad de ingresos en el mundo, revirtiendo en parte dos décadas de avances en el tema y afectando más a los grupos vulnerables y a las economías emergentes y en desarrollo, donde la desigualdad de ingresos es mucho mayor que en las economías avanzadas.
Como grupos vulnerables se señala a los hogares de bajos ingresos, los trabajadores informales y de baja cualificación, y las mujeres.
Y la desigualdad interna de los países sigue siendo particularmente alta en América Latina y el Caribe y en África subsahariana, donde viven alrededor de dos tercios de las personas extremadamente pobres del mundo.
También reconoce el Banco que la desigualdad va más allá del ingreso, en particular en las economías emergentes, en desarrollo y de ingreso bajo.
Es el caso de la cobertura de vacunas, muy poco equitativa en el mundo pues, según el organismo, solo seis por ciento de la población de los países de bajos ingresos ha recibido al menos una dosis, tasa que daría lugar a que solamente un tercio de su población reciba una dosis de las vacunas a fines de 2023.
Menos de 50 % de la población total de los países emergentes y en desarrollo se ha vacunado, en comparación con más de 70 % en las economías avanzadas.
Las medidas de contención de la pandemia alteraron gravemente el aprendizaje de niños y niñas, intensificándose la desigualdad educativa, y el teletrabajo y las oportunidades digitales, como la educación a distancia, no han sido igualmente accesibles para los hogares de bajos ingresos.
La desigualdad de género también aumentó y los trabajadores informales registraron pérdidas importantes en materia de empleo e ingresos.
En el largo plazo, la desigualdad interna de los países podría seguir aumentando, a medida que los países enfrentan una mayor inflación —especialmente en los precios de los alimentos— y alteraciones en la educación relacionadas con la pandemia.
Otro tema señalado en el informe es que los niveles de la deuda mundial se dispararon como resultado de la pandemia, y su total, que asciende a 263 por ciento del producto bruto global, ha alcanzado su nivel más alto en 50 años.
Con ese incremento y la recesión causada por la covid aumentó la vulnerabilidad de las economías emergentes y en desarrollo, especialmente las de bajos ingresos, y más de la mitad de los países más pobres ya se encuentran en una situación crítica a causa del sobreendeudamiento o están en grave riesgo de padecerla.
¿Nuevo superciclo?
Pero por otro lado, los ciclos de los precios de los productos básicos representan una oportunidad para las economías emergentes y en desarrollo, tomando en cuenta que en ellas vive más de la mitad de las personas extremadamente pobres.
Los precios de los productos básicos se dispararon, y el año pasado algunos alcanzaron máximos históricos, tras la abrupta y amplia caída de la actividad en 2020 como resultado de la crisis de la covid.
Eso significa que los países emergentes y en desarrollo “pueden utilizar los auges para obtener una base más sólida que les ayude a enfrentar las crisis económicas”, y adoptar medidas para reducir la dependencia de los productos básicos al diversificar las exportaciones y las carteras de activos, planteó el informe.
Como ejemplo, “los exportadores de petróleo podrían aprovechar la oportunidad que les brindan los elevados ingresos petroleros registrados en la actualidad para reconstruir el espacio fiscal y orientar el gasto a la resolución de los desafíos de largo plazo”, concluyó del reporte del Banco Mundial.
Bolivia en la encrucijada industrial, de nuevo
El Gobierno de Luis Arce ha dado por superada la crisis económica de 2020 - que además vincula más a la gestión de Jeanine Áñez que a la pandemia - y considera que está en el camino de la recuperación, sin embargo, los analistas ven dudas respecto a los cuatro desafíos planteados por la ONU.
1.- Nuevas oleadas de covid-19.- En Bolivia la vacunación es baja y de baja calidad; demasiados han abandonado luego de colocarse la primera dosis y han crecido las susceptibilidades por la forma en que se han administrado en el tiempo, ampliando los plazos en contra de las recomendaciones del fabricante. Aunque está claro que nadie volverá a imponer restricciones a la vida diaria, sí hay ralentización.
2.- Los retos del mercado laboral.- En Bolivia no se ha apoyado de forma directa a la empresa privada para mantener el empleo salvo alguna línea de crédito excepcional con poco alcance, además, no han tardado en volver las presiones habituales. En esas, el ajuste se ha producido por la plantilla en la mayoría de los casos.
El INE asegura que el desempleo bajó del 11 al 6 por ciento y está en los niveles habituales, sin embargo, los expertos advierten que se toma en consideración el nivel de ocupación y no la cualidad de ese empleo, pues la mayoría se ha vuelto informal y de subsistencia.
Los empresarios advierten que las altas cargas impiden que se formalice el empleo.
3.- Los desafíos en las cadenas de suministros.- Arce ha vuelto a hablar de industrializar el país hablando de minería, un viejo reto todavía pendiente en tanto choca con los intereses de las grandes transnacionales que operan en el país y se alimentan del sistema cooperativista, que al final perpetúa el modelo.
Se prevé un nuevo superciclo de precios en las materias primas precisamente por el ajuste post pandémico y por el reloj del clima, pero la capacidad de aprovecharlo en su magnitud y no de forma residual depende de acciones estructurales que debían haberse puesto en marcha hace tiempo, aunque aún hay margen.
4.- Las crecientes presiones inflacionarias.- El gobierno tiene estrecho margen para ajustar el tipo de cambio y no está en sus planes, mientras que la crecida de precios en el entorno puede desahogar presión en la industria local.