La resaca del 18-O
El día que Evo vuelva a ser candidato
Por mucho afán que se ponga en mostrar una división del MAS, Arce es consciente de que el control sobre las bases sociales lo tiene Evo Morales y por el momento, no se esperan divergencias



“Divide y vencerás” es una máxima más vieja que Maquiavelo. Julio César la aplicaba en la técnica de la guerra, pero también de la política. Todos los Gobiernos hegemónicos desde el romántico siglo XXVIII han tenido la virtud de atomizar a su oposición y la mayoría de los Gobiernos hegemónicos que han perdido su poder han pasado un proceso de disenso interno que ha llevado a fracturas y escisiones y finalmente, al cementerio.
La técnica funciona, salvo cuando se aplica a la desesperada o se trata de imponer desde fuera sin que coincida con los hechos.
Los analistas del país se han dado a la tarea de discernir si el Movimiento Al Socialismo (MAS) está ya en un periodo de división o tardará hasta el ecuador de la legislatura. Lo que se da por descontado es que al final habrá pelea.
Por primera vez en la historia del MAS, pero apenas hay precedentes en el país, la Presidencia del Gobierno está en manos de un líder y la Presidencia del partido que sostiene al Gobierno está en manos de otro líder.
Entre los analistas y comunicadores, particularmente los que no tienen simpatía por el MAS, gana terreno el relato del quiebre inminente: pulsos en Fedjuves, en Ministerios, determinados nombramientos, etc., dan artillería para soportar esta teoría. Algunas son lo suficientemente obvias como para reconocer que algo sí hay, como que Luis Arce tarde cuatro días en poner un tuit de bienvenida al expresidente o que nadie lo cite nunca en sus discursos.
Evo Morales en Chimoré pidió “cuidar” al Gobierno del “hermano Lucho Arce”, aunque en sus discursos se mantiene el tono omnipresente y presidencial, tanto por la forma como por el contenido de lo que dice.
El reparto del gabinete, con los nombramientos más lentos de la historia, está permitiendo hacer una “lista de cuoteo” reconociendo ascendencias: Viceministra de Comunicación – Abya Yala – ergo, Evo; todos los económicos repiten con Arce, ergo, Arce; Coordinación, Choquehuanca, etc.
Además hay sesudos análisis sobre la maduración política de cada uno de los miembros: Edmundo Novillo, Ministro de Defensa, fue casi todo con Evo y ex cochamababino así que “tiene que ser de Evo”, mientras que otros recuerdan el paquete de ambiciones frustradas, interpretando que la nueva oportunidad supone una liberación edípica instrumentalizada por Arce y Choquehuanca.
“¡Evo elegirá las listas subnacionales!”; “¡Romero dice que Evo es la conducción del proceso!”; “¡Morales sugiere interpelar al presidente del TSE!” y otros cuantos gritos asombrosos tienen que ver con aplicar una normalidad que en Bolivia no estamos acostumbrados, es decir, que la autoridad no maneje la institución como si fuera su chaco y que existan partidos políticos con base cierta, con líderes ciertos y que sean capaces de monitorear el Gobierno y hacer propuestas.
La división vende, pero también hay voces que señalan que cada paso que da Evo Morales tiene el visto bueno de Luis Arce y viceversa, es decir, que Arce sabía al detalle cómo iba a ser el retorno de Evo Morales al país, qué podía hablar y qué no, y que también el nombre de cada Ministro y Viceministro ha sido concertado específicamente entre Arce y Morales.
Solo va una semana y el temporal arreciará. Luis Arce es plenamente consciente de que Evo Morales tiene el control de los movimientos sociales – cada vez menos, pero igual – y que él no tiene el capital político para volar en solitario, ni tampoco ganas. La cuestión es quién aguantará en mejor forma hasta 2024, ¿o acaso alguien cree que Morales no querrá ser entonces candidato?