Rumbo al 7M
El pacto del “churqui” y el factor Milcíades
El Movimiento Al Socialismo ha seleccionado a sus precandidatos entre los que se habían ofrecido para la pugna electoral, pero la influencia del empresario sigue siendo poderosa sobre Evo Morales, que acabará definiendo



Evo Morales pasó por Tarija como una exhalación. En la línea de sus últimas apariciones desempeñando un nuevo rol, el expresidente concentró a sus bases en el muy visible Coliseo Universitario, donde reivindicó su Gobierno, el proceso de cambio, arengó a las bases, pidió unidad, bailó rueda chapaca y acabó definiendo tres precandidatos para la carrera a la Gobernación, que además no fueron ninguna sorpresa porque los tres - Eider Quiroga, Álvaro Ruiz y Walter Ferrufino – ya habían mostrado su interés por la nominación.
Después del acto muy popular, un selecto grupo de dirigentes y no dirigentes se fueron a almorzar a los dominios de Juan Luis Coronado, el Churqui, en la salida a San Mateo. El Churqui Coronado ha sonado con insistencia en los últimos años dentro de las filas del Movimiento Al Socialismo, aunque como tantos en Tarija se considera “evista”. Un invitado de manual.
Coronado es un tipo alto que hizo carrera en el básquet, en la economía y en los negocios con el Estado. De todo, parece ser el básquet el que más puertas le ha abierto. Desde la Asociación se trajo de regalo de Evo el fastuoso Coliseo Guadalquivir, con pista NBA y un marcador electrónico que hasta hoy nadie sabe manejar.
Había resultado que en el básquet tarijeño se había juntado una cantera de habilidosos con la pelota, que en su madurez senior invirtieron los términos para mantenerse habilidosos. En ese círculo quiso estar siempre el exministro de Hidrocarburos Luis Alberto Sánchez. De ese grupo salió Pablo Canedo para candidatear a la Gobernación por el MAS en 2015, y por ahí se ubican también los Lema – Hoy Virginio hecho todo un opositor radical – y otros que fueron ganando en la proximidad con el Gobierno.
Los candidatos
Eider Quiroga vino a completar la terna desde la lógica posición de la base campesina natal, pero el pulso – secreto a voces – es entre Walter Ferrufino y Álvaro Ruiz.
El uno, subgobernador de O´Connor desde hace una década, con un perfil rural anticentralista muy trabajado, y que pudo ser candidato en 2015 y no fue nadie sabe por qué. El otro, alcalde de Uriondo también desde hace una década, aunque este la ganó primero con Camino al Cambio – antes coqueteó con Unidad Nacional -. Ruiz se ha trabajado un perfil más moderno e inclusivo..
Los dos aplicaron línea dura en la gestión contra Oliva desde 2015, aunque fue Ruiz más efectivo con todo lo que se vino con la Ley del 8% y los posteriores débitos automáticos. Ferrufino ha sido menos teórico y más confrontacional en el eje provincias versus capital.
Ruiz se concentró en acercarse a los altos cargos del Gobierno de Evo, y le fue bien. A Ferrufino le salió algo más espontáneamente. Desde la caída de Evo, ambos han hecho méritos para ser reconocidos como los rostros visibles de un MAS que en Tarija huyó en estampida. Ruiz pasó más tiempo en Buenos Aires que en Uriondo y tiró muchas líneas contra Áñez en la pugna por la gestión, como con el avifavir, mientras que Ferrufino dio el golpe con aquella inauguración de obra por teléfono que casi le costó una aprehensión en el democrático Gobierno de Jeanine Áñez.
Ferrufino y Ruiz podrían ser hasta complementarios, pero hay algo que lo evita y que ni sus entornos más cercanos lo conocen a profundidad. Mientras Ruiz ha construido su perfil alrededor de la gestión con los diferentes municipios y ha logrado apoyos orgánicos, Ferrufino se ha recluido en O´Connor, donde abrió las puertas a muchos ejecutivos de la gestión de Lino Condori, donde encontraron refugio. Aquellos pesos pesados: Fohad Amás, Roberto Ruiz, Darío Gareca, Carlos Brú, han acabado teniendo un factor en común: Milcíades Peñaloza, que es también padrino del grupo de basquetbolistas.
Peñaloza es otro evista, en este caso multimillonario, que se subió al carro en 2014. Evo lo colocó de primer senador y le encargó una suerte de gerencia del MAS Tarija, la regional que más quebraderos de cabeza le generaba. Los resultados son elocuentes – el MAS empeoró todos sus números electorales después de aquella elección -, pero Peñaloza ganó todavía más influencia. Peñaloza renunció a su cargo unas horas antes que Morales, y si se prodigó poco antes, menos lo hizo después.
Los operadores de cerca y de lejos coinciden que los que hacen de anfitriones acaban ganando puntos, y en ese sentido, el Churqui vuelve a ganar puntos como una especie de solución intermedia, aunque en realidad no lo sea, y los más suspicaces se preguntan cuántos candidatos va a tener Peñaloza ahora que lo de Montes es firme.
Lo que está claro es que la batalla en el MAS Tarija aún no ha terminado.