La resaca del 18-O
Choquehuanca y el nuevo MAS
El futuro Vicepresidente ha jugado un rol crucial en la reconstrucción del partido y en la afirmación de su vigencia más allá de Evo Morales y lo seguirá teniendo en la administración de las nuevas parcelas de poder



En una campaña en la que los vicepresidentes brillaron en ausencia, David Choquehuanca brilló más que ninguno. Tanto que se acabó llevando el gato al agua en la reconstrucción de un partido que tuvo miedo de sí mismo y que dudó de su propia capacidad.
El debate lo zanja un 55% que los analistas explican más desde lo externo que desde lo interno, es decir, desde las cosas que hizo mal la oposición y no desde las cosas que hizo bien el Movimiento Al Socialismo, aunque lo grosero de la diferencia entre el primero y el segundo venga a evidenciar que no fue lo primero sino lo segundo.
En esas estuvo David Choquehuanca, el ex canciller de Evo Morales, el intelectual aimara, el hombre que le recitó un poema a Morales en Palacio en su cumpleaños que le desencajó la cara. El hombre que perdió el pulso ante los Lineras y Quintanas y no por ello perdió la sonrisa, ni la Fe.
Choquehuanca no es un dulce ni se parece demasiado a ese perfil idílico que le empezaron a dibujar los medios anti – Evo cuando creyeron ver en él un aliado en tanto un resentido capaz de dinamitar el proceso. Choquehuanca es más del Mallku que del Tata. De hecho, nada lo asemeja al Tata. En realidad Choquehuanca es él.
Después de dos años, Choquehuanca se alejó del gabinete de Ministros en 2017 a la par que Juan Ramón Quintana. El referéndum y su derrota se cobraban las primeras víctimas, pero equilibrando. Ninguno de los dos pareció irse del todo, pero Quintana volvió y Choquehuanca no.
La amalgama
David Choquehuanca viajó a Buenos Aires a aquella cumbre a la que no llegó Andrónico Rodríguez y en cuya mesa se sentaron Diego Pary – último canciller -, Luis Arce Catacora y Evo Morales. El que menos sonreía en la foto era Choquehuanca. Faltaban días para la inscripción de candidaturas y coincidía con el Día del Estado Plurinacional, para lo que se había preparado una especie de proclamación en Buenos Aires. Primero firmaron un acuerdo de no enojo y al final, Arce salió candidato a Presidente y Choquehuanca a Vicepresidente.
Arce se quedó para el festejo, Choquehuanca salió raudo al aeropuerto, a Bolivia y de ahí, a reunirse con las bases del pacto de unidad, que veían demasiado blanco a Arce Catacora como para ser el candidato del MAS. ¿De quién habló pues el excanciller cuando citó la “mano blanca” detrás del escándalo del Fondo Indígena?
En la campaña, Choquehuanca se ha metido en lo profundo, ahí donde no llegan las cámaras de televisión ni la señal de celular. Ha acompañado a Arce en los momentos que hacía falta. Se ha plantado en la barricada de María Galindo, y ha hecho la verdadera autocrítica al proceso, esa que solo un creyente – protagonista – puede hacer.
En Bolivia no hay un nuevo MAS, sino una maduración. El partido, por el hecho de ser partido, es el único que ha renovado liderazgos y vocerías en el territorio. El Instrumento Político se ha reconstruido. Choquehuanca ha tenido mucho que ver en ese afán. Sin duda que el perfil vicepresidencial, en esta nueva andadura del MAS, tendrá un perfil muy diferente, y probablemente, más poder.