Luces y sombras de un operativo en investigación

Sin orden de aprehensión, Morales eludió un “control rutinario” que su operativo de seguridad no detectó y la Policía trató de detenerlo

Aunque algunos profesionales y analistas le sigan dando vueltas al caso y enredándose en matices que no vienen al caso, el relato de lo sucedido el pasado domingo coincide en líneas generales entre lo que expuso el expresidente Evo Morales el mismo domingo – y que ahora trata de matizar – y lo que expuso el ministro de Gobierno Eduardo del Castillo el lunes, seguramente demasiado tarde.

En esencia, hubo un intento de detener el vehículo en el que viajaba Evo Morales en el corazón del Chapare. El propio Morales explicó que al darse cuenta de que era un operativo, su equipo se dio a la fuga porque no es “zonzo para hacerse atrapar”. El ministro de Gobierno dice que en esa huida un policía fue atropellado y que después recibieron disparos – algo que también Evo señaló el domingo, aunque ahora trata de desmentir -, en consecuencia, la Policía reaccionó como corresponde en estos casos, que es persiguiendo y tratando de detener el vehículo para lo que usó armas de fuego, se presupone que conforma al reglamento.

En algún momento la persecución fue suspendida, bien porque inutilizaron las llantas con disparos como dijo inicialmente Evo, lo que le permitió cambiar de vehículo, etc., bien porque los efectivos de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico, fuerza ya identificada por Del Castillo, desistieron de su empeño, sobre todo una vez que se alcanzó un lugar más transitado donde se ve a Morales pedir ayuda a la población para que bloqueen.

Las dos versiones comparten este relato, por lo que no hay motivo para la duda sobre su veracidad, porque lo demás son valoraciones sobre la propia actuación. Tal vez algunos consideran que la Policía debía haber pedido tres veces por favor que se detuviera y ante la huida, no hacer nada, que es algo que pasa con demasiada frecuencia, y sobre todo no haber disparado nunca ni siquiera cuando ellos recibían bala. El hecho de que la población haya acabado quemando los dos vehículos policiales utilizados en la operación y resguardados en un cuartel militar da muestras de las dificultades con la que se hizo la operación.

El punto de fricción es otro y ha sido el propio ministro Del Castillo quien lo ha desvelado: Hasta el momento no hay orden de aprehensión, por lo que no pudo ser un operativo en ese sentido. Por otro lado, diferentes analistas de seguridad señalan que Evo Morales se desplaza con un mínimo operativo de seguridad – sin vagoneta blindada – pero sí con una vagoneta liebre, que va por delante, precisamente para alertar de posibles incidencias, más en estos días. Es el operativo mínimo que utiliza cualquier autoridad o ex autoridad con riesgo medio. Del Castillo asegura que fue una operación de rutina y que no sabían que en el interior del vehículo estaba Evo Morales, y sin embargo, la vagoneta adelantada no alertó.

La absoluta decadencia de la institucionalidad boliviana hace que podamos seguir debatiendo si hubo un intento de detención ilegal que volvió a salir mal o si es legítimo que la Policía dispare sobre un vehículo que se dio a la fuga en una de las regiones más calientes del país. Aún será peor cuando entre la justicia a investigar.

Nada bueno puede salir de este episodio en una serie que solo tiene una salida si no queremos vernos empujados al abismo por la crisis social y económica que atravesamos: la salida democrática.

Destacado: Las dos versiones comparten el relato del control y la persecución, por lo que no hay motivo para la duda sobre su veracidad


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