La economía en campaña
Las diferencias de planteamientos entre las dos ramas del MAS y la oposición apenas distan en la fe en el sector privado y en el rol de la banca
Bolivia vive momentos de dificultades económicas y es en Tarija donde se manifiestan con más nitidez, pero también con una mayor certidumbre. El origen es esencialmente el mismo, aunque muchos analistas busquen otras explicaciones: se acabó el gas en el país y con ellos, los dólares que dieron cierta holgura en las dos primeras décadas de este siglo, sin que por cierto aquella holgura pudiese confundirse con “Dubai” u otros milagros económicos del imaginario colectivo.
En Tarija no se acabaron los dólares, pero sí las regalías, y no ahora: desde el 2016 se vienen anunciando recortes y austeridad: se disolvieron empresas públicas, se eliminaron funcionarios, se paralizaron y purgaron numerosas obras y proyectos y prácticamente todo con lo que se había soñado se fue convirtiendo en un recuerdo del pasado, pero eso no ha logrado cambiar la sensación de crisis ni el sector privado, en ninguna de sus variaciones, ha logrado sustituir ni de lejos el factor dinamizador que ejerció la Gobernación, tanto de Cossío como de Lino, en los años de mayor bonanza.
La situación actual tampoco se explica solo por la corrupción, por cierto, muy poco investigada en los tribunales, porque además como fenómeno financiero, salvo que esos dineros robados salgan a paraísos fiscales o a otros países, el circulante sigue en el país.
El problema real viene por el ingreso, algo que cualquier Estado, sea nacional, departamental o municipal, o resuelve por la parte del impuesto, es decir, gravando actividades, o lo hace vendiendo servicios o activos. En esto siempre resulta mejor vender el gas industrializado, quien sabe, incluso en formato de plástico, que el gas en bruto, pero en cualquier caso, la discusión es sobre el papel que juega el Estado en cualquier instancia siendo conscientes que ningún emprendimiento privado nacional podrá por sí mismo explotar los recursos naturales del gas, del litio o del hierro, puesto que además la cobertura y respaldo de los bancos al empresario nacional es prácticamente inexistente.
No hay diferencias de fondo entre lo que plantean las dos ramas del Movimiento Al Socialismo respecto al rol del Estado en la economía, sino únicamente una discrepancia en la aplicación reciente: el que gobierna topa con la realidad mientras que el otro puede hablar de tiempos lejanos que no existen. Ninguno habla del rol del sistema financiero.
Lo curioso es que tampoco hay planteamientos en esta línea desde la oposición, que confían en el retorno de los dólares – con toda seguridad a través del FMI – para que la mano invisible del mercado haga un milagro, a pesar de la realidad evidente.
La carrera por las elecciones ha iniciado y toca que cada frente exprese sus planteamientos, y también que los medios nos pongamos más didácticos. Es tiempo de marcar diferencias.
Destacado.- Desde el 2016 se vienen anunciando recortes y austeridad en Tarija sin que eso haya dinamizado nada