Manfred pincha el globo
El pasado 15 de abril Manfred Reyes Villa estuvo en Tarija. Participó de las efemérides y después, a título privado, en un matrimonio celebrado en la Catedral. Cuando se le acercaron algunos amigos a preguntarle por el extraño perfil adoptado en su nueva etapa como alcalde de Cochabamba les respondió: “Tranquilos, este que ven no soy yo”.
El militar y empresario boliviano es un hombre de otra época, un cuadro que tuvo oportunidades en la turbulenta política nacional de principios de siglo y que acabó poniendo tierra de por medio con el país. Por eso pocos entendieron su retorno a finales de 2019 cuando el MAS cayó, pero muchos menos que se quedara para pelear la Alcaldía cuando el MAS había recuperado el poder con Luis Arce.
Reyes Villa no solo la peleó sino que la ganó. En marzo de 2021 retornó a la alcaldía que había regido entre 1993 y 2000 y que le sirvió de plataforma para candidatear a la Presidencia. Siempre tuvo la sensación de que no jugó bien sus cartas en 2002 cuando salió tercero – confiando en los datos oficiales – y pudo haber negociado mejor tanto con Evo Morales y el Mas, que renunciaron a los pactos postelectorales, como con Sánchez de Lozada, quien lo había cargado en la campaña y acabó siendo presidente con el apoyo de Jaime Paz y el MIR.
En 2005, al igual que Jaime, se refugió en su región candidateando a Prefecto, solo que a diferencia del mirista en Tarija, ganó, convirtiéndose en el primer de su clase electo por voto popular. Le duró poco porque de nuevo no pareció jugar bien sus cartas. Dudó sobre si abrazar la Media Luna autonomista o quedarse en el molde, y en la pugna, el referéndum revocatorio de 2008 se lo llevó por delante. Candidateó de nuevo a presidente en 2009 desde el exilio por Convergencia Nacional, pero el tren ya había pasado y el ciclo era otro.
El remezón de 2019 fue tan fuerte que cada cual buscó seguridades en sus compartimentos memorísticos del pasado. Manfred vio una oportunidad y los cochabambinos lo eligieron. A él y a su hijo como concejal y alcalde alterno. Hasta entonces había conseguido limpiar su historial de corruptelas varias pobremente judicializadas y hasta el último momento estuvo en vilo su asunción por esos asuntos, pero finalmente logró el aval del Tribunal Constitucional.
Como el asunto sigue movido, muchos analistas lo habían empezado a colocar como el futuro candidato de la oposición, con opciones múltiples sobre todo si el masismo se debilitaba por la ruptura entre Evo y Arce. En Bolivia el outsider no cotiza: la gente quiere un candidato conocido y no tan quemado.
Es verdad que Reyes Villa retornó frío, sin grandes recibimientos. No se abrazó a Jeanine Áñez de forma incondicional, como tampoco lo hizo Mario Cossío en Tarija, y su campaña por la alcaldía fue muy local. Después no se ha metido en ninguno de los asuntos nacionales, ni en el tema del Censo, ni en las elecciones judiciales, ni en la detención de Luis Fernando Camacho, ni en nada. Ni siquiera disputó la presidencia de la Asociación de Municipios de Bolivia (AMB).
Aún así había quien lo veía con capacidad de unir la oposición. Ahora dice que no. Seguramente es lo más prudente.