CIJ: La derrota de una generación política que se asoma al recambio
Si el acuerdo de Ilo se convirtió en una especie de culminación política de la generación de la democracia pactada en lo que se refiere al mar, el fracaso en La Haya de ayer supone un punto de inflexión para la siguiente generación, simbolizada por Evo Morales y los pocos opositores que...



Si el acuerdo de Ilo se convirtió en una especie de culminación política de la generación de la democracia pactada en lo que se refiere al mar, el fracaso en La Haya de ayer supone un punto de inflexión para la siguiente generación, simbolizada por Evo Morales y los pocos opositores que lograron sobrevivir en la esfera política en este tiempo.
La arrolladora victoria de Evo Morales en 2005 y en los sucesivos embates electorales junto a la sintonía que inicialmente se logró con los gobiernos chilenos, particularmente con Michelle Bachelet, no hacía prever que el Movimiento Al Socialismo (MAS) tuviera que recurrir al asunto del mar para apuntalar su gestión y ofrecer algunos avances en ese tema, sin embargo, poco después de que se incluyera en la nueva Constitución Política del Estado la vocación irrenunciable al Pacífico, se anunció en 2011 la intención de acudir al Tribunal de las Naciones Unidas y en 2013 se materializó efectivamente.
Las acusaciones de utilización política de la causa marítima son recurrentes desde tiempos inenarrables, no hay Gobierno que no agite a las masas y que no cubra problemas acudiendo al patriotismo y al chauvinismo, en el caso de Bolivia, aderezado con un anhelo frustrante. Morales tuvo la habilidad de integrar a todos los expresidentes, más o menos activos en política, en el equipo de la demanda asignándoles tareas concretas que han ejercido con mayor o menor éxito.
La participación de Carlos Mesa, sempiterno candidato nunca confirmado; de Tuto Quiroga, activista del sector reaccionario sudamericano y candidato en las elecciones de 2014; de Jaime Paz Zamora, todavía meciendo los sueños del MIR y buscando protagonismo político; Guido Vildoso en este caso inactivo y Eduardo Rodríguez Veltzé al frente del equipo jurídico, hizo más creíble la propia posición boliviana. Apenas hubo discrepancias algo que, junto a la euforia desatada por la admisión a trámite de la demanda, que todos consideraron una victoria previa al entender que había material juzgable y se convertía en una causa de interés multilateral y no unilateral, elevó las expectativas hasta niveles peligrosos, como se ha evidenciado tras el fallo.
El cálculo político
A ningún votante se le escapaba el perfil político de la cuestión. Perfil electoral desde que se precipitó el referéndum del 21 de febrero de 2016 dos días después de que La Haya admitiera la demanda, y que, pese a los resultados de entonces, se siguió utilizando. La sincronización del calendario de las Primarias con el de la sentencia parecía prodigiosa, hasta que el resultado ha enfangado a los promotores, de nuevo.
La palabra tendencia en redes sociales, luego de que se asentara el fallo y el enojo posterior, fue “renovación”. Un golpe sustancial para Evo Morales, que pierde uno de los principales hilos argumentales de su repostulación, pero también para Carlos Mesa, el candidato nunca confirmado y que deja, de nuevo, en incertidumbre su futuro luego de la sentencia, y para el reto, pues en este caso todos viajaban en el mismo barco.
De momento, el fallo sigue pareciendo una especie de mala pesadilla, pero pronto se convertirá en pulsión política sobre la que unos y otros tendrán que posicionarse. Elaborar un relato en el que el futuro es esencial y el pasado… soltar.
¿Cómo convertir la derrota en arma política?
Los estrategas de uno y otro lado se dieron rápidamente a la tarea de traducir el fallo en un discurso que haga al relato que quieren vender para las Primarias primero y para la elección de 2019 después. El equipo de Evo Morales optó rápidamente por asegurar que no se cierra la vía de diálogo, también Samuel Doria Medina optó por la no rendición, mientras que Carlos Mesa tras un largo silencio en redes también se aferró a la esperanza: “Queda la afirmación de la CIJ de que el mar es un tema pendiente”.
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La arrolladora victoria de Evo Morales en 2005 y en los sucesivos embates electorales junto a la sintonía que inicialmente se logró con los gobiernos chilenos, particularmente con Michelle Bachelet, no hacía prever que el Movimiento Al Socialismo (MAS) tuviera que recurrir al asunto del mar para apuntalar su gestión y ofrecer algunos avances en ese tema, sin embargo, poco después de que se incluyera en la nueva Constitución Política del Estado la vocación irrenunciable al Pacífico, se anunció en 2011 la intención de acudir al Tribunal de las Naciones Unidas y en 2013 se materializó efectivamente.
Las acusaciones de utilización política de la causa marítima son recurrentes desde tiempos inenarrables, no hay Gobierno que no agite a las masas y que no cubra problemas acudiendo al patriotismo y al chauvinismo, en el caso de Bolivia, aderezado con un anhelo frustrante. Morales tuvo la habilidad de integrar a todos los expresidentes, más o menos activos en política, en el equipo de la demanda asignándoles tareas concretas que han ejercido con mayor o menor éxito.
La participación de Carlos Mesa, sempiterno candidato nunca confirmado; de Tuto Quiroga, activista del sector reaccionario sudamericano y candidato en las elecciones de 2014; de Jaime Paz Zamora, todavía meciendo los sueños del MIR y buscando protagonismo político; Guido Vildoso en este caso inactivo y Eduardo Rodríguez Veltzé al frente del equipo jurídico, hizo más creíble la propia posición boliviana. Apenas hubo discrepancias algo que, junto a la euforia desatada por la admisión a trámite de la demanda, que todos consideraron una victoria previa al entender que había material juzgable y se convertía en una causa de interés multilateral y no unilateral, elevó las expectativas hasta niveles peligrosos, como se ha evidenciado tras el fallo.
El cálculo político
A ningún votante se le escapaba el perfil político de la cuestión. Perfil electoral desde que se precipitó el referéndum del 21 de febrero de 2016 dos días después de que La Haya admitiera la demanda, y que, pese a los resultados de entonces, se siguió utilizando. La sincronización del calendario de las Primarias con el de la sentencia parecía prodigiosa, hasta que el resultado ha enfangado a los promotores, de nuevo.
La palabra tendencia en redes sociales, luego de que se asentara el fallo y el enojo posterior, fue “renovación”. Un golpe sustancial para Evo Morales, que pierde uno de los principales hilos argumentales de su repostulación, pero también para Carlos Mesa, el candidato nunca confirmado y que deja, de nuevo, en incertidumbre su futuro luego de la sentencia, y para el reto, pues en este caso todos viajaban en el mismo barco.
De momento, el fallo sigue pareciendo una especie de mala pesadilla, pero pronto se convertirá en pulsión política sobre la que unos y otros tendrán que posicionarse. Elaborar un relato en el que el futuro es esencial y el pasado… soltar.
¿Cómo convertir la derrota en arma política?
Los estrategas de uno y otro lado se dieron rápidamente a la tarea de traducir el fallo en un discurso que haga al relato que quieren vender para las Primarias primero y para la elección de 2019 después. El equipo de Evo Morales optó rápidamente por asegurar que no se cierra la vía de diálogo, también Samuel Doria Medina optó por la no rendición, mientras que Carlos Mesa tras un largo silencio en redes también se aferró a la esperanza: “Queda la afirmación de la CIJ de que el mar es un tema pendiente”.
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