Rumbo al 15 de abril
Todas las cosas que ya no se pueden regalar a Tarija (ni en modo promesa)
En Tarija hay promesas que datan de una década, pero que nunca han pasado siquiera de un estudio de preinversión. La ruta 9, la petroquímica, el aeropuerto o la Circunvalación están entre ellos



A Tarija no se le puede regalar un nuevo aeropuerto. Ya se lo regalaron a Lino Condori en 2013, que encontró hasta un lotecito por Iscayachi donde ubicarlo. Nueve años después se ha reparchado la pista, que se iba a alargar algunos metros, pero todo era muy complicado.
Difícil lo de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales. En la campaña del referéndum de 2016 Evo Morales prometió 50 millones de dólares para ello y hasta ahora nada. Claro que perdió, pero igual le metió… Desde entonces apenas hay un estudio a diseño final.
En la campaña de 2015 Pablo Canedo inventó un concepto de doble vía que iba a interconectar El Valle – Cercado – San Lorenzo. Era una especie de evolución de la Avenida Ecológica, que también asumió alguna vez la ABC para circunvalar la capital. Se licitó dos veces. Hasta ahora nada.
Hospitales se asumieron todos y se han construido dos: el Oncológico y el Materno Infantil, que no funcionan porque nunca puso recursos para personal ni para equipamiento.
El más oscuro de ellos es el Instituto Cardiovascular que en la campaña de 2014 se sacó de la chistera el entonces flamante candidato a senador, el empresario, arquitecto y constructor Milcíades Peñaloza, que además por aquel entonces acababa de superar una crisis de ese tipo muy seria, según comentó entonces. San Lorenzo cedió hasta los predios, y hasta ahora, nada.
Una vez fueron a regalar una represa gigante, la de El Carrizal, sobre uno de los afluentes principales del Pilcomayo. En 2012 ya se había adjudicado el diseño a estudio final a una empresa china de esas de la CAMC de Gabriela Zapata. El regalo era “regar todo el Chaco” y generar quiticientosmil megawatios de Energía. Tal vez alguien se dio cuenta del ecocidio y de lo que costaría mantenerla limpia. No vale de regalo.
Interconexiones al Sistema Nacional de energía eléctrica se regalan no solo cada abril, sino en cada aniversario de Bermejo, por ejemplo.
A Bermejo también se le prometió un puente peatonal sobre el río para que eviten jugarse la vida en las chalanas cuando viene crecido. Hubo lobby en contra de los chalaneros y poca voluntad. Con reabrir el internacional ahora ya sería algo.
A Yacuiba también se le ha prometido su nuevo puente internacional con el Zicosur por el medio. Va para una década.
Aunque el “regalo” más doloroso para los yacuibeños siempre ha sido el de la doble vía para dar seguridad a la trágica ruta 9 que suma decenas de muertos cada año. Hasta máquinas se han llevado para hacer fotografías y cortar cintas, pero nada ha pasado más que mover un poco de tierra a los costados.
De nuevo a Bermejo, tal vez el municipio más olvidado, se le prometió en n ocasiones un nuevo ingenio azucarero para superar las deficiencias de IABSA. Muchas veces. Al final se convirtió en uno más pequeño de azúcar morena y algunas cosas de alcohol, que de igual manera, quedó en promesa.
En Uriondo también se prometió una bodega pública que permitiera desahogar la sobrecarga de producto de uva en el mercado en periodos tan cortos y mejorara los precios, pero apenas quedó en eso, en promesa.
Obviamente no se pueden regalar pozos petroleros, porque eso son auto regalos, como cuando regalas una cuenta de Netflix por el Día del Padre.
Pero sobre todo, de ninguna de las maneras, se puede volver a “regalar” una planta petroquímica en Yacuiba prometida ya en 2009, en 2010, en 2014, en 2015, y hasta licitada y con informe de adjudicación en 2017, para volver a hacer promesas en 2019, en 2020 y en 2021. Es demasiado récord.
Como quien no quiere la cosa, van unos 20 años desde que se rechazó el proyecto GNL Pacific y el megacampo Margarita empezó a extraer gas natural a gran escala para reiniciar la exportación a Argentina, que sumado al contrato de Brasil que arrancó en 1999, y que fue para esa época que empezó a funcionar con más solvencia, consolidó lo que solemos denominar “la era del boom del gas”.
Tarija es el gran epicentro de ese “boom del gas”, pues ha producido más del 70 por ciento de gas comercializado en este siglo generando ingentes cantidades de recursos de renta petrolera de los que han quedado apenas unas migajas en el departamento en forma de regalías. La traducción de esos recursos en desarrollo es relativo, pues Tarija si tiene una de las mejores calidades de vida del país, pero a ello contribuyen mucho sus condiciones naturales y poblacionales.
Por lo general, los tarijeños siguen viviendo de lo mismo que se vivía hace 20 años – su agricultura de subsistencia, su vino, sus papas, sus fronteras, sus gremiales, etc., - y también ha vivido mucho de promesas, promesas que vale recordar ahora que estamos a principios de Abril, para que no volvamos a caer.