Brú, Vaca y los evistas del Chaco



Cada cierto tiempo conviene repasar en qué momento político se encuentra el Gran Chaco, la segunda provincia más poblada de Tarija, la de mayor potencialidad económica y la que, en cualquier caso, ejerce de termómetro social y político. La respuesta suele ser: en guerra abierta.
Hace no mucho tiempo el Chaco se convirtió en un vergel de voto masista como resultado de una estrategia más o menos planificada, pero facilitada por la volatilidad ideológica de sus principales dirigentes y su propia dinámica demográfica.
El Chaco ha sido en este siglo una de las regiones que más ha crecido y no solo porque venía de muy atrás. Los cambios normativos de principio de siglo y la consolidación por ley nacional del pacto fiscal departamental alcanzado en los 80-90 para entregar el 45% de la renta petrolera al Chaco, unido a la puesta en disposición de grandes campos como Margarita, San Alberto y San Antonio y el incremento de los precios en el mercado internacional hicieron que millones y millones de dólares entraran directamente a las cuentas de la región, y sí, en muchas ocasiones se incurrió en el delirio del nuevo rico haciendo inversiones totalmente innecesarias, justificadas únicamente en el ego de cada uno.
La propia dinámica demográfica nacional, que lleva migrantes del altiplano hacia las fronteras, garantizaba un crecimiento más o menos sostenido del MAS en Yacuiba y Villa Montes, principalmente, sin embargo, los operadores y estrategas del gobierno de Evo Morales no quisieron esperar tanto para romper la “tradición” opositora del departamento y apostó por el eslabón más débil: sus políticos y autoridades.
En esto se empleó a fondo a partir de 2009, cuando la autonomía regional ya era un hecho contemplado en la Constitución. El primer acercamiento se dio en 2010, cuando los números en la nueva Asamblea Departamental, donde el Chaco estaba generosamente representado, daban para derrocar al gobernador electo Mario Cossío: el MAS sumaba 11, el PAN 5. Todo fue tan fácil que Mario Cossío acabó en Paraguay.
El PAN, Poder Autonómico Nacional, había sido una solución de emergencia para dar cabida a muchos políticos de las viejas formaciones que no encontraban acomodo, pero también para devolver cuentas pendientes con el centralismo departamental que por entonces representaba Mario Cossío y también Óscar Montes. Entre los dos habían dejado fuera de la lista de las nacionales de la alianza opositora nacional de la que tenían la franquicia, Convergencia Nacional, a un Wilman Cardozo que llevaba desde 2002 como diputado y se lo pasaba bien. Bajo esa sigla se reunieron exmiristas como Cardozo, ex emenerristas como Carlos Brú y caudillos locales como Lorgio Torres en Caraparí o Rubén Vaca en Villa Montes.
Tras aquel ajuste de cuentas, solo Cardozo recuperó la senda opositora, mientras que el resto se quedaron de la mano del MAS: Brú, que era alcalde de Yacuiba; Vaca, que entonces era ejecutivo seccional y tuvo más de un amarre por sus cuentas pendientes con la justicia y Lorgio que lo era de Caraparí.
El mapa se tiñó rápidamente de azul, porque la alcaldía de Caraparí la gobernaba Ermás Pérez, del proceso, y ejecutivo seccional había sido elegido Marcial Rengifo, otro cuadro muy activo de los interculturales y campesinos, y sociológicamente el mismo Chaco había mudado. El reflejo electoral también fue evidente: Tarija se movió hacia un empate técnico, hasta la fecha desnivelado por poco hacia el lado opositor excepto en las presidenciales de 2014, que se decantaron por Evo.
Los problemas, en cualquier caso, se hicieron irremediables: Los “nuevos” masistas con sus bases de clase media y urbana ganaban más poder en forma de dádivas entregadas por el gobierno de Morales mientras que personajes como Rengijo primero y José Quecaña después, - que asumió también Yacuiba siendo Máxima Autoridad Ejecutiva de la Región Autónoma – fueron perdiendo peso y financiación.
La historia se repite tal cual en esta legislatura donde Brú y Vaca han vuelto a ocupar las alcaldías de Yacuiba y Villa Montes, mientras que José Luis Ábrego y Karen Sánchez ocupan las subgobernaciónes. Los primeros son conversos que juraron militancia a Evo; los segundos son la base venida a más con el respaldo de Luis Arce, que tiene de su mano al Pacto de Unidad. Los unos y los otros están enfrentados, al menos en Yacuiba, mientras que en Villa Montes se miden.
El problema de poder no siempre se resuelve con lo económico: Carlos Brú pasa casi más tiempo en Santa Cruz que en Yacuiba por motivos personales; Ábrego ha topado con el agujero negro que dejaron Quecaña y Marcial, pero con la imposibilidad de quejarse, porque plata no hay; Rubén Vaca quiere hacer cosas pero el equipo de Arce le tiene ojeriza porque alguna vez fue masista y Karen Sánchez es la que tiene mayor visión política: con seguridad la seguiremos viendo crecer.
El próximo Congreso Departamental del MAS será intenso y el Chaco tendrá que resolver su posición, que no es unitaria. Sin duda habrá pelea.