Espacio publicitarioEspacio publicitarioEspacio publicitario

¿No es hora de apostar por la paz social?

La crisis es mundial, los diferentes cepos de la pandemia se van turnando para tenernos en vilo, las reservas fiscales del país están cada día más bajas. Los países vecinos están peor que nosotros (sobre todo Brasil, pero también los demás). Es una etapa especial difícil, y lo deseable sería que dedicáramos todos nuestros esfuerzos a resolver los problemas sociales y económicos entre todos, más allá de nuestra pertenencia a uno u otro sector social, a uno y otro partido, a una u otra región del país. Aún así estaríamos encarando una etapa muy insegura de nuestra vida personal y social, pero dialogando y experimentando se puede resolver también situaciones especiales.

En este sentido el discurso de David Choquehuanca —como presidente del Congreso— al comenzar la nueva gestión, fue sumamente alentador.

Pero no, hoy en el país lo que predomina son las peleas internas, la intransigencia, las descalificaciones mutuas. Hay autoridades que siguen afirmando que fuimos víctimas de un golpe de estado (incluso hay quien acusa de “golpista” a la ex presidenta Jeanine Áñez, que —más allá de sus muy limitadas capacidades, y de su insolvencia como presidenta— está siendo víctima cotidiana de nuestros desacuerdos políticos).

No sólo se multiplican las peleas y acusaciones entre diferentes partidos políticos, sino que aparecen peleas y denuncias dentro del mismo partido (sobre todo dentro del MAS). Aparece una grave crisis en ADEPCOCA. Hay grupos que piden investigar a Evo Morales (que a su vez pareciera estar pensando ya en las próximas elecciones). Se agravan los conflictos entre cocaleros (caso de Senkata, caso de Kalajawira). Se avecinan conflictos por el proyecto de ley de impuestos a las grandes fortunas…

Todo son desacuerdos y peleas en momentos en que deberíamos unirnos todos y todas para sortear los problemas que ahorita amenazan al país (y al mundo entero). Ahí está el tema preocupante del crecimiento del desempleo, de las amenazas a la salud pública (y privada), de las inundaciones y el exceso de agua (lo que no quita que hay lugares que padecen la sequía). ¿No sería urgente pasar por encima de las diferencias y concentrarnos, todas y todos, en la resolución —dentro de lo posible— de esos problemas?

Dejémonos de gastar energías en temas subjetivos y secundarios (como la calificación de “golpe” cuando la gran movilización en defensa del famoso 21-F y sus resultados). Incluso sería aconsejable dejar a un lado el verdadero “golpe de estado” que fue lo que hizo Evo cuando desconoce los resultados de su propio referéndum. Lo urgente ahora no es acusar (ni condenar y sancionar) a quienes hubieran tenido una conducta poco coherente con el sistema democrático.

Para colmo estamos rodeados de países vecinos en los que también se agudizan los problemas (políticos y sanitarios), y ahí está nada menos que nuestro más imporante vecino que es el Brasil. Y en términos de devaluación de la moneda ahí está la Argentina. Y hasta Alemania está sufriendo problemas inéditos. No es posible que mientras tanto aquí en Bolivia gastemoa tiempo y recursos en peleas internas…

Lo urgente ahora es evitar que las cosas se pongan peor, evitar una devaluación de la moneda (¡por ahora la más estable del continente!), buscar la creación de nuevas fuentes laborales, y dejar la discusión de nuestras diferencias para etapas históricas mejores que la que ahora vivimos.

Pero no, nos esmeramos en acusar y en querer castigar a los del “bando contrario”, gastamos en eso las pocas energías que nos quedan. Por supuesto no se trata de renunciar a tener ideas y principios propios y de luchar por ellos. De lo que se trataría es de dejar enfrentamientos y diferencias para tiempos mejores.

¿No lo creen ustedes, amables lectores?


Más del autor