Un Bukele o un Milei: las tesis de la oposición boliviana
Aunque el salvadoreño y el argentino tienen poco que ver, sus historias de éxito inspiran a opositores en todo el continente… con dispar suerte
Javier Milei y Nayib Bukele tienen muy poco en común, al menos en sus planteamientos ideológicos y en sus trayectorias. El argentino se ha declarado liberal libertario de la escuela austríaca y saltó a la política desde los sets de televisión donde dio “cátedra” económica desde una radical oposición al kirchnerismo. El salvadoreño sin embargo fue el alcalde más joven de El Salvador y a sus 42 años ha sido reelegido presidente tras una vida en la política en la que no se cambia por nadie, además, es firme defensor de la intervención del Estado en la economía y en la vida social, es decir, un socialista de manual, condición que asume sin remilgos.
Sus similitudes vienen de la radicalidad y de lo genuino de sus planteamientos para acabar con los principales problemas de sus países. El argentino plantea un cambio radical de la economía con un proceso absoluto de desregulación y la dolarización para acabar con la inflación mientras que el salvadoreño plantea macro cárceles y detenciones masivas poco garantistas para dejar de ser uno de los países con más homicidios del mundo por culpa de las pandillas.
Hay algunas similitudes más relacionadas con la estética, el manejo de redes y el perfil megalómano. Ambos desacreditan a la oposición al considerarlas casta y ambos desprecian partes de la democracia liberal, fundamentalmente la separación de poderes. También manejan las redes con mensajes directos y personales y sin escatimar en lo emocional.
Bolivianizar candidatos
Cada buen resultado electoral que se registra en las proximidades conlleva la inmediata reacción de la oposición boliviana con afán de imitación: casi los mismos que en su momento miraron a Bukele como ejemplo a seguir, miran hoy a Milei, aunque las condiciones no están dadas. Los expertos en comunicación política insisten en que la construcción de candidatos ganadores se hace de forma nacional y muy vinculado a los problemas motrices del país que necesitan intervención.
En Bolivia la violencia no es un problema cotidiano por mucho que algunos noticieros se empeñen. Es verdad que en los últimos meses se está registrando un incremento de la violencia vinculada al narcotráfico y/o contrabando que se atribuye al control de las rutas pero no llega a ser ni de lejos un asunto que afecte a la cotidianeidad.
Por otro lado, el discurso de Milei contra la casta y contra el Estado tiene poco asimiento en un país de Estado casi inexistente donde la gran iniciativa privada es inexistente y la pequeña se canaliza hacia la subsistencia, pero también donde los ciudadanos solo le piden al Estado que “no friegue” y poco más.
En esas, los esfuerzos y cábalas de los opositores para identificar un perfil que pudiera emular a alguno de ellos empiezan a topar con la realidad. La corriente de Bukele fue corta más allá de algunos afanes del grupo del Búnker por acentuar sus llamados patrióticos y algunas propuestas de trazo grueso como la portación de armas que en ocasiones se ha debatido. Mientras, el grupo de libertarios encabezado por Antonio Saravia se esforzó por darle cuerpo a una opción partidaria, pero la materia prima acabó asustando a los propios promotores, que han dado un pasito atrás mientras que la tarea de “provocar” la crisis en el país está tardando demasiado y apenas sale de twitter.
Mientras, sigue quedando la propuesta socialdemócrata de guante blanco de Samuel Doria Medina o de Carlos Mesa, que son esencialmente las mismas aunque diferentes, y se basan en que con ellos, no pasaría lo que pasa con el MAS y que algunos ven como una suerte de descalificación de clase al grupo gobernante.
Como sea, los plazos están ajustados y la oposición debe buscar un perfil adecuado para el momento concreto.
¿Usted que opina? ¿Milei o Bukele?