Con seriedad, desde el principio

Obama anunció el sábado que su país dejará de subsidiar con cuatro mil millones de dólares anuales a las empresas petroleras, que están teniendo ahora ganancias sin precedentes.Reproducimos, textualmente, lo que según las noticias de ese día dijo el presidente norteamericano: “Se trata de cuatro mil millones de dólares del dinero de ustedes que se entrega a las petroleras en momentos en que dichas empresas están teniendo ganancias sin precedentes y ustedes están pagando precios sin precedentes por el combustible. Eso debe terminar”, afirmó Obama.No vamos a ponernos ahora a profundizar en los detalles de cómo operan esos “subsidios”, porque proteger “sus” empresas ha sido una política constante de quienes, por otro lado, se la pasan clamando por la “libertades comerciales” y por la “libre competencia”, como si realmente creyeran en ella. Puro fariseísmo.Que ellos subsidien a sus empresas podrá ser todo lo irregular que queramos, pero que nosotros subsidiemos a “sus” empresas, es peor que irregular. Es absurdo. Y sin embargo lo hacemos. Sin ir más lejos derivando nuestras reservas internacionales a destinos además “supuestamente” seguros, porque las calificadoras de riesgos en las que seguimos creyendo han demostrado hasta la saciedad que no son confiables.En esas estamos, entonces, tratando de darle mejor manejo a nuestra macroeconomía y, concretamente, buscándole un destino digno a esas reservas internacionales. Ya era hora de hacerlo.Pero por supuesto que no será fácil. Hacer una consulta popular, un referendo, se dice fácil. Hacerlo bien es otro cuento.¿Qué se le va a preguntar  al “soberano”? Pero además ¿cómo se le ha de preguntar?, ¿quién ha de asumir las preguntas? ¿Qué información se ha de socializar antes de la pregunta propiamente dicha?Todos queremos que nuestros recursos naturales se industrialicen para que tengan valor agregado. Lo quisimos para tener fundiciones y no solamente socavones de donde extraer nuestros minerales. Lo seguimos queriendo para el hierro del Mutún, que queremos verlo convertido en acero y, por supuesto, lo queremos para el gas de petróleo, del cual  pueden salir más de medio millón de derivados diferentes.Pero transformar esa simple pregunta en un referendo no será sencillo. Y por eso, desde un principio, es recomendable no darle demasiadas alas a la imaginación y andarse con cautela, con precaución y sobre todo con mucha seriedad. Desde un principio. Para que esto no se nos vuelva un rio revuelto, porque ya sabemos quienes ganan en esos casos.