Bolivia: votar para salir del pozo

Las inconsistencias sobre las denuncia de Golpe de Estado dejan a Bolivia en una situación aún más frágil en lo económico

Pasan los días y solo se suman dudas y negros nubarrones sobre los hechos acontecidos el pasado miércoles en la plaza Murillo. Prácticamente nada cuadra sea cual sea la idea que se tenga sobre esos hechos, si fue un golpe de Estado, fue demasiado burdo, si fue un autogolpe, también, pero en este país acostumbrado a las conspiraciones, la posibilidad de que el general Juan José Zúñiga se volviera loco se descarta automáticamente.

El último en avivar el fuego echando más leña ha sido el propio expresidente Evo Morales, que fue el primer amenazado por Zúñiga, que fue de los primeros en condenar los movimientos militares y que fue telefoneado personalmente por el presidente Arce para informarle de lo que acontecía. Morales es también el principal beneficiado en la interna de que se generen dudas sobre la cualidad del Golpe de Estado.

Las consecuencias de este hecho acaecido el pasado miércoles son incalculables, peor cuando todo un expresidente señala que fue una farsa. El precio del dólar no ha parado de subir y sin duda, las agencias de calificación de riesgos tomaran nota para su propia ronda de actualizaciones, pues el “bono basura” siempre puede ir a peor según estas agencias guardianas de la ortodoxia liberal.

Hay también una preocupación creciente sobre la cualidad de nuestras Fuerzas Armadas y el personal que allí se integra, pues son demasiados hechos en pocos meses y lo exhibido por Zúñiga, tanto en los hechos como en sus alocuciones, no permite reconocer a un personaje con un mínimo de integridad, lealtad y servicio a la Patria al que se le presupone talento original y capacidad de sacrificio para encajar en semejante carrera. Más bien todo lo contrario: un General con no demasiadas luces ni lealtades, dispuesto a llevar tanques a plaza Murillo para “subir la popularidad” y que vende a si supuesto contratista a la primera.

Los problemas en el país se acumulan, y probablemente hay algunos que requieren acción inmediata, pero nada llegará a buen puerto si se renuncia a la democracia.

Desde hace meses se le piden a Arce medidas más audaces para asegurar que el dólar que subsidia la economía de exportación retorna íntegramente al país, así como encontrar fuentes de financiamiento ligadas al propio desarrollo del país que supongan una ganancia mutua e ineludible, y sin embargo el equipo económico sigue confiando en la “buena fe” de los empresarios y en las coyunturas de largo plazo. Seguramente la estrategia de los BRICS para establecer un nuevo orden mundial marginando al dólar de frutos en una década, pero Bolivia no tiene ese tiempo ahora.

El país sin embargo no se puede paralizar hasta que eso se arregle, es necesario priorizar lo electoral, tanto para las judiciales como para las presidenciales, pero sobre todo las primeras, pues por primera vez se dan las condiciones para lograr un órgano judicial plural, un elemento imprescindible para empezar a desmontar los errores de dos décadas de régimen preocupado en sostenerse.

Bolivia necesita votar cuanto antes, no más sustos antojadizos surgidos de la demencia o de la oportunidad.


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