Yo no soy demasiado sabio

Yo no soy demasiado sabio para negarte,

Señor; encuentro lógica tu existencia divina;

me basta con abrir los ojos para hallarte;

la creación entera me convida a adorarte,

y te adoro en la rosa y te adoro en la espina.

 

¿Qué son nuestras angustias para querer por

argüirte de cruel? ¿Sabemos por ventura

si tú con nuestras lágrimas fabricas las estrellas,

si los seres más altos, si las cosas más bellas

se amasan con el noble barro de la amargura?

 

Esperemos, suframos, no lancemos jamás

a lo Invisible nuestra negación como un reto.

Pobre criatura triste, ¡ya verás, ya verás!

La Muerte se aproxima... ¡De sus labios oirás

el celeste secreto!

* La inquietud por el infinito está presente en el poeta. La vida se le revela como testimonio irrevocable de la existencia de Dios, al percibir todos sus aspectos como gracia divina, incluso el dolor que acrisola al alma humana.


Más del autor
En paz
En paz
Está bien
Está bien