YPFB, fracking y debilidad
O hay voluntad de los “socios no patrones” o YPFB no tiene la capacidad de actuar por su cuenta, y el asunto era grave en 2010, pero han pasado 18 años de la nacionalización
La bancada oficialista, cada vez más reducida, ha lanzado un nuevo proyecto de Ley relacionado a los Hidrocarburos. Una Ley que los voceros han vendido como trascendental y que tal vez fuera aquello que anunció el exvocero como un hecho sin precedentes que revolucionaría el sector para siempre.
Nada más lejos de la realidad. La Ley impulsada por Jerjes Mercado – como podría haber sido cualquier otro – está lejos de ser una Ley que sustituya a la pre constitucional 3058 ni desarrolla especialmente el olvidado decreto de la Nacionalización, sino que más bien viene a reincidir en los mismos errores que han llevado a este estado de colapso salvo por una excepción: las referencias al fracking, sin citarlo, que con seguridad abrirán las puertas de atrás a las técnicas no convencionales en nombre de la “innovación”.
Más probable parece que empresas viejas rasquen la olla con proyectos no convencionales en sus campos
La Ley para desburocratizar e incentivar, así, solo por el nombre, es para echarse a temblar: Bolivia atraviesa una crisis profunda de reservas porque los últimos pozos que se lograron encaminar han dado negativo – Boyuy, Jaguar, etc., -; porque los proyectos nuevos generan enorme desconfianza ante el impacto ambiental – Tariquía - y sobre todo, porque los “socios y no patrones” no están dispuestos a aflojar la chequera en proyectos de alto riesgo habiendo alternativas tan lucrativas como la fractura hidráulica, máxime cuando todo el mundo está (o estaba) dispuesto a abandonar, en un periodo relativamente corto y de una vez los combustibles fósiles para avanzar en el coche eléctrico.
En general el proyecto de Ley de la bancada masista, a veces también llamada socialista, incide en la estrategia de dar incentivos a las empresas petroleras para que produzcan más y más rápido. Suman ya tantos que habría que hacer cuentas si no sería más rentable pararlo todo e importar petróleo para refinar.
El problema sigue siendo el de siempre: o hay voluntad de los “socios no patrones” o YPFB no tiene la capacidad de actuar por su cuenta en este negocio, y el asunto era grave en 2010, pero han pasado 18 años de la nacionalización y sigue sin pasar nada. Hay responsables muy claramente identificados de esta situación, pero ahí siguen.
La cuestión es que es improbable que en estos tiempos aparezcan nuevas empresas a invertir en aventuras viejas en Bolivia. Más probable parece que empresas viejas rasquen la olla con proyectos no convencionales en sus campos. Lula ya estuvo atendiendo el asunto de Petrobras y probablemente vengan más.
Siempre es bueno recordar que los proyectos convencionales perforan verticalmente y si tienen éxito pinchando el reservorio, extraen todo lo que pueden sorber. También que los proyectos no convencionales, a partir de ahí, perforan horizontalmente, lo llenan todo de explosivos y los revientan (fracking) para que el gas atrapado en las rocas salga. Y si no sale, le meten bien de agua a presión y otros acelerantes que dejan hermosos los acuíferos.
La diferencia es abismal, pero conociendo los antecedentes, es posible que cualquiera lo intente sin siquiera informarlo.