¿Será posible una democracia sin partidos?

Las últimas movidas del MAS, que conllevan elementos de ruptura interna, nos vienen a mostrar que los partidos políticos en Bolivia van perdiendo fuerza y consistencia, y que por lo menos ya no hay partidos cuya mayoría garantice el triunfo automático de ninguno. En el MAS sigue habiendo un sector (parece que mayoritario) que sigue soñando con el retorno de Evo Morales a la presidencia, pero Evo (cuyo primer gobierno sigo pensando que fue el mejor que tuvo nuestro país en toda su historia) a estas alturas ya es un hombre del pasado. El ejercicio prolongado del poder le produjo daño cerebral (tal como se ha confirmado con investigaciones coincidentes realizadas en Estados Unido y en la Unión Europea), y a estas alturas no está en condiciones de presidir este país nuestro, que siempre fue muy dificil de gobernar (es la otra cara de la amplia voluntad participativa de nuestra población).

A primera vista parece una buena noticia, ya que siempre hemos tenido claro que los partidos grandes siempre han tendido al ejercicio del poder sin respeto real por la democracia (el disfrute del “poder” resulta más gratificante y satisfactorio que escuchar y respetar las diferentes visiones y los diferentes intereses de los diferente sectores sociales y geográficos). El “partido” por definición (y por lo que significa ese sustantivo) tiende al monopolio del control polltico, y por supuesto al desprecio por la opinión y los intereses de las minorías.

Por eso cabe afirmar que para que un sistema político sea realmente democrático (y no partidocrático) tendría que prescindir de los partidos. Pero hasta ahora la única experiencia democrática sin partidos (y con participación directa de las masas) fue aquella Libia de Mohamad El Kadafi, que duró muy poco. Y hasta ahora nadie ha inventado otra forma de democracia, y por tanto la verdadera democracia (gobierno del pueblo, no de quienes se apoderan de la voluntad popular) se puede afirmar que no existe. Y que por tanto —mientras no surja una nueva propuesta, que nadie parece en condiciiones de hacer— tendremos que aguantar la “democracia partidaria” (lo que no deja de ser un concepto contradictorio).

Pero además ocurre que en estos momentos en Bolivia no hay partidos sólidos ya que ni el propio MAS presenta una unidad interna sólida ni nos ofrece propuestas políticas mínimamente consistentes. Por tanto nuestra “demo-cracia” se encuentra condenada al fraccionamiento, a la multiplicación de diferente minorías y a la falta de claridad y consistencia. Y en los tiempos que corren —de pandemia y de las conecuencias económicas de la pandemia— como que estuviéramos condenados a la incertidumbre.

El actual gobierno, que ganó las elecciones en primera vuelta y con mayoría más que absoluta, no acaba de entender que esa mayoría de electores no son precisamente “masistas”, sino ciudadanas y ciudadanos partidarios de la estabilidad política y de un presidente capaz de tomar las difíciles decisiones que exige el actual momento económico que padecemos. Ese 55 por ciento está expresando la madurez del electorado, no la capacidad y consecuencia del actual Presidente. De hecho el actual presidente, en lugar de hacerse eco de esa sabiduría política popular, se dedica a peleas políticas internas, a descalificar a sus opositores, a inventarse la teoría del “golpe de estado” y como que apunta a recuperar la vigencia de Evo Morales, que es definitivamente un hombre del pasado y que no garantizaría nada en el presente y el futuro.

Y entonces ¿qué hacer? No creo que nadie lo tiene claro. Lo que sí muchas y muchos pueden tener claro es que estamos en el momento menos adecuado para gastar energías en peleas políticas. Lo que nos corresponde es hacer lo posible para enfrentar las pandemia,


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