Salvar las Judiciales

Bolivia hace tiempo emprendió el camino hacia el totalitarismo, y acabar con cualquier atisbo de credibilidad de los tribunales para que sea la opinión pública la que al final dicte sentencias es una de esas estrategias

El calendario avanza y aunque hay muchas dudas, la elección judicial aparece al final del año político como una especie de colofón a un año en el que la Justicia ha desprendido olores putrefactos, aunque esto sea poca novedad.

La elección judicial no debería convertirse en una pelea partidaria. Tal vez sí política, porque es verdad que la justicia tiene matices de enfoque y acentos que cada cual coloca de acuerdo a sus principios, pero no debería tratarse de un asunto de cuota.

No es verdad que la elección sea un chiste infame y que este método sea un fracaso per sé. No lo es, pues de hecho le da una transparencia inédita a este tipo de procesos que normalmente, en todo el mundo, se ventilan a puerta cerrada en los parlamentos de cada país e incluso, algunos presidentes se reservan el derecho al nombramiento discrecional. A dedo. Sin consultar con nadie.

El sistema además le da legitimidad a los Magistrados. O les debería dar. La elección popular y el hecho de responder directamente a los ciudadanos debería ser suficiente para llevar adelante su labor sin aceptar presiones ni caer en corruptelas, aunque bien sabemos que esto no sucede, al menos hasta el momento, y tal vez en parte porque las dos elecciones judiciales llevadas hasta la fecha sufrieron un boicot que hizo que los más votados apenas sumaran un puñado de votos.

Quizá no hubiera sido diferente de otra manera, es verdad, pero tal vez esta vez sí se puedan hacer otras cosas, pues el elemento principal que aseguraba el desastre democrático, que era la mayoría de los dos tercios del Movimiento Al Socialismo, se ha superado.

Hasta este año, los candidatos que pasaban la criba eran decididos desde la bancada del MAS con sus dos tercios. Ambas se han dado en momentos en los que el ejecutivo controlaba con mano de hierro el legislativo y la discrepancia se pagaba caro. Este año es diferente, las planchas son plurales y aunque la sombra del fiasco planeará hasta el final y varias fuerzas operan para que los auto – prorrogados conserven sus cargos una temporada más, es posible que esta vez se conformen tribunales plurales o, al menos, no digitados desde el poder central.

Después vendrá el verdadero desafío: conseguir que la Justicia actúe conforme a derecho, que anteponga la aplicación de la Ley a los intereses de unos y de otros y que los magistrados cumplan con su función sin más, sin corruptelas, sin sobornos, sin condicionamientos…

Para algunos, esto solo es posible si se constituye una especie de plataforma externa que cubra todas las necesidades de esos jueces para que no tengan que preocuparse por nada más que por dictar justicia para el resto de su vida. Lo cierto es que así debería ser sin más apoyo que el del Estado. Mientras tanto, es preciso que se exacerben todas las medidas que doten de transparencia a los procesos, que la información pública sea el dogma y que todos podamos seguir con facilidad los procesos y deliberaciones que se llevan a cambio, para que todos podamos entender las decisiones que se toman.

No se puede consolidar una democracia si no hay una Justicia independiente que se apegue a la Ley, Bolivia hace tiempo emprendió el camino hacia el totalitarismo, y acabar con cualquier atisbo de credibilidad de los tribunales para que sea la opinión pública la que al final dicte sentencias es una de esas estrategias.

Recuperar la democracia pasa también por garantizar esta elección. Estemos vigilantes.

DESTACADO.- Después vendrá el verdadero desafío: conseguir que los magistrados cumplan con su función sin más, sin corruptelas, sin sobornos, sin condicionamientos…


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