Populismo electoral e ingenuidad

El compromiso de los políticos en esto es importante, pero nadie es tan ingenuo como para ceder su principal justificación ante la eventual derrota: gritar “fraude” con todas las fuerzas

El pasado lunes el Tribunal Supremo Electoral convocó una de sus ya clásicas reuniones políticas con el objetivo de “blindar” las elecciones presidenciales del 17 de agosto, un acto de generosa fe teniendo en cuenta como se han desarrollado las anteriores y, en particular, las Judiciales, que esencialmente fueron mutiladas en su parte central, que era la renovación del órgano judicial más político de todos: el Tribunal Constitucional, que es a todos los efectos el que, en todo caso, constituye la amenaza principal, dados sus antecedentes.

Los acuerdos son esencialmente un compendio de buenos propósitos que de nuevo alaban la buena función del TSE y su independencia, y dejan a la voluntad de los legisladores la solución de aspectos clave en la legislación y del ejecutivo los aspectos clave de la financiación. Los acuerdos se parecen bastante a los inscritos en la última cumbre y que, básicamente, no se implementaron.

El TSE tiene dos urgencias de alto riesgo. Uno es efectivamente implementar el TREP; y sobre todo, garantizar la credibilidad del padrón electoral

Hay otros puntos que hablan específicamente de la implementación del sistema de Transmisión Rápida de actas electorales (TREP), origen de la hecatombe de 2019 y eliminado de la práctica democrática desde entonces para vergüenza internacional, pues en todos los países del mundo se utiliza. Es curioso que el principal acuerdo para ello haya sido pagarlo restando fondos de fortalecimiento institucional de los partidos, que normalmente acababan sirviendo para difundir las propuestas electorales en los medios de comunicación.

En una simplificación se podrá decir que los medios pagamos el TREP, pero sería bueno abordar de una buena vez que la única forma de garantizar una elección limpia y transparente, con una población bien informada, es a través de una prensa fuerte e independiente, y eso implica una financiación estable que dependa de los impuestos del pueblo y no de los chantajes de sus administradores (o aspirantes), Algún día habrá tiempo para ello.

Lo cierto es que ni bien acabó la reunión y se leyeron los acuerdos, empezaron a crecer los cuestionamientos al padrón electoral e incluso se reabrió el debate sobre la fecha electoral por la coincidencia con la festividad de la Virgen de Urkupiña…

El Tribunal Supremo Electoral tiene un arduo trabajo por delante, pero más allá de sus quince puntos, tiene dos urgencias de alto riesgo. Uno es efectivamente implementar el TREP completo y con garantías: nada de cortar la transmisión al 80% ni nada parecido; y sobre todo, garantizar la credibilidad del padrón electoral.

El padrón no fue cuestionado por la OEA en 2019 y cuenta con el apoyo de las principales organizaciones internacionales relacionadas a la democracia en el mundo, pero basta el comentario de un taxista, con todos los respetos para los taxistas, para que se siembren dudas y se alimente la desconfianza.

El compromiso de los políticos en esto es importante, pero nadie es tan ingenuo como para ceder su principal justificación ante la eventual derrota: gritar “fraude” con todas las fuerzas. El TSE debe ser creativo y encontrar fórmulas que de verdad “blinden” estas elecciones. Confiarse en los políticos no parece la mejor estrategia.


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