La política madura en Sudamérica
Racismo, relato y el nuevo paradigma indigenista
Grupos alineados al Foro de Madrid buscan cambiar el relato hegemónico reivindicando la Colonia y conceptualizando una élite indígena que secuestró el proceso



El uso de la wiphala sigue despertando pasiones entre los círculos más radicalizados del país. En las efemérides de Santa Cruz se vivió el enésimo capítulo de confrontación en este sentido luego de mezclarse una serie de ingredientes precocinados que no podían conculcar de otra manera: Choquehuanca con la bandera escondida, Camacho con ganas de reivindicarse tras su borrón en la Fexpo, muchos intereses territoriales en juego, etc.
Más allá de la anecdótico del día o lo que suponga en el corto y mediano plazo, diferentes analistas empiezan a teorizar sobre algunos movimientos de fondo que se empiezan a extender por todo el territorio sudamericano y que tienen un punto de partida: El Foro de Madrid, la carta de naturaleza de una serie de grupos conservadores y de ultraderecha Latinoamérica, Estados Unidos y España, y que tienen por objetivo contrarrestar la influencia del Foro de Sao Paolo.
Al Foro de Sao Paolo se le atribuye el éxito del relato de los 500 años de opresión de la Colonia para justificar el atraso del continente, lo que ha permitido erigir una personalidad y una forma de acción política recuperando lo indígena y ancestral pero también los valores de Bolívar y la Guerra de la Independencia. Desde ese piso es que han germinado diferentes formas de gobierno en varios países sudamericanos – de Morales a Correa pasando por Chávez, Lula o el segundo Kirchnerismo de Cristina – y han dado paso a diferentes movimientos soberanistas, aunque con no tantos resultados.
El Foro de Madrid plantea construir un relato diferente, pero igualmente profundo, y parte desde la negación original de la mayor: la Colonia fue buena. Dicen los analistas que se trata de una sobreconstrucción sobre un sustrato racista que siempre ha existido entre las clases altas de los países sudamericanos, pero que pretende romper esos límites de clase y penetrar en las clases populares, una especialidad de la ultraderecha que ya está ganando muchos espacios tanto en Europa como en Estados Unidos.
El “padrino” de este proyecto contrahegemónico – señala Julián Macías - es Hazte Oír, una suerte de Fundación/Think thank del pensamiento conservador con fuertes capacidades de movilización sin demasiados afanes estructurales, sino más netamente reaccionario. Todo lo que no cuadra es “comunista”.
La rama política de Hazte Oír en España es Vox, ya con 52 diputados en el parlamento español con una retórica negacionista y antiinmigrantes, pero con una excepción muy marcada: No son lo mismo lo migrantes sudamericanos que los demás, una puerta de doble entrada para sus objetivos.
Tres son los elementos esenciales que manejan los constructores del relato para lograr instalarlo en el corazón popular de Sudamérica, el continente más desigual del mundo: Los valores cristianos; la defensa del españolismo y la teorización de la “rosca indígena”.
Los valores cristianos – católicos
Aunque el Foro de Sao Paolo no se desmarcó de la raíz cultural cristiana de la colonia, diferentes iniciativas sí han ido poniendo en cuestión la legitimidad de la Iglesia y el rol dentro del entramado de dominación, lo que ha provocado ciertas reacciones.
Es sin embargo a partir de la segunda década del siglo XXI cuando la agenda progresista empieza a integrarse más en algunos gobiernos, como el de Cristina de Kirchner con el aborto, pero sobre todo, son los gobiernos y movimientos de derecha los que empiezan a endilgar a sus opuestos afanes no manifestados, como el de la agenda LGBT que en Sudamérica no está desarrollada por prácticamente nadie. Álvaro Uribe, en Colombia, llegó a hacer frente al referéndum de la paz con argumentos contra la ideología de género.
Con el crecimiento exponencial de la influencia cristiana pentecostal y las debilidades estructurales que siguen convirtiendo a la familia en la única red de protección, la idea central del cambio de relato pasa por afianzar la identidad de Fe, muy acorde con la colonia.
La barbarie
Latinoamérica es el continente más violento del mundo, con tasas escandalosas en Centroamérica. También el de mayores índices de violencia hacia la mujer y con muy bajas tasas de protección de la infancia. A pesar de que el origen de esa violencia tiene diversa naturaleza, los analistas advierten que la ultraderecha ha puesto en marcha estrategias de opinión para asimilarla a los grupos menos “colonizados”, en lo que sería una reedición del racismo clásico pero sin factor de clase social: la violencia se rechaza entre iguales pero se conceptualiza entre distintos.
La rosca indígena
De todas las estrategias, la central es la de identificar la “rosca indígena” que “roba y utiliza” a sus iguales para disfrutar de los placeres occidentales, que en el mundo Foro de Madrid sigue siendo el ideal.
El fondo del planteamiento pretende romper el status quo popular, dividiendo entre indígenas de primera e indígenas de segunda, cuyo efecto sostenido pasa porque el ciudadano de extracto indígena popular que no ha logrado triunfar ni desarrollarse adecuadamente acaba culpando a sus semejantes de su fracaso y, en el máximo grado, apartándose de la conciencia de clase.