El retorno de Wilman
Casi nadie se creyó su retiro, pero el político todoterreno del Chaco necesitaba pensar tras su dura derrota en la Alcaldía de Yacuiba
Casi nadie creyó que Wilman Cardozo fuera a retirarse definitivamente de la primera línea de la política. No por motivos obvios: su última batalla fue en la alcaldía de Yacuiba y su derrota fue sonada. Era marzo de 2021 y habían pasado demasiadas cosas. Ni siquiera logró ser segundo tras su archienemigo – otrora amigo – Carlos Brú y eso requiere revancha.
Cardozo pagó la alianza con Adrián Oliva en la gobernación de Tarija, como al final la acaban pagando todos los “independentistas” que acaban pactando con el “centralismo”. Oliva encarnaba en 2015 la opción de las “roscas de Tarija” y Cardozo no fue capaz de instalar su justificación pragmática que además era legítima: después de 20 años de luchar por el reconocimiento de la entidad política del Chaco, materializada en la Autonomía Regional, por muy deslavazada que quedara, tocaba ponerse a trabajar en ella y asumir las responsabilidades.
Evidentemente no funcionó y ahí acabó la leyenda de imbatible que se había granado tras media docena de elecciones ganadas en condiciones muy difíciles, como cuando en 2009 la rosca chapaca pactada por Cossío y Montes lo acabó apartando de Convergencia Nacional y se ganó la uninominal con la Alianza Social de René Joaquino, o como cuando colocó en la misma pega a Marcela Vásquez en 2014, ya con todas las autoridades chaqueñas volcadas al MAS.
La apuesta de Cardozo por Oliva no fue coyuntural. En aquella campaña de 2015 lo cortejó también Johnny Torres, que con el propio Óscar Montes por detrás sostuvo el pulso hasta el final y solo retiró su candidatura a gobernador “en solitario” cuando no logró un pie firme en el Chaco.
Cardozo se convirtió en asambleísta departamental en 2015 después de haber sido diputado desde 2003, y no contento, aceptó ser parte esencial en la conformación de un nuevo partido departamental: Todos, del que es co-presidente. Los que operaron en aquella época recuerdan a un Cardozo agotado pero leal, preocupado en administrar “lo suyo”, que entonces fue Setar, y colocar a “los suyos”. Por otro lado, fue la primera vez que hizo política del lado de los que ganaron, y por ende, el cambio de tono no le benefició.
El final de la gestión en 2019 fue confuso por aquello de que se mezclaba con las nacionales, y que en este caso resultaron ser particularmente convulsas. Carodoz y Oliva acabaron sumándose a Mesa, pero sin firmar alianza electoral, y después de lo llovido, fueron los primeros en subirse al “Juntos” de Jeanine Áñez, que ante la hecatombe de la gestión ni siquiera llegó a presentarse a las elecciones de 2020.
Después llegó la decisión en 2021. Había ensayado en 2015 con enfrentar a Brú por la alcaldía, pero el Tribunal Electoral lo impidió, y aunque hizo ganar a Ramiro Vallejos, este no tardó más de 3 meses en jurar al masismo. El contexto era otro y la derrota fue sonada, aunque en la Asamblea dejó a su hijo político Jorge Luis Sanguino, que a día de hoy sigue siendo una garantía ya que es clave para conformar mayorías en el legislativo.
Cardozo nunca se fue del todo, y la prueba es que rápidamente ha recurrido a las redes para demostrar que sigue vivo más allá de la política partidaria. En su agenda sigue primando el contacto con la gente y se deja ver recorriendo comunidades y ya está oganizando actos propiamente partidarios: Todos actualiza su vigencia en estos días y el papel de Cardozo ha sido activo.
Cardozo se mantiene firme en el lado opositor y la victoria de Javier Milei en Argentina, arrolladora en Salvador Mazza con quien Yacuiba comparte tanto, le ha dado una nueva argumentación entre el ultraliberalismo y la necesidad de “unidad” para echar a quienes son sus enemigos de siempre, ahora convertidos en nueva casta: El MAS.
Cardozo ha vuelto. Veremos si supera la prueba.