No puedes salvar a nadie

Puedes estar presente con ellos, ofrecer tu estabilidad, tu cordura, tu paz. Incluso puedes compartir tu camino con ellos, ofrecer tu punto de vista.

Pero no puedes eliminar su dolor. No puedes recorrer el camino por ellos. No puedes ofrecer respuestas correctas, ni tampoco respuestas que no sean capaces de digerir en ese momento. Cada quien tiene que encontrar sus propias respuestas, plantear sus propias preguntas o bien, soltarlas, cada quien tiene que hacerse amigo de su propia incertidumbre. Cada quien tendrá que cometer sus propios errores, sentir sus propias tristezas, aprender sus propias lecciones.

Si realmente quieren estar en paz, tendrán que confiar en el camino de sanación que se vaya revelando paso a paso. Pero tú no puedes sanarlos. No puedes ahuyentar su miedo, su ira, su sentido de impotencia. Tú no puedes salvarlos, o arreglarles las cosas. Si presionas demasiado, incluso podrían perder su tan singular camino. Tu camino podría no ser el de ellos.

Tú no creaste su dolor. Pudiste haber hecho o dejado de hacer ciertas cosas, pudiste haber dicho o dejado de decir ciertas cosas, detonando el dolor que ya estaba dentro de ellos. Sin embargo, tú no lo creaste, y no eres culpable, incluso si ellos dicen que así fue. Puedes asumir la responsabilidad de tus palabras y acciones, sí, y podrías lamentarte por un pasado, pero no puedes borrar ni cambiar lo que ya pasó, y no puedes controlar el futuro. Sólo puedes reunirte con ellos aquí y ahora, en tu único lugar de poder. Tú no eres responsable de su felicidad, y ellos no son responsables de la tuya.


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