Abandonar Ucrania
Mientras Putin le ha dado la vuelta al comercio mundial de gas y ha acelerado los planes BRICS para sustituir el dólar, Zelenski ha gastado millonarias cantidades sin alcanzar los objetivos
Tanto Donald Trump como Vladimir Putin son, esencialmente, dos presidentes más apegados al poder que a la democracia, con enormes egos que alimentar y poco tiempo que perder. Mientras tanto, Volodimir Zelenski es todavía un joven que saltó de la televisión a la presidencia y que quién sabe por qué, se dejó tentar por los cantos de sirena de la “modernidad”. La UE es un poco más difícil de caracterizar, porque aunque Úrsula von der Leyen ponga todo el esfuerzo del mundo por parecer la presidenta en ejercicio, el resto del mundo sabe que solo es un cargo coordinador y que las decisiones las siguen tomando los países: 27 además para hacerlo aún más ágil.7
El asunto viene de lejos y se llama “escudo antimisiles”, un megaproyecto de defensa que occidente (EEUU) ha querido desplegar desde siempre para aislar a todos los enemigos, que hace una década eran todos los musulmanes y China, y ahora es además, Rusia. El escudo es una enorme y compleja red de satélites, portaviones, bases, arsenales y demás sueños de la industria armamentística mundial que quiere desplegarse lo más cerca posible del “enemigo”.
Desde 2014 lo más cerca del enemigo era Ucrania, y aquí toca repasar historia, pues Ucrania es algo así como el origen de la civilización eslava y el imperio ruso, siempre en la bisagra entre occidente y oriente, pero más oriente, y que tras integrar la URSS obtuvo su independencia en los 90 con las condiciones siempre aceptadas por ambos lados: mantener la OTAN al otro lado del antiguo telón de acero, promesa que derrumbada la URSS no tardaron ni un quinquenio en incumplir.
Es posible que Putin, un sanguinario ex espía y nostálgico de la gran Rusia imperial, como casi todos de su generación, tuviera por demás preparado el escenario, pero fue Estados Unidos y Europa quienes cortejaron a Ucrania – uno de los grandes graneros del mundo, rico en minerales y nudo estratégico en la comunicación de gasoductos y oleoductos – para que analizara la posibilidad de unirse a la OTAN y a la UE y romper “de una vez la influencia rusa”.
La guerra estalló y mientras Putin le ha dado la vuelta al comercio mundial de petróleo y gas y ha acelerado los planes BRICS para sustituir el dólar como moneda hegemónica del comercio mundial, Zelenski ha gastado millonarias cantidades sin alcanzar los objetivos mínimos.
Trump ya lo había anunciado en campaña: acabaría con la guerra en 24 horas y dejaría de pagar aquel desmán lejano. Zelenski y la UE no quieren creerlo, pero al parecer ni siquiera le importa demasiado lo que parece conceder una victoria épica a Putin, quien sin duda seguirá con sus planes de largo plazo, que pasan por reordenar el “orden mundial”.
Sin “plata” no hay guerra, y el resto son unos flecos sin importancia que caerán por su propio peso. El mensaje para el resto es poderoso: EEUU no va a solucionar las guerras de otros en estos tiempos, y esto vale para quienes están deseando librar alguna, sobre todo entre los poderosos.
Es verdad que las negociaciones con Trump son siempre complejas, y que de la bravuconada inicial, cuando pasa el trending topic, suele quedar más bien nada, pero por el momento todo sigue apuntando a un abandono en toda regla a un teórico aliado al que le prometieron “cosas”. “Cosas” que hoy son nada.