Maniqueísmos

Tal parece que en parte del mundo, y particularmente en América Latina, hay una especie de reedición de la Guerra Fría, con los fuertes maniqueísmos militaristas que conllevan este tipo de procesos, maniqueísmos que nublan el juicio de no pocas personas. Por ello, quiero identificar algunas pautas maniqueístas que tal vez, sin darnos cuenta, pueden estar afectando nuestra capacidad de razonar.

Son los maniqueísmos los que en Bolivia te hacen denunciar las prácticas corruptas y de abuso de poder de tus rivales políticos, pero cuando se trata de tu propio bando, te vuelves ciego, sordo, mudo o defensor de lo indefendible.

Son los maniqueísmos los que te mueven a repudiar que durante el régimen anterior hayan utilizado aviones públicos para fines privados y suntuarios, pero a amparar que hoy se haga un “trámite” similar desde el gobierno actual para que tu caudillo favorito evite la “fatiga” de viajar como cualquier ciudadano.

Son los maniqueísmos los que te llevan a desdeñar el evidente caudillismo del MAS, pero aplaudir exactamente la misma práctica cuando se trata del alcalde de Cochabamba.

Son los maniqueísmos los que te hacen protestar cuando las prácticas extractivistas, ecocidas, incineradoras de bosques y encementadoras de peladas ciudades vienen de los regímenes que no te gustan. Pero cuando quienes gobiernan son las tendencias de tu predilección y continúan igualitas las praxis extractivistas, ecocidas, incineradoras de bosques y encementadoras de peladas ciudades, tú dale a justificar y/o alabar… o a callar.

Son los maniqueísmos los que permiten que te ofusques contra las dictaduras militares y/o el autoritarismo de personajes como Murillo, pero cuando se trata del gobierno de tu preferencia, lindo agasajas a los generales y policías que les son fieles, felicitas sus privilegios o te haces de la vista gorda cuando los afectados por las dictaduras exigen justicia.

Son los maniqueísmos los que te arrastran a elevar gritos al cielo contra el “comunismo”, “socialismo”, “marxismo internacional”, “ideología de género”, sin que en tu vida hayas abierto un libro decente sobre teoría política o historia.

Son los maniqueísmos los que te trastocan en militante soldado al que se le exige que dé su vida por sistemas políticos de los que tiene pálida idea; los maniqueísmos son los que te niegan una formación política crítica, consciente y libre; los maniqueísmos te convierten en repetidor de consignas.

Son los maniqueísmos los que te llevan a clamar por los derechos humanos de tus afines políticos, pero aplaudir cuando violan derechos humanos del adversario. Los maniqueísmos te hicieron reír de júbilo cuando arrestaron a Carlos Romero durante el gobierno de Áñez y a gozar con el circo de su sufrimiento. Hoy los mismos maniqueísmos te hacen reír de júbilo con el confinamiento de Jeanine Áñez y con el circo de su sufrimiento.

Son los maniqueísmos los que te llevan a repudiar las prácticas despóticas de Maduro, Ortega o el castrismo, pero si es el caso de Trump, Bolsonaro o Piñera, ahí mutis. O, al revés, son los maniqueísmos los que te facultan a apuntar contra el conservadurismo, militarismo y homofobia de Trump, Bolsonaro o Piñera, pero si se trata del conservadurismo, militarismo y homofobia de Maduro, Ortega o el castrismo, ahí mutis.

Finalmente, en el colmo de los colmos, son los maniqueísmos bobos, absurdos, ignorantes y fanáticos los que vitorean a los talibanes afganos bajo una reducida y simplista lógica de “imperialismo-antimperialismo”. ¿Cómo es posible que alguien aplauda a psicópatas armados que quieren someter a miles de mujeres a un régimen donde la existencia femenina es confinada al burka y a los latigazos y lapidaciones de la peor misoginia?

La autora es socióloga


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