Qué implica la hiperocupación de los niños y niñas
Los ritmos de vida se aceleran con los años, todo toma un tiempo y espacio y cada vez más cortos. Trabajo, distancias, diferentes responsabilidades, hijos, nos exigen hoy más planificación y control de actividades que realizamos.
Este ritmo termina alcanzando a los hijos entre prisas, horarios, tareas del colegio, y los famosos extraescolares. Los niños están empezando a tener jornadas cada vez más largas entre colegio, tareas, futbol, basquet, gimnasia y otros.
Pareciera que a los padres nos diera ansiedad ver a nuestros niños desocupados, de que algo se están perdiendo mientras no hacen algo de utilidad. También la tecnología influye, ante la creciente atracción que sienten los niños por los dispositivos electrónicos, preferimos que estén haciendo alguna actividad diferente.
Al mismo tiempo va tomando fuerza lo que hoy en día se conoce como la "crianza helicóptero", un estilo de educar en el que los padres tienen un comportamiento sobreprotector y demasiado controlador con los niños y su tiempo, constantemente sobrevolándoles, evitando que se aburran, limitando su libertad de actuación.
Sobre el tema hay disenso entre los defensores de que los niños ocupen su tiempo en actividades dirigidas casi todo el día y que esto trae muchos beneficios; y entre quienes creen que esto puede ser perjudicial y provocar hasta efectos como cansancio, dolores de cabeza, problemas para conciliar el sueño y hacer las tareas, estrés a largo plazo, etc.
Sin embargo lo que se aconseja en general es un equilibrio entre la escuela, las actividades y el juego; esto puede significar la diferencia entre un niño bien adaptado y uno estresado. También conviene reflexionar en qué les puede aportar cada actividad que hacen los niños; más allá de facilitarnos la vida y las rutinas diarias una mayor planificación de actividades, conviene revisar qué ganan con ellas.
El tiempo libre es necesario en el desarrollo de los niños, constituye un elemento fundamental de crianza y crecimiento, pues posibilita que el niño explore su entorno, los objetos y las personas que lo rodean. Aun ante el temido aburrimiento, el niño puede crear el juego espontaneo donde combina la actividad, el pensamiento, la sensibilidad y la autonomía, porque se trata de una actividad actitudinal, una manera de utilizar la mente articulando el conocimiento y la emoción.
Es válido que deseemos que nuestros niños aprendan diferentes cosas y utilicen su tiempo de manera adecuada, pero también una niñez sosegada y hasta contemplativa no tiene por qué ser contraproducente, pues los niños con su propia capacidad imaginativa y creadora pueden convertirla en algo constructivo y estimulante. Nuestro medio aún conserva las características que permiten la espontaneidad y el juego libre de los niños como un valor a ser cuidado, logrando mantener este equilibrio recomendado entre actividades dirigidas y el juego espontáneo que todo niño requiere.