La libertad sin solidaridad no sirve

En los difíciles momentos que corren, y que no sabemos hasta cuándo se van a prolongar, llama la atención el hecho de que mientras diariamente se produce un número preocupante de fallecimientos por las sucesivas cepas del Covid, hay grupos que están de fiesta, que salen a la calle para vender diferentes tipos de productos o para comprarlos, que realizan manifestaciones de protesta; todo lo cual por supuesto agrava los riesgos de contagio y multiplicación del Covid.

A primer vista podemos pensar que están en su derecho, no sólo el derecho de realizar actividades para sustentar su vida cotidiana, sino también el derecho de festejar y alegrarse, y por tanto tienen el derecho de asumir los riesgos. No deja de ser respetable el derecho de arriesgar la propia salud y la propia vida, ya sea por necesidades económicas o por el desprecio del peligro de muerte (para vivir encerrados e inactivos, y en pobreza creciente, preferible morir, pueden pensar algunos).

Pero resulta que la cosa no es tan simple. Nuestros hospitales están rebalsando, con pacientes echados en el suelo (cuando no en plena calle), y los riesgos de contagio aumentan diariamente, y en circunstancias así quienes desprecian el peligro no hacen más que incrementarlo. Por supuesto la ineptitud del Gobierno Plurinacional para enfrentar los riesgos de la pandemia son notables, pero ése es otro tema (aunque muy importante, y en el que no necesariamente podemos influir). Lo que no podemos dejar de pensar es que a más personas enfermas y difuntas, mayor es el peligro para quienes seguimos con vida.

Por tanto no tiene sentido organizar fiestas y caminatas, por positiva que sea su intención o su finalidad, y menos todavía marchas de protesta y enfrentamientos con la Policía. Porque en ningún caso tenemos derecho a empeorar la situación sanitaria de un país que es de todos y para todas. Tenemos la necesidad compartida de protegernos lo más posible, todos y todas, porque no se trata de mis sentimientos individuales sino de los derechos y las necesidades colectivas. Más que nunca tiene que predominar el sentido de responsabilidad social y colectiva, y por supuesto las autoridades y la fuerzas policiales tienen el derecho y la obligación de apoyar lo más posible la salud pública. Y definitivamente no es el momento de organizar marchas de protesta ni manifestaciones, tenemos el derecho de reclamar por nuestros derechos pero también la necesidad de hacerlo sin arriegar los derechos de los/as demás.

Es muy positivo contar con una sociedad organizada, participativa y consciente de sus derechos, pero con tal de que esos derechos no pongan en riesgo la calidad de vida del conjunto de la población. El individualismo siempre es indeseable, pero en circunstancias como las que estamos viviendo no sólo es indeseable sino altamente peligroso.

¿Será que no estamos todos y todas de acuerdo en algo tan elemental?

Ustedes dirán…


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