En qué país y en qué momento vivimos

La semana anterior nos preguntábamos si realmente queremos entrar en una crisis nacional, y a estas alturas la pregunta se vuelve angustiosa. Mientras la pandemia se refuerza y se extiende, con nuevas cepas, y crea mayor inseguridad sanitaria, mayor desempleo y graves consecuencias para nuestra vida social, económica y política, las noticias que se difunden de día en día nos muestran que no somos conscientes del difícil momento en que vivimos.

Evo Morales, que no deja de tener seguidores, en lugar de buscar soluciones compartidas para la situación crítica que vivimos, hace declaraciones disparatadas como la de calificar de “pandilleros” a quienes hacen política en el departamento de Santa Cruz. Mientras de dicho departamento llega la noticia de que la señora Carmen Sifuentes (ex Directora de Sustancias Controladas) es sospechosa de comercialización ilegal de esas sustancias, pese a lo cual el Juez Anti-Corrupción ordena su puesta en libertad.

Mientras tanto las organizaciones del auto-transporte se movilizan en contra de la construcción del ferrocarril Arica-La Paz (por tanto lo que les importa es su negocio, no el servicio a las necesidades de la población ni el desarrollo del país en su conjunto). Y dentro del MAS se expresan desacuerdos por la designación de Arce Zaconeta como embajador en la OEA (¿no tienen temas más importantes de los cuales preocuparse?). Es comprensible y normal que al interior de dicho partido existan diferentes  tendencias (“evistas” y “renovadores” se los llamó en este periódico), lo cual es normal, pero no deja de ratificar que en dicho partido están más preocupados de su benéfico ejercicio del poder que de los problemas del país.

Mientras tanto Carlos Mesa califica de “marioneta” a la Justicia, pero ni él ni nadie parece tener ideas claras sobre cómo cambiar ese tercer poder del Estado cada vez más desacreditado. Por su parte el Ministro Quintana afirma que Bolivia podría ser parte de una “Federación de Estados” comprometidos con el “proceso de cambio”. ¿Cuál “cambio”, nos podría explicar señor ministro, y cuáles son esos Estados?

Mientras tanto nos enteramos de que las vacunas contra el Covid no acaban de llegar, y que las muertes por dicha pandemia se multiplican (además de que vacunas y medicamentos contra la misma resultan carísimas en la Amazonía, ratificando que en Bolivia sigue habiendo regiones privilegiadas y regiones abandonadas) pero no parece ser ésa una preocupación prioritaria de las autoridades. Tanto es así que se ha inaugurado, en Incahuasi, un coliseo que le ha costado al TGN 4,6 millones de bolivianos (y que casualmente lleva el nombre de Evo). En momentos de pandemia y desempleo, y de crisis social y humana, ¿lo que necesitamos son nuevos coliseos?

Mientras tanto el MAS no para de criticar a Eva Copa (a la que había intentado impedir que se presentara de candidata de dicho partido, y para su frustración ganó igual con otra sigla), como también critican la candidatura de Iris Flores acusándola de ser demasiado joven, como si los electores/as no tuvieran derecho de buscar candidatos/as confiables en las nuevas generaciones en vista de los repetidos fracasos de los candidatos/as tradicionales. Realmente no se puede afirmar que haya una amplia conciencia del difícil momento que nuestro país y el mundo entero vivimos. Y si bien sí parece tener esa conciencia la Presidencia  acional de la Asamblea de Derechos Humanos, la entrañable veterana Amparo Carvajal, no es suficiente. Hace falta que toda la ciudadanía tenga claro que vivimos un momento histórico muy difícil (sin contar con lo que pueda pasar el año 2030) y nos dediquemos a coordinar esfuerzos y a buscar vías de solución a la pandemia y a la crisis que amenaza a todo el planeta. Por lo menos no gastemos fuerzas en peleas mezquinas e improductivas ni a la reproducción de viejos liderazgos que ya cumplieron su momento.

Amén.


Más del autor