Consumir menos auto
El debate no debería ser subvención sí o subvención no, sino qué se debe subvencionar y qué se debe desincentivar en el transporte para que tenga menor impacto económico y ambiental
El pasado 22 de septiembre se celebró el Día Mundial Sin Auto, una efeméride que pretende promover una conciencia ecológica en los ciudadanos del mundo, contribuyendo al cuidado de la salud de las personas y del medio ambiente y que tiene mucho que ver con el Día del Peatón o el día de la Movilidad Sostenible, pero que es más específico, pues pretende promover el uso colectivo y la movilidad racional frente al abuso del transporte privado.
El uso del vehículo nos facilita la vida al poder trasladarnos con comodidad de un sitio a otro y se ha convertido en una herramienta de trabajo casi esencial para muchas familias, pero el incremento de la cantidad de vehículos circulando en las grandes ciudades aumenta significativamente su huella de carbono, ocasionando daños irreparables a la capa de ozono.
En el Día Mundial Sin Auto se anima a las personas a dejar el vehículo parqueado y usar vías de transporte alternativas, solo por un día, para generar conciencia medioambiental. Y quién sabe, puede que alguien reconozca que ir caminando, en bici o en transporte público le genera muchos más beneficios que inconvenientes.
En Bolivia el asunto no es menor y actualmente se encuentra en auge de debate: el gobierno quiso plantear en referéndum la posibilidad de retirar la subvención a los combustibles, con lo que se suponía se desincentivaría el uso del transporte privado y racionalizaría el uso del transporte privado que brinda servicio público a través de concesiones, como los micros o taxis, que muchas veces solo obtienen beneficios por el margen de la subvención.
Es posible que el gobierno, si sale de esta vorágine política, y luego de haber abierto el debate la sociedad – aunque no haya forma de medir su impacto ni voluntad si no hay referéndum – tome medidas para retirarla, pero hay que tener en cuenta que la motivación no tiene nada que ver con la conciencia ambiental, sino con un asunto de sostenibilidad económica del Estado. En esas el mensaje puede ser contraproducente.
Bolivia necesita ordenar sus prioridades económicas y el gobierno deberá planificar cómo amortigua el impacto inflacionario si decide retirar progresivamente la subvención, sin embargo, es necesario trabajar a fondo en la parcela del transporte con o sin subvención para que se racionalice el gasto y se reduzcan las emisiones. Es necesario que se implementen mejoras en los servicios de transporte y sobre todo, una fuerte campaña de concientización para que se apueste de verdad por el transporte masivo de pasajeros en las grandes ciudades y se abandone ese intento de hacer negocio con un vehículo privado adaptado para transportar la mayor cantidad de gente sin importar sus circunstancias.
El debate no debería ser subvención sí o subvención no, sino que se deberían hacer esfuerzos por determinar qué es lo que se puede y qué es lo que no se debe subvencionar y cómo debemos movernos por las ciudades y por el campo para que el impacto económico y ambiental sea menor.
La tarea está puesta.