El diseño de la autonomía regional
Pasan los años y aunque el Chaco es consciente de los errores cometidos sobre su Estatuto, nadie se atreve a tomar la iniciativa de cambiarlo
El Chaco cumple un nuevo aniversario en medio de su ya tradicional crisis de identidad y sobre todo, de objetivos. El Chaco es una de las regiones de Bolivia con más potencialidad y la única que ha logrado un marco de autogestión amplio para administrar sus recursos de acuerdo a sus necesidades, y sin embargo, el resultado es muy mejorable.
El 12 de agosto se celebra la constitución en provincia, algo que tiene poco sentido celebrar ahora que se supone se ha alcanzado esa cota mayor de autogobierno, y aunque de a poco las autoridades le empiezan a bajar el tono, todavía sigue constituyendo la fecha central del calendario institucional.
Esto tiene que ver, en parte, con la indefinición de la Autonomía Regional y el hecho de que nadie quiera hacerse cargo de un logro que acabó en chapuza por culpa del regionalismo extremo, o en este caso, el localismo.
La nueva Constitución del Estado de 2009 incluyó la figura de la Autonomía Regional, que supuso el mayor éxito político de la región chaqueña, pues lograba significarse como sujeto político autónomo. Sin embargo, lo que fue un gran logro se quedó por el camino por una visión reduccionista que nunca asumió la necesidad de darle un rol institucional a la nueva entidad y dotarle de funciones y, sobre todo, recursos, sino que se decidió mantener el viejo acuerdo de repartir el 45% de la renta petrolera a partes iguales entre los tres municipios y apenas contemplar una reunión de coordinación a tres bandas para tratar algún asunto transversal.
El Estatuto Regional santificó la tragedia y resolvió el asunto eligiendo una “Máxima Autoridad Ejecutiva” que en realidad solo tiene competencias sobre Yacuiba y dos ejecutivos de desarrollo que tienen el mismo presupuesto, pero actúan solo sobre las circunscripciones de Villa Montes y Caraparí. Por supuesto, el Estatuto blinda el reparto de recursos a partes iguales y no contempla un gasto institucional independiente para la representación de la Región como tal, y por ende, cada cual sigue haciendo la guerra por su cuenta.
El clima político tampoco ayuda. Si en el pasado las principales autoridades no dudaron en abrazar “la causa socialista” del Movimiento Al Socialismo (MAS) aun con su larga trayectoria en partidos tradicionales, en la actualidad algunos se han alineado a Luis Arce y algunos a Evo Morales, por lo que el conflicto está asegurado.
En este contexto polarizado y teniendo en cuenta los desafíos, especialmente ahora que el Chaco petrolero ha trastabillado, corresponde a los nuevos líderes del Chaco sentarse, evaluar y tomar decisiones. Ningún Estatuto está escrito en piedra y ninguna norma debe dificultar el progreso. El Chaco es lo suficientemente grande y a la vez pequeño como para que se aborden proyectos comunes a los tres municipios desde una sola caja, para que se tomen decisiones que beneficien a todos aun cuando el proyecto se instale en este o en aquel, para que las ventajas de administrar sus recursos sirvan para ser más eficientes y no más angurrientos.
No hay duda de que al Chaco le esperan tiempos mejores aferrados a sus potencialidades naturales en superficie y no tanto a las que emanan de sus entrañas, pero hace falta asumir el rol de gestión y tomar decisiones oportunas. Es la hora de que el Chaco brille por sus aciertos.