Crónica política de la jornada
Evo, Lucho y el extraño cara a cara con Chávez de fondo
El jefe del MAS y el del Gobierno coinciden en el acto bolivariano mientras se repasa la agenda internacional a seguir y todos sus riesgos



Momento surrealista del proceso de cambio: tanto Evo Morales como Luis Arce se desplazaron hasta Caracas para conmemorar los diez años del fallecimiento de Hugo Chávez, pero sin compartir agenda y apenas plano, incluso coincidiendo en la testera. Un momento delicado para la diplomacia bolivariana que no pasó inadvertido y que es seguramente uno de los grandes asuntos en discusión entre los dos bloques del Movimiento Al Socialismo (MAS).
El acto reivindicaba el legado de Hugo Chávez, probablemente el presidente que con más ahínco impulsó la integración sudamericana en el inicio del siglo, pero lo hacía mirando al presente, cuando de nuevo están coincidiendo sensibilidades de izquierda en las presidencias del continente, pero mucho más heterogéneas que las de entonces.
Divergencias Los presidentes de Chile y Colombia, además de Lula en Brasil, hacen bandera por la democracia y cuestionan prácticas totalitarias
Venezuela no es lo que era y la mayoría de los presidentes están marcando distancias con Nicolás Maduro por su controvertido manejo de la pluralidad, incluso ahora que Estados Unidos ha abrazado de nuevo el petróleo venezolano por obra y gracia de la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia. No en vano, Luis Arce era la personalidad de más alto rango en el acto donde solo había otro presidente además de Maduro, Daniel Ortega, quien ha tomado el testigo en lo que ha señalamiento antidemocrático se refiere.
Por el contrario, sí había más expresidentes en tanto no tienen que guardar tanto las formas diplomáticas: Además de Evo Morales estaba Rafael Correa (Ecuador), Raúl Castro (Cuba) y Manuel Zelaya (Honduras) además de ejecutivos de alto rango de las islas caribeñas desarrolladas al amparo del petróleo venezolano.
La presencia de Arce probablemente responde al qué dirán, pero en términos internos. De hecho ha aprovechado para declararse “socialista”, algo que ha llamado la atención en ciertos círculos que tal vez no lo tenían claro y sobre todo, tratar de aplastar esas críticas que le sitúan en una especie de maniobra de retorno al calor de Estados Unidos avivada aún más por el asunto de las donaciones del material contra el dengue.
El problema para Arce es que las principales críticas contra Venezuela ya no proceden del norte, sino que son presidentes como Gabriel Boric en Chile y Gustavo Petro, antiguo pupilo de Chávez, quienes han tratado de rayar la cancha a Maduro y también a Ortega, exigiéndoles deshacerse de las prácticas más totalitarias de su gobierno, especialmente en el trato a la oposición, un capítulo en el que Arce está haciendo méritos para ser llevado al mismo rincón.
Tal vez Arce, el socialista, quiera también deshacerse de la tutela bolivariana que en la práctica no ha logrado construir estados sociales productivos que garanticen la soberanía, pero con seguridad el paso profundizaría el cisma hasta la categoría de irreconciliable, que ya bordea.
Al retorno a Bolivia, Arce tendrá que volver a lidiar con los fantasmas de la economía que tratan de desestabilizar el dólar, con el del revocatorio, al que ha dicho no temer, y sobre todo, a los que agite Evo Morales, que no tiene pensado modificar su estrategia de desgaste para garantizarse un mejor acceso a la candidatura. Ayer, mientras coincidían en el acto, su twitter señalaba a “tal ministro (que) está comprando a nombre de palos blancos”, pedía “que autoridades del gobierno central renuncien al secreto bancario como hicimos hace 14 años” y se sorprendía “de escuchar en las noticias que algunos narcotraficantes que estaban presos en nuestro gobierno ahora están libres y continúan con sus actividades ilícitas”. Casi nada.