Un gabinete para tiempos de crisis
Ahora que Evo Morales ha desautorizado al ministro de Economía Luis Arce Catacora reconociendo que la crisis del petróleo puede trastocar, y mucho, los planes trazados en el país y ha pedido a sus ministros que le asistan con ideas y proyectos ajustados para estos nuevos tiempos, falta...



A esto se suma la profunda crisis que golpea al Instrumento Político después de nueve años en el poder y que los asesores ya no se esfuerzan siquiera por disimular. Sin liderazgos locales ni nacionales, el conflicto es el pan de cada día. El presidente Evo Morales se la pasa recorriendo los departamentos para intentar poner paz. Paz que dura lo que tarda en volver al avión y desaparecer del aeropuerto. El Movimiento Al Socialismo (MAS) se desmorona de a poco, pero los resultados del 29 de marzo pueden provocar una debacle que a la postre, acabarán por afectar una legislatura que todavía no ha empezado, pero en cuyos orígenes se lee la desazón de un 61 por ciento frustrante, que aunque pase por ser la segunda victoria más arrolladora de todos los tiempos, todo el oficialismo lo interpreta como un punto de inflexión con rumbo al declive, puesto que la expectativa estaba en un poco realista 74 por ciento.La gobernabilidad del partido se ha vuelto imposible y cada vez hay más disidentes dispuestos a plantar cara a los advenedizos que ocupan cargos notorios y sillas preferenciales en el entorno de Evo Morales. Es el caso de Luis Alfaro en Tarija, que ha optado por Bien Común (BICO) para enfrentar una elección con el argumentario del proceso de cambio mientras que en la lista azul despunta un Carlos Cabrera que no tiene el apoyo de las bases y que tan pronto lo posesionó el presidente Morales le empezaron a llover críticas mientras los del sombrero se replegaban a sus feudos. El MAS no ha podido generar liderazgos locales sólidos, y el experimento de nombrar ministros coordinadores por departamento también ha fracasado. En Tarija, el ministro Juan José Sosa, que llegó a sonar fuerte incluso como gobernador, se ha borrado de la primera línea y en su lugar ha aparecido el ministro Jorge Pérez, sin ningún lazo con Tarija, que de momento ha perdido semanas intentando entender que es lo que pasa en el departamento más rico del país, cuya historia se repite cada tanto.Un gabinete nuevoEl próximo 21 de enero habrá un nuevo gabinete para un nuevo tiempo. Un gabinete que debería traer nuevas ideas para generar una agenda que permita afrontar lo que será el debate más duro de la próxima legislatura: El Pacto Fiscal, la herramienta de financiación que, sea cual sea el resultado final, generará polémica. De momento no hay propuesta gubernamental sobre lo que se puede y lo que no se puede discutir, y en un contexto de reducción de ingresos, el tema es candente. Los departamentos requieren de un mecanismo de financiación estable aislado de los vaivenes del petróleo, que marcarán la década según señalan los analistas, mientras que el Gobierno no puede recortar sus gastos luego de haber consolidado un pesado e ineficiente aparato estatal.El presidente tiene la oportunidad de abordar la nueva legislatura con rostros renovados y nuevas ideas. Esto supondrá prescindir de los pesos pesados que han administrado la bonanza. Luis Arce Catacora está en el número uno de la lista, continuidad, inmovilismo, estabilidad… cualquier adjetivo conllevará una reflexión, y también unas consecuencias. Junto a Catacora está el poderoso ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana, tan cuestionado como imprescindible durante los nueve años de la era Evo. Si el tema marítimo va a volver a ser el eje central de la legislatura, Quintana podría incluso pasar al ministerio de Exteriores para administrar la fase “tosca” de la demanda marítima. Crecer en el panorama internacional es una necesidad estratégica de Bolivia y también personal de Evo Morales y de momento, no volverá el G77. Para el cargo de Presidencia suena también Héctor Arce Zaconeta, aunque también para la Cancillería, mientras que el actual propietario de la cartera, David Choquehuanca, siempre en esa relación espiritual con el poder es un valor demasiado a la baja pero cuyo remate es demasiado peligroso para la estabilidad del Gobierno Aymara. El enroque está previsto, pero uno sobra, aún sin contar con Sacha Llorenti.En el sector Hidrocarburos la reflexión también es complicada. Si a pesar de los avances se da por fracasada la gestión en el área, los cambios urgen con los precios del barril a la baja, sin reservas cualificadas y con el contrato con Brasil, que vence en 2019, en el horizonte. Sincerar el sector antes de empezar a trabajar es fundamental, pues pocos creen ya en las promesas de que aparecerán más reservas y queda poca paciencia a la que apelar. Se da por hecho que Carlos Villegas, por sus asuntos personales aireados por el vicepresidente, dará un paso al costado. En las apuestas suena fuerte Marlene Ardaya, la jefa nacional de la Aduana, como la figura que lo sustituirá. Queda ver qué pasará con el ministro Sosa, que ha cosechado los éxitos de las inauguraciones pero su liderazgo ha quedado relegado. Por lo general se espera que varios de los gestores de las desconcentradas, como Ardaya, entren a reforzar el gabinete, que algunas “estrellas” como César Navarro tomen más peso específico mientras que otras figuras que han caído de las carreras departamentales, como Reymi Ferreira en Santa Cruz, entren también a la disputa. En cualquier caso, un gabinete renovado pasa por Economía, Presidencia, Hidrocarburos y Exteriores, de lo contrario los cinco años pueden resultar muy largos.