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Rolando Villena siempre presente

Nueva víctima del Covid (pese a diez días de internación y terapia intensiva) murió la semana pasada Rolando Villena, siguiendo los pasos de su esposa que había fallecido dos semanas antes víctima del mismo virus. Pero con su muerte no acaba su presencia entre nosotros, pues nos dejó ejemplos y lecciones que seguirán teniendo validez por mucho tiempo.

Rolando llegó a ser obispo de la Iglesia Metodista (una iglesia pequeña, testimonial y consecuente que hace tiempo está presente en nuestro país). Rolando era de Potosí, donde ya fue dirigente estudiantil y empezó a expresar su vocación de servicio, y su capacidad de pensar y de expresarse.

Cuando fue elegido Defensor del Pueblo resultó ser un defensor con vocación y con criterios acertados, lo que lo coloca en el mismo nivel que tuvieron Ana María Romero y Waldo Albarracín, con la notable diferencia de que a él ya intentó controlarlo el Poder Ejecutvo, y al ver que no se dejaba le declaró la guerra.

Curiosamente fue el candidato del MAS para ese cargo, y fue designado por la bancada de dicho partido (que probablemente contaba con que lo tendrían bajo su control). Pero ahí apareció la personalidad de Rolando Villena, un hombre tranquilo, dialogable, nada agresivo, pero suficientemente seguro de sí mismo y de su vocación. Y asumió su tarea con toda tranquilidad y respeto a la población, pero al mismo tiempo con las ideas claras. ¿Recuerdan las palabras de García Linera cuando afirmaba con total convicción que “el pueblo somos nosotros”  por tanto “es a nosotros a quien ese defensor tiene que atender”?

A partir de ahí el Gobierno hace todo lo posible por quitarle autoridad al Defensor del Pueblo, sacan una nueva ley, le quitan atribuciones y le disminuyen el presupuesto, pero no logran silenciar ni atemorizar a Rolando Villena, que nos dejó una lección definitiva que ojalá con su muerte no pase al olvido. Y es la lección de que la “demo-cracia”, que teóricamente es el “gobierno del pueblo” deja de ser tal en el momento en que el gobierno se cree que por haber sido elegido por ese pueblo ahora lo puede ignorar y controlar.

No en vano el Defensor del Pueblo es una institución de origen escandinavo, que es donde la democracia parece funcionar con mayor consecuencia y realismo, y con la capacidad de entender que las autoridades elegidas no están bajo control del partido que las apoyó. Pero en países como el nuestro, donde el centralismo y autoritarismo político parece ser parte constitutiva de la democracia„ la tendencia es la contraria. Ahí el mérito de Rolando Villena, que sin ser autoritario y sin creerse nada especial, simplemente es consecuente con el cargo que ocupa y la responsabilidad que le toca.

Por todo eso Rolando seguirá siendo un modelo de ciudadano, capaz de conjugar sus derechos con sus obligaciones, capaz de entender el sentido de la institución que preside (y a cuyo servicio está) y de no sentirse por eso superior a nadie.

La muerte prematura de Rolando Villena es muy triste pero al mismo tiempo es la ocasión para que aprendamos de él, y de lo que fue su vida y su misión. Y el hecho de que sus sucesores se hayan burocratizado (y sometido al poder establecido) no quita que sigan siendo modelos de conducta y de consecuencia.

Amén.


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