Anuario La Mano del Moto
Los cuatro “éxitos” de Luis Arce que nadie le reconoce
2023 era el año de la confirmación de Luis Arce, aquel en el que debía mostrarse capaz de gobernar y no ser solo el heredero señalado de Evo Morales, al que además ahora quiere teledirigir, y lo cierto es que en un contexto muy complicado por los efectos de la crisis inflacionaria mundial y su impacto sobre las tasas de interés y el recorte de dólares, lo ha logrado en una serie de asuntos clave, pero que sin embargo, ni desde los medios estatales ni desde los medios que riegan con muy generosas cantidades de dinero público lo han logrado posicionar.
Liquidar el Fassil sin quebrar el sistema
En medio de una alarma generalizada por la falta de dólares en el sistema formal e informal, el banco Fassil dio muestras de debilidad y apenas dos semanas después, en abril, la Autoridad de Supervisión Financiera (ASFI) ordenó su intervención. El reto no era fácil - y de hecho el primer interventor no pudo con ello -, pero la operación permitió identificar los problemas, repartir los activos entre los diferentes bancos y asumir el coste de los pasivos malos. El riesgo de que el banco tóxico, quebrado por sus malos manejos, contaminara a todo el sistema era muy latente, pero no se produjo.
Mover 20.000 millones de dólares sin entrar en pánico
Casi en las mismas fechas en las que el banco Fassil dijo basta el gobierno operaba para traspasar las cuentas de las AFP privadas a la Gestora Pública, es decir, en medio de lo que Arce llama un “ataque especulativo” pero que está cimentado sobre una desconfianza con origen tangible. El traspaso de fondos y de nombres se hizo, sin embargo, con total naturalidad, aunque es cierto que los gestores tuvieron que salir en diferentes ocasiones a asegurar que los fondos se utilizarían exactamente igual que en los fondos privados.
Liquidar el plan secesionista en Santa Cruz
Hay quien incluye la quiebra del Fassil en este plan, pero independientemente de ello, la amenaza separatista nunca había estado tan cerca como a finales de noviembre de 2022, cuando el Comité Cívico invocó el derecho a la autodeterminación de los pueblos para revisar la relación con el Estado. A partir de ahí, en diciembre, el gobernador cruceño Luis Fernando Camacho fue “extraído”, trasladado a La Paz y encarcelado en Chonchocoro. Las pocas protestas que se desataron fueron sofocadas por la Policía con intervención directa y borradas del mapa solo cuatro semanas después, cuando se ponderó si era preciso suspender el Carnaval. Después cayó el Fassil, tembló El Deber y el Comité Cívico difundió un plan de “profundización de la autonomía” con batalla jurídica incluida. Unas semanas después se estaban negociando cupos para el biodiésel y otros asuntos agrarios.
Acorralar a “su” opositor Evo Morales
La imagen que el propio Morales trata de proyectar de Luis Arce es la de un político blando al que le pasan las cosas de casualidad: el cajero del proceso de cambio. En esas Arce se ha visto obligado a mostrar carácter: ha aparecido en un par de ocasiones en escenarios muy hostiles y ha forzado la Ley para volver a nombrar al ministro Eduardo del Castillo después de ser cesado por la censura del Legislativo, pero sobre todo, ha mostrado capacidad para estrujar al resto de los poderes del Estado en beneficio propio, lo cual no es una virtud, pero en este país amante de los caudillos no pasan inadvertidas las negociaciones para controlar el legislativo en una circunstancia inédita en el periodo de Morales; ni el ajuste al Tribunal Electoral para negar el Congreso del MAS de Evo, ni la cobertura dada para que los altos magistrados se autoprorroguen en sus cargos.