Mediterráneo: El dólar y el alimento
Este texto forma parte de la newsletter Mediterráneo que cada viernes envía el director Jesús Cantín sobre la actualidad internacional y sus vinculaciones con Bolivia. Si quieres recibirlo directamente en tu correo, suscríbete al pie de esta página
Semana de aniversarios bélicos y de cierta histeria diplomática con Joe Biden llamando hdp a Vladimir Putin cuando justo hoy se cumplen dos años de una guerra que occidente ya no quiere librar pero que se resiste a perder y que probablemente acabe con una convocatoria electoral en Ucrania a la que Zelenski no se presente dejando las manos libres al sucesor para negociar una salida con pérdida territorial.
Hace dos años las perspectivas de la guerra eran malas en el plano del poder global; el año pasado ya solo se hablaba del impacto económico en forma de inflación y recesión como consecuencia de la política ortodoxa aplicada por los Bancos Centrales del mundo occidental. Hoy el asunto está más o menos estabilizado aún con las tasas de interés del dólar y el euro sobre el 5 por ciento y nadie parece querer hacer demasiada sangre más. Algunos se aventuran a asegurar que el mundo ha salvado su primer “match ball”, pero parece precipitado afirmar tal cosa. No me hablen de optimismo.
Como en Bolivia solemos mirarnos el ombligo y poco más, la cruenta batalla por el dólar y el relato de la estabilidad económica se sigue recrudeciendo semana a semana en gran parte por la incapacidad del gobierno de conectar en su explicación lo que sucede a nivel interno con lo que sucede en el mundo global, aunque bien es cierto que ese tipo de argumentos se despacha con “excusas” y la economía es una cuestión de hechos y confianza más que de teorías y dogmas.
El lunes se acordó liberar las exportaciones condicionando el retorno de los dólares que de ahí se obtengan. El mundo de la agroindustria, principal beneficiario de la subvención de los hidrocarburos que se come los dólares, aceptó el trato y lo que queda por ver es si no se llega demasiado tarde.
De un lado, el campo europeo ha clamado contra los Tratados de Libre Comercio, especialmente el del Mercosur, y no parece que ese mercado vaya abrirse pronto por mucho que se negocie el acuerdo hace más de 20 años.
Por otro lado, las propias empresas del sector agroalimentario a nivel mundial están ya aceptando una moderación de precios después de dos años de subidas severas. El consumo parece haber tocado máximos después de los excesos de la post pandemia. También los Bancos Centrales prevén incluso bajadas en los tipos.
En este lado del mundo es otro problema concatenado a los vaivenes del mercado y los cambios de hábitos de consumo el que está también generando otros problemas: el precio de la cocaína ha caído a niveles no vistos desde los 80 – por la sobreproducción, pero también por la caída de la demanda – y eso está generando problemas sociales profundos en el nivel popular cuyo afloramiento es impredecible.
Una de esas consecuencias tiene que ver con el manejo de las cárceles, convertido en tema estrella por Nayib Bukele, seguido por Daniel Noboa en Ecuador y que parece empieza a contagiarse en todos los países del entorno.
En Bolivia los nervios están aún en la calle y tienen a la Policía como epicentro. En Tarija vamos a incidente por semana entre volteos y ajustes de cuentas en los que están involucrados agentes del orden…
Democracia y otros golpes: El caso Assange
10 años de proceso tras proceso, recurso tras recurso, chicana tras chicana. Traiciones, celdas pequeñas, estándares rebajados, cámaras secretas y prohibidas. ¿Les suena? El infierno judicial es tal que Julián Assange está a punto de ser extraditado para ser juzgado por no proteger adecuadamente a los perpetradores de crímenes de guerra en Irak y Afganistán sin que esos crímenes de guerra hayan siquiera sido tomados en consideración.
Wikileaks fue una revolución en el mundo del periodismo de datos, básicamente porque no tenía mucho que ver con el periodismo, sino con los datos y sobre todo, con las filtraciones de datos escandalosos que efectivamente hicieron temblar a las grandes potencias. En este caso, a los Estados Unidos.
Claro, el delito de revelación de secretos y sus derivados siempre se juzgan en función de las simpatías que se tenga por el vulnerado. Si Assange fuera perseguido por China no habría más debate en la mesa que el de la libertad, pero es cierto que el procedimiento nos iguala por mucho que le pese a la prensa occidental: En Bolivia la justicia fustiga a Áñez y Camacho, en España los jueces sincronizan las imputaciones por terrorismo al independentismo catalán con las necesidades políticas de la oposición, en Estados Unidos con la candidatura de Trump, en Brasil Lula devuelve favores a Bolsonaro, y en Polonia, y en Italia, y donde mires…
- Lea También: El último recurso de Julian Assange
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Entre las recomendadas para este fin de semana, algunos temas para la reflexión de algunos medios amigos que no la están pasando bien.
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