Guerra, Covid y Cambio climático una encrucijada del futuro

Nuestro planeta, sus ecosistemas, la biodiversidad y la humanidad han ingresado en un período crítico al constatarse que ninguno de los “mensajes” que emite la naturaleza son considerados seriamente y se prosigue con procesos de desarrollo decadentes donde el uso de la energía y su lucha por ella está generando impactos irreversibles desde lo ambiental, lo económico y lo político.

El nuevo escenario de la guerra Ruso – Ucraniana, que no es otra cosa que la pugna geopolítica entre la OTAN y Rusia, con intereses diversos, entre ellos la energía, así como otros frentes candentes como las constantes escaramuzas entre la dos Koreas que movilizan acciones de potencias como la China, Estados Unidos y Japón, o el conflicto constante en oriente próximo y oriente medio, lo que podría derivar en un posible descontrol que generaría millones y millones de damnificados y refugiados e inclusive en una conflagración mundial de otra escala donde las armas nucleares  la guerra biológica y química no estarían exentas de ser utilizadas.

En ese contexto la vulnerabilidad de la humanidad y de la propia base ambiental de la Madre Tierra estarían en un nivel muy alto y por ende con elevado riesgo de efectos irreversibles.

El COVID-19 ha demostrado que ni las grandes economías estaban en capacidad de afronte y por tanto el saldo también genero millones de muertes y se vaticina que esta pandemia, así como otras que podrían surgir serán recurrentes, especialmente por el deterioro sistémico de bosques, la caza furtiva de especies que generan desequilibrio en la naturaleza y la explotación indiscriminada de recursos naturales. Se avizoraba que la pandemia del Covid-19 serviría para reflexionar el rol de la humanidad, replantearse el tipo de desarrollo y volver a una conducta de equilibrio con el medio ambiente, sin embargo, nada de ello ha sucedido y por el contrario se ha retornado a los esquemas habituales de degradación ambiental y agotamiento de los recursos naturales.

Por si fuera poco, el grupo 2 del Panel de Expertos del Cambio Climático (IPCC) ha emitido en su sexto reporte conclusiones alarmantes respecto a los impactos del cambio, incluidos los aumentos en la frecuencia e intensidad de los eventos extremos, señalando que se han reducido la seguridad alimentaria y del agua, obstaculizando los esfuerzos para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En conjunto, las pérdidas repentinas de producción de alimentos y el acceso a los mismos, agravadas por la disminución de la diversidad de la dieta, han aumentado la malnutrición en muchas comunidades, especialmente para los pueblos indígenas, los pequeños productores de alimentos y los hogares de bajos ingresos, con niños, ancianos y mujeres embarazadas particularmente afectados. Aproximadamente la mitad de la población mundial actualmente experimenta una grave escasez de agua durante al menos una parte del año debido a los factores climáticos y no climáticos, remarca el reporte.

Los impactos del cambio climático en la salud están mediados a través de sistemas naturales y humanos, incluidas las condiciones económicas y sociales. En todas las regiones, los eventos de calor extremo han dado lugar a mortalidad y morbilidad humanas, la aparición de enfermedades transmitidas por los alimentos y el agua relacionadas con el clima se han incrementado también. La incidencia de enfermedades transmitidas por vectores ha aumentado a partir de la expansión del rango y/o el aumento de la reproducción de vectores de enfermedades. Las enfermedades animales y humanas, incluidas las zoonosis, están surgiendo en nuevas áreas. Los riesgos de enfermedades transmitidas por el agua y los alimentos han aumentado a nivel regional debido a patógenos acuáticos sensibles al clima. En las regiones evaluadas por parte del panel del IPCC, algunos desafíos de salud mental están asociados con el aumento de las temperaturas, el trauma de los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos y la pérdida de medios de vida y cultura. El aumento de la exposición al humo de los incendios forestales, el polvo atmosférico y los aero-alérgenos se ha asociado con dificultad cardiovascular y respiratoria sensible al clima. Los servicios de salud se han visto interrumpidos por eventos extremos como inundaciones, por tanto, como corolario, se puede afirmar que el cambio climático está contribuyendo a las crisis humanitarias en las que los peligros climáticos interactúan con una alta vulnerabilidad, dicha vulnerabilidad afectada por actividades no necesariamente climática como la guerra y las pandemias.

Adicionalmente el sábado pasado el grupo 3 del IPCC, encargado del ámbito de las medidas de mitigación, alertó sobre la necesidad de implementar medidas urgentes, caso contrario de no tomarse acciones hasta el 2025, se estaría ingresando en una línea muy peligrosa para el planeta. El informe hace énfasis en que la reducción de las emisiones de GEI en todo el sector energético requiere importantes transiciones, incluida una reducción sustancial en el uso general de combustibles fósiles, el despliegue de fuentes de energía de bajas emisiones, el cambio a portadores de energía alternativos y la eficiencia y conservación de la energía.

En síntesis, el escenario se torna difícil se está ingresando a una fase desconocida con un futuro incierto y de alto riesgo donde no solamente es la guerra un tema crucial a evitar sino también generar condiciones en todos los países para luchar por una salud resiliente capaz de afrontar decididamente el cambio climático.


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