A cuatro semanas de las elecciones, las encuestadoras hacen una pausa
Hasta el momento, ninguno de los candidatos tiene una ventaja significativa.
A cuatro semanas de las elecciones, la contienda por la Casa Blanca está tan reñida como en las dos últimas semanas.
El promedio de las encuestas de The New York Times muestra que Kamala Harris y Donald Trump están prácticamente empatados en los siete estados más disputados, en los que se considera más probable que se decida la presidencia. Y ninguno de los dos candidatos está lo suficientemente por delante como para ser considerado un modesto favorito.
En un estado tras otro, el promedio se mantiene prácticamente sin cambios tras una semana llena de noticias que incluyó el debate vicepresidencial, el nuevo informe sobre el empleo y el asesinato por parte de Israel del líder de Hizbulá.
En un país tan polarizado como el nuestro, no necesariamente sorprende que las noticias no afecten a las cifras. Esta semana, sin embargo, hubo una razón diferente por la que las encuestas no parecían moverse en absoluto: simplemente no hubo muchas.
Incluso si estos acontecimientos sí afectaron la contienda, probablemente no ha habido oportunidad de que las encuestas lo muestren.
¿Dónde están las encuestas?
En los últimos ciclos, la primera semana de octubre ha sido una de las más ajetreadas para las encuestas, a veces con decenas de sondeos de alta calidad. Esta semana solo hubo un puñado.
Sorprendentemente, el domingo no se dio a conocer ni un solo sondeo en ningún programa de noticias matutino. Tampoco se publicó una sola encuesta en ningún periódico dominical del país.
¿Por qué hay menos encuestas? La razón más importante es el dinero. Los sondeos de alta calidad se han encarecido mucho en los últimos años, al mismo tiempo que muchos de los medios tradicionales que patrocinan esas encuestas públicas se encuentran en dificultades financieras. Si sumamos todo esto, el número de encuestas ha caído en picada.
Existe otro factor: las encuestas se enfrentan a dudas legítimas sobre su fiabilidad tras las elecciones de 2016 y 2020. Es más difícil desembolsar mucho dinero por un producto que puede ser poco fiable.
La disminución del número de encuestas de alta calidad ha dado lugar a inusuales aumentos y descensos en los últimos meses. Las organizaciones que patrocinan o realizan encuestas tienen intereses e incentivos similares, y parecen estar tomando decisiones parecidas sobre cómo utilizar mejor sus escasos recursos. Por ejemplo, cada una de ellas podría decidir que quiere una encuesta inmediatamente antes de las elecciones; antes o después de un debate; o cerca de las convenciones. Como resultado, puede parecer que todas las principales encuestadoras realizan sondeos al mismo tiempo —como cuando una decena de encuestadoras se pronunciaron sobre Pennsylvania tras el primer debate— para luego apagarse.
Al parecer, la mayoría de las encuestadoras decidieron que la semana pasada era un momento natural para hacer una pausa. Si nos ponemos en su lugar, es fácil entender por qué. Casi todos las encuestadoras decidieron realizar un estudio tras el debate hace dos semanas. Es probable que vuelvan a realizar un sondeo en algún momento antes de las elecciones, por supuesto, pero con esas dos encuestas cerradas, puede haber sido difícil justificar un tercer sondeo la semana pasada, a menos de la mitad del camino entre el debate y las elecciones. Los recursos para esa hipotética tercera encuesta podrían estar mejor invertidos en una encuesta adicional en otro estado clave cerca del final.
Nosotros tampoco publicamos ninguna encuesta la semana pasada. Nuestro cálculo fue similar: tras haber encuestado a la nación y a los estados clave después del debate, pensamos que era demasiado pronto para volver a hacerlo.
En su lugar, aprovechamos la pausa en el calendario para llevar a cabo una gran encuesta, realizada durante toda la semana y el fin de semana: una encuesta nacional centrada especialmente en votantes negros e hispanos, incluyendo encuestas estatales en Florida y Texas. Los resultados se publicarán esta semana.
¿Y si las encuestas estuvieran equivocadas?
Por supuesto, incluso si se hubieran publicado muchas encuestas nuevas esta semana, es difícil creer que mostrarían algo nuevo y diferente.
Después de todo, las encuestas se han mantenido notablemente estables durante el último mes, aproximadamente, desde que la vicepresidenta Harris logró reunificar a su partido tras convertirse en la candidata demócrata.
Esta estabilidad puede ser un poco engañosa. Podría dar la impresión de que su estrecha ventaja en Pensilvania, por ejemplo, es bastante sólida: Harris ha liderado en Pensilvania en nuestro promedio durante más de un mes.
La durabilidad de su pequeña ventaja en las encuestas de Pensilvania, sin embargo, no hace que sea más probable que gane el estado. Podría incluso ser que los promedios de las encuestas sean tan estables en parte porque muchas encuestadoras están utilizando técnicas estadísticas de mano dura que reducen la varianza de sus resultados de una encuesta a otra, pero aumentan el riesgo de errores sistemáticos. (El domingo escribí sobre una de esas técnicas metodológicas: la ponderación del voto pasado). Los errores sistemáticos de los sondeos —en los que un bando obtiene mejores resultados de lo esperado, de forma generalizada— han sido habituales en los últimos ciclos.
En 2016 y 2020, las encuestas subestimaron a Trump en casi todas partes. Si se repitiera en este ciclo, Trump obtendría una victoria fácil. Por otro lado, las encuestas de 2022 subestimaron a los demócratas en la mayoría de los estados clave. Si volviera a ocurrir, sería Harris quien obtendría la victoria.
Desafortunadamente, no hay forma de saber de antemano en qué dirección se equivocarán las encuestas.
Lo único que está claro: las encuestas están tan reñidas que ninguno de los candidatos tiene una ventaja significativa.